El riesgo y el peligro de hacer cine en Irán, según la directora Firouzeh Khosrovani

Firouzeh Khosrovani, cineasta y documentalista iraní. Foto de Miguel Molina para La República.

Quito.- Los documentalistas iraníes tienen películas que solo las hacen en sus mentes. Esa es una de las metáforas que se presentan en ‘Profession: documentalist’  (2014), un documental de siete cineastas mujeres que reflexionan sobre las implicación de su oficio en Irán.

Cada una de las directoras está a cargo de un episodio. La película es el conjunto de los siete cortos en los que, ya sea contando sus vidas o anécdotas muy particulares, las cineastas iraníes describen la realidad del cine en su país. Ellas son: Farahnaz Sharifi, Firouzeh Khosrovani, Mina Keshavarz, Nahid Rezaei, Sahar Salahshoor, Sepideh Abtahi, Shirin Barghnavard.

Una de ellas, Firouzeh Khosrovani, se encuentra en Quito. Fue invitada por el Festival Internacional de Cine Documental ‘Encuentros de otro cine’. En el festival presentará, además de ‘Profesión: documentalista’, su película ‘Fest of Duty’ (2014) sobre el rito y las implicaciones de la ceremonia del velo para las mujeres iraníes. La última función de esta cinta será el jueves 28 de mayo a las 17h30 en la Sala Alfredo Pareja de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Ella estudió cine en Italia y reside en su Irán natal. Esta mañana ha conversado sobre el oficio del documentalista con La República.

¿Que les llevo a reflexionar sobre el oficio del documentalista en Irán?

– ‘Profesión: documentalista’ es un documental colectivo sobre las condiciones de las directoras iraníes de cine documental, particularmente sobre su situación frente al gobierno de Ahmadineyad. Actualmente, con el nuevo gobierno, las cosas están mejorando pero hubo un periodo de 8 años en que las cosas estuvieron muy mal. Era muy difícil obtener el permiso de rodaje. Por eso decidimos hacer algo sobre esta situación, un documental sobre las dificultades de hacer cine documental en Irán. Cada episodio tiene un problema, ya sea económico, de permiso o de miedo de hacer algo clandestino. También es sobre la situación social  de las mujeres, pese a que no hubo un criterio definido en que seamos solo mujeres, sino que éramos amigas afines, de muchos años de colaboración y queríamos hacer una película juntas.

¿Usted sufrió persecución? 

– Si, tuve interrogatorios por mis documentales. Particularmente por uno que participó aquí hace años, ‘Rough Cut’, pero solo a nivel de interrogatorios, nada más.

¿Con el nuevo gobierno la profesión documentalista tiene menos dificultades?

– En todos los sentidos, de hecho hay apertura por hacer actividades culturales. Hay optimismo general. Hace poco hemos tenido una edición del clásico e histórico Festival Internacional de Cine de Irán, que se llama Fajr. Por primera vez han invitado cientos de cineastas extranjeros, también americanos. Era una novedad para la escena cultural de Irán.

En su episodio usted relata un interrogatorio en el que le piden no contar, en sus documentales, temas que le hagan quedar mal a Irán en el exterior. ¿Que pasó?

– Yo quería contar el interrogatorio en un momento que tenía miedo de que entraran en mi casa. Esa es la razón por la que estaba camuflando todo lo que tiene que ver con mis películas. Por eso, mientras lo hago, cuento la experiencia que había tenido con las autoridades. Durante el gobierno de Ahmadineyad la censura cultural era muy fuerte sobre libros, cine, arte plástico, es decir, sobre todas las manifestaciones artísticas. Por eso hicimos ‘Profesión: documentalista’, para documentar el periodo más difícil que estábamos viviendo.

Una de las directoras de ‘Profesión: documentalista’ dice que las documentalistas iraníes tienen películas que solo hacen en sus mentes. ¿Es así?

– Es una metáfora de muchas cosas que no se puede hacer todavía. Yo hablo de cierta apertura del actual gobierno, pero en ciertas cosas todavía hay problemas. La censura está vigente, tenemos líneas rojas que no se pueden burlar.

¿Usted respeta esas líneas rojas?

– En mis películas tengo algo crítico o controversial, pero la consecuencia es no poder exhibir en Irán.

¿Ha pensado en radicarse en otro país para hacer películas sin censura?

– Todas mis ideas tienen que ver con Irán. Mi país es el tema que me interesa, que conozco, que quiero contar. Para hacer documentales uno quiere contar algo real. No puedo hacer la película lejos de mi realidad social y cultural. Sigo eligiendo hacer películas sobre la sociedad iraní que me parece muy interesante. Hoy, en Irán, los jóvenes son muy activos  y tienen un dinamismo muy especial. También es interesante la fuerza que están teniendo las mujeres.

El punto de quiebre en la historia de Irán fue la Revolución Islámica. ¿Cómo vivió ese proceso?

– Yo tenía 7 años cuando ocurrió la revolución. Mis recuerdos no son claros, son muy ambiguos. Pienso que la revolución está sufriendo una evolución natural, la conciencia de la gente está cambiando. Hay un despertar. Después de 4 décadas las cosas tienen que cambiar.

¿Se lamenta de la Revolución?

– La revolución era una necesidad histórica de ese tiempo y era inevitable. Era imperante cambiar de sistema, de una monarquía a la república. El componente islámico de la revolución, la República Islámica, ha implicado muchos problemas en el sentido de ese islam politizado, de la ideología del sistema, de la propaganda. Pero con el tiempo está madurando, incluso a nivel de la propaganda religiosa.

Hoy sus vecinos viven una guerra muy difícil contra el Estado Islámico. ¿Hay similitudes con la revolución que ocurrió en su país hace 4 décadas?

– Creo que nosotros afrontamos el radicalismo hace muchos años, hoy estamos más adelante, lejos del peligro de un islam radical. Superamos esa fase. Ahora nuestros vecinos tienen que superar esa fase.

En ‘Profesión: documentalista’ uno de los momentos más duros es la evocación de las cantantes iraníes, especialmente Googoosh. ¿A usted le gustaba Googoosh?

– Era una música muy nostálgica. En el islam la voz de la mujer es prohibida, por eso una mujer cantante si no está en un coro, es decir, si es solista, no puede cantar. Por esto una generación de cantantes mujeres (también hombres) salieron del país después de la revolución. En Irán las mujeres no pueden cantar. Googoosh era un mito, una diva, como en América Latina Mercedes Sosa. Era muy popular. Después de la revolución, a pesar de que otras cantantes prefirieron salir inmediatamente, ella permanece en Irán por veinte años. En el punto máximo de su popularidad tuvo que asumir un silencio de dos décadas. Triste para una cantante. Después de esos veinte años salió y su primer concierto fue en Canadá, eso se puede ver en la película. Ella estaba muy conmovida.

Hay otro momento muy difícil en el documental que ustedes hicieron, cuando las autoridades están molestas por mostrar los maniquíes a los que se les cercenó los senos. 

– Dijeron que llevamos una imagen negativa de Irán al extranjero. Demostramos un acto brutal, trivial, que es amputar los maniquíes de plástico. No entendieron que esas imágenes eran una ironía sobre la realidad del país.

¿El oficio del documentalista implica enfrentarse a todo tipo de censura y denunciarla?

– Diré que hay muchísimas documentalistas mujeres (también hombres) que hacen una producción ejemplar. A veces pueden exhibirse en Irán, a veces solo en pantallas extranjeras. Si uno hace un documental muy crítico sobre los temas tabú de la República Islámica puede afrontar problemas serios. Por ejemplo, la confiscación del pasaporte que es uno de los peores. También puede ser la detención. Yo pienso que pese a todo sí podemos vivir en Irán, salir y entrar del país. Las sensibilidades del sistema cambian cada cierto tiempo. Ahora creo que hay más problemas a nivel político o en cuanto a las negociaciones por el proyecto nuclear, documentales sobre esos temas pueden crear muchos problemas. También los derechos humanos y derechos de las mujeres. Si uno hace algo que en Occidente tiene un perfil muy alto, puede haber riesgos. Los documentalistas queremos ejercer nuestra profesión libremente. Por eso explicamos las dificultades y los absurdos de nuestra realidad.

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