El realismo mágico de la novela «Aiwa Maru» se abre a Occidente

Foto: eldiario.es

Nueva Delhi, (EFE).- El realismo mágico de un «navío con alma» narrado en la novela de culto india en lengua marathi «Aiwa Maru«, del escritor Anant Samant, se abre a Occidente 25 años después de su publicación con la primera traducción al inglés.

«‘Aiwa Maru’ narra la historia de un navío con alma propia que puede sentir, pensar y conspirar; no es fantasía», explicó a Efe Samant desde Maharastra, estado costero del oeste de la India cuyo idioma oficial, el marathi, es hablado por unas 70 millones de personas.

La novela se basa en las experiencias de juventud del autor, de 63 años, que con 21 se enroló en el primero de una serie de buques de carga en los que navegaría «alrededor del mundo» durante casi una década y en los que llegaría a trabajar como oficial de cubierta.

Anant, el protagonista del libro, es un joven indio que se enrola por segunda vez, desde el puerto de Hong Kong, en el Aiwa Maru, un destartalado buque que es recuperado del desguace por la atracción que siente hacia él su propietario, un empresario japonés.

«Aiwa Maru fue enviado al cementerio, y durante dos años yació entre lápidas hasta que lo sacamos a rastras. Debimos alterar algo en el proceso. La muerte hundió sus garras con fuerza en el Aiwa Maru y le ha seguido hasta aquí, al mar. ¿La sientes?», afirma en la novela un veterano tripulante filipino.

El autor reveló que la posibilidad de sentir que posee el buque tiene su fundamento en la filosofía india Adhyatma, según la cual «todo en el universo tiene vida, incluso una casa, un barco, un bolígrafo, una piedra… y poseen alma, mente, sentimientos».

Algo que, de acuerdo con Samant, no debería resultar ajeno «al lector español e hispanoamericano», impulsores del realismo mágico con novelas como «El reino de este mundo», del cubano Alejo Carpentier, «Cien años de soledad», del colombiano Gabriel García Márquez, o la obra del gallego Álvaro Cunqueiro.

«Aiwa Maru» supuso la primera de las 15 obras de ficción que hasta el momento ha publicado Samant, una carrera literaria que comenzó sin esperarlo, después de que un amigo decidiera enviar a una revista el extracto de una de sus cartas narrando una experiencia en alta mar.

«Fue publicado de manera inmediata y el editor me pidió más historias», explica el escritor, que publicaría en la revista cinco relatos más, hasta que ésta dejó de mostrar interés por sus textos al decantarse por «otro tipo» de narraciones.

«Nunca había buscado el reconocimiento, así que volví a entrar en el capullo. Pero mi mujer amaba mis historias. (…) Tres años después, en 1983, empecé ‘Aiwa Maru’, aunque con la decisión de que nunca la publicaría», reveló Samant.

Sin embargo, un primo del escritor, seis años después, rescataría el manuscrito para enviárselo a una editorial. Corría el año 1989.

Y con la publicación llegó el reconocimiento: «Premio del Estado de Maharashtra» o la elección como uno de los «libros de la década» por la mayor publicación regional, el Maharashtra Times.

El profesor Akshyakumar Kale, jefe del Departamento de Marathi en la Universidad de Nagpur, en Maharashtra, explicó a Efe que aunque «los críticos no la recibieron muy bien, el público sí, por su lectura sencilla y por ser una historia con misticismo, suspense y amor».

Esa historia en alta mar fue la que enganchó de niño al traductor de la novela al inglés, Prashant Pethe, desde que uno de sus profesores le recomendó el libro con la intención de quitarle al joven aventurero las ganas de embarcarse.

«Pero la leí y, lejos de echarme para atrás, me fui a la mar, donde permanecí 20 años», explicó a Efe Pethe, que reconoció que esa experiencia como marinero fue la que impulsó a Samant a confiar en su traducción, que acaba de ser publicada por la prestigiosa editorial inglesa Penguin.

«Siempre sentí que ‘Aiwa Maru’ era una historia muy atractiva, y aunque los lectores en marathi aman el libro, pensé que debía llegar a una audiencia más amplia», anotó el traductor, que posee una productora con la que sueña llevar algún día la obra al cine.

Anant Samant, mientras tanto, seguirá escribiendo, algo que, reconoció, le salvó la vida una vez, después de perder todo su dinero en un proyecto hotelero frustrado.

«Estaba roto y perdido. Me sentía como si tuviera que matar a alguien, como si me fuera a suicidar, pero en vez de eso opté por mi mayor adicción: escribir». EFE

sr-mt/njd/tcr

Más relacionadas