Tokio, 6 ago (EFE).- Japón conmemoró hoy 70 años del bombardeo atómico de Hiroshima, un aniversario que quedó marcado también por el rechazo creciente contra la decisión del Ejecutivo de reinterpretar la Constitución pacifista para potenciar el rol del ejército.
El acto en recuerdo de aquél fatídico 6 de agosto de 1945 se celebró con gran solemnidad en un engalanado Parque de la Paz de Hiroshima, que contó con la asistencia récord de 55.000 personas, entre ellos representantes de un centenar de países.
Como cada año, las más de 140.000 víctimas del ataque nuclear fueron honradas con un minuto de silencio que terminó con la liberación de decenas de palomas blancas que volaron sobre el «Gembaku Domu«, la cúpula que quedó en pie tras la tragedia y que se ha preservado como símbolo de la devastación atómica.
Los participantes en el acto hicieron un llamamiento a la paz y al desarme nuclear, principales puntos en común que tuvieron los discursos del primer ministro nipón, Shinzo Abe, del alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, y de supervivientes de la bomba atómica o «hibakusha», como se les conoce en Japón.
No obstante, mientras Abe anunció que Japón liderará una iniciativa internacional contra la proliferación nuclear, el alcalde de Hiroshima y los «hibakusha» aprovecharon la ocasión para criticar la reinterpretación del artículo pacifista de la Carta Magna nipona, a la que el primer ministro no se refirió en su declaración.
La Constitución nipona «es un ejemplo para promover el camino hacia la paz en todo el mundo», subrayó Matsui, mientras que una asociación de «hibakusha» instó a Abe a retirar su iniciativa «porque podría volver a llevar a Japón a la tragedia de la guerra», durante un encuentro con el primer ministro.
Estas declaraciones son una muestra más del descontento entre la población nipona por la controvertida decisión del Ejecutivo de Abe, que por primera vez en 68 años permitirá a las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) operar en el extranjero y defender a aliados en caso de ataque.
Horas después del acto de Hiroshima, cientos de personas se concentraron en Tokio frente a la Dieta (Parlamento), donde se espera que la reforma militar del Gobierno sea aprobada en las próximas semanas, para protestar por lo que consideran el fin del espíritu pacifista de la Constitución adoptada en 1947 a instancias de la ocupación estadounidense.
Los congregados que mostraron su rechazo a la reforma de las Fuerzas de Auto Defensa portaban banderas y carteles en defensa del artículo 9 de la Carta Magna –que hasta ahora ha prohibido a Japón el uso de la fuerza para resolver conflictos internacionales– o con el rostro de Abe caracterizado como Hitler.
También se realizaron cánticos en contra de las políticas militares de Tokio y Washington en la isla de Okinawa, que alberga el 75 por ciento de las bases estadounidenses en Japón, y contra la reactivación, el 10 de agosto, de la central nuclear de Sendai, la primera que volverá a funcionar con nuevos criterios de seguridad tras Fukushima.
Desde el pasado junio, cuando el Parlamento nipón comenzó a tramitar la reforma militar, el respaldo popular a Abe ha caído casi diez puntos porcentuales hasta el 37,7 por ciento, el nivel más bajo desde su regreso al poder en diciembre de 2012, según una encuesta realizada el sábado por la agencia nipona Kyodo.
La popularidad de Abe y su Gabinete también se ha visto minada por su firme apuesta para reactivar las centrales nucleares niponas, todas ellas actualmente apagadas a raíz del accidente provocado en Fukushima por el terremoto y el tsunami de 2011.
Más de la mitad de los japoneses se opone a la reactivación de las centrales por temor a que se repita un incidente similar, según los sondeos, y las manifestaciones antinucleares han sido también habituales en fechas recientes en Tokio y otras ciudades. EFE