Powerpaola, la contadora de historias gráficas

Powerpaola, historietista ecuatoriana. Foto de Miguel Molina para La República.

Quito.- Hace pocos días la ciudad de San Francisco de Quito recibió la visita de una de sus hijas, la historietista Powerpaola (Paola Gaviria), para la presentación de su novela gráfica ‘Virus Tropical’, una de las piezas con la que se inaugura El Fakir Ediciones, el sello editora que ha impulsado Gabriela Alemán y algunos de sus amigos.

En la presentación de ‘Virus Tropical’ tuvo lugar en la Asociación Humboldt, el jueves 20 de agosto, acordamos la entrevista para el día siguiente. Días atrás Powerpaola estuvo en la Feria del Libro de Guayaquil. En realidad, esta gira ha significado un retorno a su país natal y al que la vio crecer en sus primeros años, antes de viajar por el mundo y de radicarse en Colombia.

– ¿Para presentar ‘Virus Tropical’ has regresado al país de origen?

– Sí. Nací aquí y ha sido el lugar en el que más tiempo he vivido, 13 años. Siempre volvía cada año pero desde el 2006 no había regresado. Así que sí es un poco retornar al origen.

– ¿En qué momento descubres tu habilidad como dibujante?

– Pues yo siempre dibujé, toda mi vida. Lo hacía más íntimamente, tenía libretas y dibujaba para mí. Luego cuando estudié artes me dediqué más a la pintura pero siempre dibujaba, incluso para hacer bocetos a algo. Antes el dibujo estaba visto en la Escuela de Artes como un arte menor, como si fuera el boceto de algo más grande. Entonces no lo tomé como una obra en sí misma y cuando me fui a vivir a París me di cuenta de todas las posibilidades que existían con el dibujo. Recibí el apoyo de un montón de gente que creyó en mi dibujo y ahí descubrí las historietas. Si bien siempre dibujé, lo tomé como un trabajo desde el 2003.

– ¿Y desde entonces eres contadora de historias?

– El dibujo era como una obra en sí misma, no sabía contar historias. En el 2003 descubrí la historieta, cosas pequeñas como Condorito o Quino, pero no había visto la posibilidad que hay en ese formato. En Francia me di cuenta, justamente, de todas las posibilidades de la historieta. Ahí comencé experimentos y en el 2006 ya abrí mi blog y empecé a subir historietas y a contar historias.

– ¿Y entonces vino ‘Virus Tropical’, que es tu primera novela?

– Sí, es mi primera novela gráfica. Se publicó en el 2011 en Colombia, por partes, mientras la iba haciendo. Luego en Argentina, España, Francia, Chile, Perú y este año se publica en Brasil, Portugal y Estados unidos. Después de ‘Virus Tropical’ he hecho otros libros y otras novelas gráficas.

– ¿Te sientes parte de la generación de historietistas mujeres que hacen novelas gráficas en América Latina? 

– Hay muchísimas mujeres en esto, no tanto como quisiera pero muchas. Por ejemplo, Marcela Trujillo que es de Chile, lleva muchos años haciendo historieta. Maitena que es como la Quino en mujer de la Argentina, fue publicada en todo Latinoamérica. Ella fue bien importante para todas las mujeres como un ejemplo de la posibilidad de crear. En Argentina hay muchísimas chicas: Alejandra Lunik , Sole Otero, Deluis, y cada vez hay más.

– ¿Hay problemas de distribución en este campo?

– Yo creo que en Latinoamérica recién estamos empezando, somos muy amateur. La Argentina nos lleva mucho tiempo de ventaja porque siempre han tenido una tradición de historietistas, pero con el título de novela gráfica, como una historieta de largo aliento, llevamos muy poco tiempo. Hay dificultades.

– ¿Cómo se te ocurren las historias que haces historietas?

– Pues me baso siempre en una experiencia personal, quiero materializar cosas que me han sucedido a mí. Me baso en mis recuerdos, trato de hacer cosas en el presente pero son siempre más una experimentación. Y las historias largas siempre tienen que ver con algo pasado, que lo pueda narrar, que tengan siempre un principio, nudo y desenlace. Siempre me baso en mi vida, a veces me gustaría inventarme unas historias pero no tengo esa habilidad. Entonces me parece más fácil apropiarme de las historias mías, que me suceden, y siento que cada día estoy más curiosa, como con ese chip en la cabeza, para estar mirando lo que me está sucediendo y luego ver como lo puedo transformar en dibujo.

– ¿Cuando te demoras en hacer historietas de largo aliento?

Por ejemplo en ‘Virus tropical’ me demoré tres años haciéndola, puede ser cuatro. Tres años cuando me puse a hacer página y página, pero un año de bocetos y de leer a otros autores que me influenciaban, de entender lo que quería alcanzar porque esta es la primera historieta larga que hice. Entender como lo han hecho otras personas. En mi última novela, que se llama ‘Todo va a estar bien’, me demoré cuatro años. Es un proceso muy lento y muy mal pagado en general, porque es un trabajo que mientras uno lo está haciendo no hay nadie que le esté dando un sueldo por eso. Entonces uno tiene que hacer otras cosas además del dibujo.

– ¿Te sientes parte de una tradición, en tu obra se puede verificar influencias específicas?

– Yo creo en muchos dibujantes, siempre me ha gustado mucho el arte primitivismo, el arte popular, el Art brut. También creo en gente que tiene esa necedidad de dibujar y no se cree artista, como los que están en los psiquiátricos o en las cárceles, que tienen esa necesidad de materializar algo y no están en el mainstream del arte. Siempre me ha interesado mucho en ese tipo de dibujantes. Y claro, en un monton de historietistas como  Mark Beyer, Robert Crumb y muchas mujeres, están Aline Kominsky, Julie Doucet o Manyaisa Trappy. Me influencié mucho en voces femeninas, no había leído nada de mujeres en historietas y cuando empecé a leer a mujeres me di cuenta que también había una forma de narrar que me interesaba explorar en mí.

– ¿Es diferente cuando el narrador es hombre o mujer?

– Ahora no, pero en un principio sí había una diferencia. Me parecía que las mujeres narraban de forma más detallista, no solamente en el texto sino en la imagen, que le ponían énfasis a cosas muy sencillas, muy simples y eso lo hacía muy profundo. Pero me parece que hoy en día ya no se siente esa diferencia, hay muchas mujeres que tienen una narración masculina. Tuvo que haber una generación que explorara esa cosa típica femenina y las demás generaciones, las de hoy, ya no tienen ese lastre. Pueden dedicarse a contar historias de guerra, de detectives, de aventura, ya ni siquiera las nuevas generaciones de enfocan en la autobiografía, antes era más evidente. Y hay muchos hombres que dibujan o narran de una manera muy femenina. Yo creo que esa brecha ya no es tan clara, por suerte.

– ¿Aparte de influencias en el ámbito gráfico, eres lectora de novelas?

– De hecho leo mucho más novelas que historietas, lastimosamente. Hay muchos autores jóvenes que me interesan, como Samanta Schweblin, que es argentina; Juan Cardenas, colombiano; Rita Indiana, de República Dominicana. Me gustan estas nuevas voces frescas, con una forma de narrar muy contemporánea, como Yuri Herrera de México. Me interesa mucho la literatura latinoamericana porque condensa esa mezcla de todas las cosas que están sucediendo, uno puede ver ahí la política, la comida, la música, todo ese mix que tenemos, me interesa bastante.

– ¿Cual es el sentido de contar historias? ¿Una necesidad íntima o una necesidad de conectarse con otras personas?

– Yo creo que en primera instancia si es una necesidad íntima, propia, algo que necesitas sacar, expulsar de ti mismo para poder seguir con la vida. Yo sentí cuando hice ‘Virus tropical’ que yo necesitaba hacer eso y obviamente no es lo mismo escribir en un diario para uno sólo a tener como un diálogo con los lectores y que ellos terminen rellenando esos vacíos. Los lectores a uno le devuelven una nueva mirada de lo que uno experimentó al escribir y dibujar. Creo que las dos cosas son válidas pero en primera instancia pienso que es algo que uno necesita sacarse de encima.

– ¿Cómo ha sido la experiencia de jugar con la imagen y el lenguaje simultáneamente? 

– Al principio fue difícil porque no me siento escritora, me siento más dibujante, entonces tenía un poco de nervios de escribir, no sabía si lo estaba haciendo bien o no. Todavía tengo esa sensación de que me apoyo más en el dibujo y me siento más tranquila ahí. No sabría escribir si no tengo el dibujo a lado, pero con el tiempo y gracias a mi primer lector, que era Enrique Lozano, un escritor con el que estuve casada, escribo. Cada página que yo escribía  se la mostraba y él opinaba, él no se metía en el texto para nada pero sí me decía puedes sintetizar más, puedes dar más énfasis en ciertas cosas. Como que me ayudaba a pensar las cosas desde un lugar más literario que yo no lo tenía.

– ¿Y cómo se estableció el contacto con Gabriela Alemán y la gente de El Fakir Ediciones?

– Con Gabriela Alemán nos habíamos escrito hace un par de años, ella fue invitada para ser editora de la revista de la Universidad de Antioquia de Medellín, tenía que hacer una selección de narrativa de escritores ecuatorianos. Me escribió diciéndome que ella se había enterado que yo era ecuatoriana y le gustaría que yo le enviara una historieta para esa selección, y nos mandamos algunos emails. Este año nos conocimos personalmente en la Feria del Libro de Bogotá y causalmente una escritora que se llama Hebe Uhart nos había invitado a las dos a cenar. Estábamos las tres juntas y en un momento me dijo Gabriela que tiene la idea de editar ‘Virus Tropical’ en Ecuador. Realmente era mi deseo que eso sucediera, me parecía que lo mejor que me podía pasar era estar publicada en Ecuador porque la historia es acá y acá tiene sentido. De hecho todos estos días han sido muy emotivos porque la gente se conecta de una manera mucho más intima con la historia . No es lo mismo que en la Argentina en donde sienten la historia hasta un poco exótica, porque a pesar de que es Latinoamerica y de que todos vivimos más o menos las mismas experiencias, sigue siendo algo extranjero. Me encanta Gabriela, dicen que las personas interesantes son porque se interesan en todo y ella siempre es curiosa. Lo que hace es contagioso, no se queda para ella sino que lo comparte.

– ¿En este momento estás trabajando en un nuevo proyecto?

– Pues como terminé en febrero la última novela, que me costó cuatro años, ahora estoy descansando y dedicada a la película de ‘Virus Tropical’. Yo estoy dibujándola, el guionista es Enrique Lozano y el director es Santiago Caicedo.

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