Elecciones argentinas traerían grandes cambios en economía

BUENOS AIRES (ARGENTINA), 25/10/2015.- El candidato a la presidencia de Argentina por Cambiemos Mauricio Macri celebra frente a seguidores hoy, domingo 25 de octubre de 2015, en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). "Lo que ha sucedido el día de hoy, cambia la política de este país", afirmó Mauricio Macri, en alusión a la segunda vuelta para la elección presidencial. "Tengo mucha emoción, mucha felicidad. A uno le dan ganas de agradecer. Lo que ha sucedido el día de hoy, cambia la política de este país", dijo Macri, que hoy quedó segundo en la elección a la Presidencia, según los sondeos de boca de urna y a falta de resultados oficiales provisionales. EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Argentina (AP) — Marcelo Cervigni observa un enorme tractor que planta semillas de soya en su granja mientras ojea en su teléfono celular las fotos de algunos cultivos de colza que quedaron arrasados por una tormenta de granizo ocurrida la noche anterior.

Los daños ascienden a unos 80.000 dólares, un fuerte golpe para su bolsillo, aunque dice que es menor comparado con los impuestos y las restricciones a la exportación impuestas a los agricultores por la presidente saliente del país, Cristina Fernández. Tiene la esperanza de que las prohibiciones sean levantadas por el nuevo presidente que el país elige el domingo.

«No es bueno estar en un sector cuando las ganancias están cada vez más cerca a cero», dijo Cervigni a las afueras de Capilla del Señor, un pueblo ubicado a unos 84 kilómetros (52 millas) al noroeste de Buenos Aires.

Para la economía de Argentina, desde agricultores como Cervigni, a banqueros o comerciantes, es mucho lo que hay en juego en las elecciones presidenciales del domingo.

Fernández y su difunto esposo, Néstor Kirchner, quien la antecedió en la presidencia, aumentaron enormemente el papel del Estado en la tercera economía más grande de Latinoamérica. Aumentaron el gasto social en programas de apoyo para los pobres, crearon más impuestos y regulaciones para mantener bajos los precios de algunos productos de la canasta básica como el pan o el pasaje de autobús.

Hoy, una economía marcadamente proteccionista está padeciendo muchos males: una inflación cercana al 30%, un enorme sector informal que no le permite al gobierno recaudar impuestos e ingresos fiscales, muy necesarios estos días, y el estancamiento del Producto Interno Bruto que ha imposibilitado la creación de empleo.

«Estamos hablando de una economía que no creció en cuatro años», dijo Federico Thomsen, economista en Buenos Aires. «Obviamente está desgastada».

Algunos sectores, como el agrícola, esperan que el próximo presidente plantee reformas de fondo. Pero otras industrias, como la textilera, están nerviosas por temor a perder las protecciones arancelarias y otras restricciones a las importaciones que las ayudaron a aislarse de la competencia extranjera.

Todos los sectores, sin excepción, se verían afectados por una reforma al mercado de las divisas, lo que probablemente produciría una fuerte devaluación del peso argentino. Las restricciones a la compra de dólares propició la aparición de un floreciente mercado negro, y muchas empresas se verían obligadas a comprar dólares a una tasa más alta.

La apertura de la economía también podría allanar el camino para que inversionistas extranjeros exploten ‘Vaca Muerta’, el sobrenombre con el que fue bautizada una enorme reserva de esquisto al sur de Argentina y que tiene mucho potencial más allá de la modesta explotación actual.

Aunque ambos candidatos a la presidencia han tratado de moverse al centro en su afán por conquistar al electorado independiente, en esencia representan dos visiones totalmente diferentes de la economía.

Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien que goza del respaldo de la presidente Cristina Fernández, representa el continuismo de la mayoría de las políticas económicas de la actual administración, aunque dice que hará leves ajustes de ser necesario. Mauricio Macri, el alcalde opositor de Buenos Aires, quiere liberalizar la economía, levantar las restricciones para la compra de dólares y eliminar los aranceles y protecciones a las importaciones y exportaciones.

No en vano, el voto de los sectores de la economía dependerá, en buena medida, de cómo les ha ido durante los años de gobiernos de Kirchner y Fernández, quien no puede buscar una tercera reelección consecutiva por prohibición constitucional.

Los fabricantes de ropa, calzado, y juguetes así como miles de pequeñas empresas se han beneficiado de las restricciones a la importación, que han evitado la invasión de productos asiáticos baratos. Muchos de sus líderes temen que Macri vuelva a las políticas neoliberales de la década de los 90, una época que, muchos argentinos dicen, sentó las bases para el colapso financiero del país ocurrido en 2001y 2002.

La visión desde el campo argentino, esa nación de millones de hectáreas de tierra fértil buena para criar ganado o producir enormes cantidades de soya, es distinta.

El gobierno de Fernández restringió las exportaciones de granos como maíz y trigo, huevos y leche, en un intento por mantener bajos sus precios. Pero los agricultores dicen que la política tuvo un efecto contrario: menos hectáreas dedicadas a los cultivos y, en su lugar, la producción se centró en la soya. Los precios del aceite de soya se dispararon entre 2008 y 2013, pero se han reducido drásticamente en los últimos años.

El gobierno de Kirchner vio una fuente de ingresos en la soya y creo un impuesto del 35% a la exportación tomando como base los precios mundiales. En los últimos años, campesinos enfurecidos han ido a huelga y han almacenado millones de toneladas con la esperanza de venderlos cuando los precios suban o cuando haya menos impuestos.

Tanto Scioli y Macri han prometido desmontar los impuestos a la exportación, reducir las tarifas para el maíz y el trigo y reducir gradualmente la tarifa impositiva de la soya. Ambas propuestas parecen estar basadas en la realidad de que el gobierno entrante necesita ingresos desesperadamente. La campaña de Scioli estima que hay cerca de 13.000 millones de dólares en cultivos almacenados a la espera de ser puestos a la venta.

«Los últimos 12 años han sido terribles», dijo Carlos Altieri, dueño de una granja de 113 hectáreas dedicada al trigo, la soya y la leche a las afueras de Capilla del Señor. «Gane quien gane, vamos a estar mejor que ahora». [I]

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