En Latinoamérica, la justicia tarda, pero llega

Martina Vera

Cristina Fernández esperó para dar la cara tras las elecciones del 22 de Noviembre en el intento de disimular la magnitud de su derrota, posiblemente negociada –desconocida para muchos pero evidente para otros pocos. El amo de los medios en Venezuela, Nicolás Maduro, también se tomó su tiempo para referirse a las atrocidades que su régimen incentiva, como el asesinato público y a sangre fría de Luis Manuel Diaz, un líder de la oposición ¿De qué vale la ley, allí donde colonizan los medios para vulnerarla y tergiversarla a su antojo? En los regímenes dicta-socialistas del Siglo XXI la ley no tiene valor alguno y aunque muchos se cuestionan la existencia de una justicia divina, pocos nos cuestionamos lo divina que es la justicia cuando el pueblo condena y castiga a los lagartos que utilizan el derecho a su antojo.

La Justicia llega a la Argentina

“Un país no es una empresa”, esas fueron las palabras que pronunció la Jefa de Estado saliente de la Argentina en un escueto y tardío acto público tras la derrota del 22 de Noviembre. Eso, lo dijo a pesar de saquear a la Argentina durante más de una década. Posiblemente la demora en comparecer tras las elecciones se atribuye a que Fernández de Kirchner se encontraba ocupada negociando el margen de su derrota ante Cambiemos. Algunas fuentes cercanas al partido sostienen la teoría de que Macri en realidad aventajó a Sicoli con 10 puntos –cálculos que secundaron las encuestas y los conteos de voto hasta cierta hora de la tarde, a partir de la cual, Macri descendió en picada extrañamente.

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Al parecer, ese descenso no es casualidad ni hecho aislado. Se especula que Cristina negoció maquillar las cifras de la derrota para no perder el control de su partido tras las elecciones. Macri habría cedido a ello ante el temor de que negarse instara a Cristina a terminar de incendiar el País para entregárselo en cenizas. Aquello quizá también explique que la Jefa de Estado, caracterizada por sus exabruptos y ego rimbombante, no se negara a reconocer unos “ajustados” resultados electorales. Si este suceso es real, entonces son congruentes con el récord actitudinal de Jefa de Estado que una vez más vulneraría la ley y utilizaría los medios a su antojo; esta será la última. Con el nuevo gobierno el optimismo de recobrar el control de las instituciones, la independencia de los medios y la imparcialidad de un poder judicial, es absoluta. Cristina tiene citas pendientes con la justicia.

En Venezuela, la justicia aún no llega

En Venezuela, Nicolas Maduro compareció tarde y a gritos ante los medios para responder a las acusaciones de la Unidad de Mesa Democrática que responsabiliza a su gobierno de complicidad en asesinatos, acoso y violencia en el País. Maduro evade responsabilidades en relación al  asesinato de Díaz alegando que se trata de un montaje de la oposición que no sabe qué más invertirse para derrotarlo. Atribuye el incidente a bandas violentas que se enfrentaron causalmente en el mismo lugar. En Venezuela el Ejecutivo se derroca solo y nada es producto de la fortuna, todo es consecuencia de las circunstancias. Esas circunstancias las define un Gobierno que vulnera la ley a su antojo por activa – a través de la financiación de sicarios conocidos como colectivos, el arresto y condena de inocentes, la instigación al odio y la violencia- y también por pasiva –la omisión de DDHH, la pasividad ante la criminalidad-. Aquí la cita con la justicia aún está pendiente.

Una bomba de tiempo

En Argentina la cita con la justicia apenas empieza; en Venezuela aún no ha empezado y podría hacerlo el 6 de Diciembre. Sin embargo, ese proceso peligra sobremanera en un país donde el único interprete y ejecutor del derecho es el Ejecutivo. Si los lideres cobardes de América Latina no ayudan a la oposición a garantizan el escrutinio de esas elecciones, una vez más en Venezuela se postergará la justicia. Como todo en la vida, aquello que más se posterga más sed de justicia acumula. Seguirán las cadenas mórbidas, la escasez y la violencia usurpando las pantallas de los Venezolanos y esa bomba de tiempo estallará con mayor o menor carga dependiendo del momento. Aunque tarde, la justicia no solo llegará a Venezuela sino que también se esparcirá fuera de ella.

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