Maduro combatirá al parlamento democrático

Conocía la magnitud de la censura popular, y no sabía cómo afrontarla después de sus irresponsables advertencias de rebeldía callejera. Pero la resignación no duró. Ahora repite las mismas amenazas de cuando se vanagloriaba de su fuerza y apoyo popular. Ha anunciando que antes de la renovación parlamentaria vetará la amnistía a los presos políticos, copará el Tribunal Supremo de Justicia y aprobará una ley habilitante para ignorar a la nueva Asamblea Nacional. Según “Aporrea”, el sitio web del chavismo, “Nico” plantea “retomar las 3 R al cuadrado (sic): repolarización, repolitización y reunificación” para reconstruir la mayoría. Una política de guerra contra el futuro congreso – agudizando las desgracias de los venezolanos – necesitará la represión y la fuerza.

El contrato social que las constituciones consagran instituye el monopolio de la violencia legítima para que el Estado democrático garantice el cumplimiento la ley. Por más “bolivarianas” que se digan, las Fuerzas Armadas venezolanas lo saben porque su maltratada Constitución no es una excepción. Por eso afrontan el decisivo dilema institucional de apoyar o no a un gobierno que ha perdido la razón y está a punto de convertirse en reo internacional. La cúpula castrense debe estarse preguntando si puede seguir avalando a un régimen desquiciado, condenado y corrupto, cuyos líderes terminarán denunciados ante la Corte Penal Internacional. La misma Cuba castrista, con su malvada sapiencia, su cinismo con aroma de habano y sus conciliábulos interesados con Obama y la Unión Europea, debe estar buscando como zafarse del manicomio chavista que ya no tiene nada que ofrecer a su envejecida causa “revolucionaria”.

La límpida juramentación de Macri ha evidenciado el incontenible giro de América Latina y la obsolescencia de los populismos y proyectos nacionalistas. No importa que en el Aniversario del Ejército, el Presidente Humala haya considerado oportuno elogiar a “mi General Juan Veslasco Alvarado, insigne patriota del Perú” por su gran inversión “en armamento” (¡!). La tendencia apunta en dirección contraria. Los neuróticos desvaríos de Maduro y sus menguantes petroleros del chavismo no harán sino apurar el descalabro en curso.

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