Y entonces llegó la Navidad

;aríasol Pons

Las marchas del primer semestre del año detuvieron los proyectos de ley para la herencia y la plusvalía. Marchamos muchos más de lo que se quiere reconocer, pero en el segundo semestre se dio el peor atropello a la Constitución y a la evidente voluntad del pueblo contraria a la aprobación de dichas mal llamadas enmiendas. Se hizo caso omiso de la causa de Consulta Popular impulsada por Compromiso Ecuador para que seamos los propios ecuatorianos quienes escojamos en qué tipo de país queremos vivir y se nos impuso, mediante 90 votos de los obedientes asambleístas, la voluntad de los pocos más poderosos del país. Los cambios hechos a la Constitución el 3 de Diciembre de 2015 y ya publicados por el Registro Oficial son la prueba irrefutable de la máquina atropelladora en la que se convirtió el partido de gobierno.

Para hacer frente al déficit fiscal del 2015 el gobierno se endeudó aún más, con términos misteriosos pues aún no conocemos con exactitud los contratos negociados de los préstamos a Tailandia ni a China. Sólo se sabe que no constan en el presupuesto como “deuda” sino como ventas adelantadas de petróleo. Con lo cual no sólo comprometemos la salud financiera de la población al endeudarnos por encima de nuestra capacidad de pago sino que se está comprometiendo, a priori, futuros ingresos a precios que dan pérdida y como si eso fuera poco el sistema carece de transparencia dando espacio para cualquier sorpresa. En ese contexto, nos quedamos sin plata porque el precio del petróleo se fue, casi, al suelo. A principios de año se anunciaba que el precio del barril iría bajando, pero la gente estaba en estado de negación aupada por un gobierno que dice que no controla el precio del petróleo y que frente a eso recurre a la “creatividad”. Pues ahora ya tenemos un déficit presupuestario incluso para el 2016 ya que se formuló y aprobó – a sabiendas- un presupuesto anual con premisas económicas erróneas que son: la tasa de crecimiento del PIB para el 2016 y el precio del barril de petróleo. El costo social de estas decisiones es inmenso pero los responsables, “serán los responsables”.

Este año tuvimos la visita del Papa Francisco, el Ecuador respondió con mucho fervor a la visita del Sumo Pontífice. Sus discursos, llenos de esperanza para unos y de ambigüedades para otros, alimentó de fe los corazones de la población y dejó una estela de calma que quizás no duró tanto como AP hubiera querido. Unos meses después, el gobierno, a voz del secretario jurídico de la presidencia, entró en una acalorada aclaración con la Iglesia, representada por Monseñor Arregui, a la que el solucionador de AP puso fin.

Este año tuvimos dos cancilleres. Subieron los precios de casi todos los bienes que consumimos – gracias a la implementación de salvaguardas a principios de año – así mismo subieron los costos de producción incrementando nuestra falta de competitividad debilitando nuestras exportaciones. Este año las inversiones se detuvieron justamente por haberse instaurado un ambiente de amenazante incertidumbre económica. Ahora nos amenazan con el timbre cambiario. Muchos ecuatorianos perdieron su empleo y enfrentan dificultades económicas serias. El presidente de la república estuvo fuera del país durante 49 días del año. Gracias a la escasez de dinero nos salvamos de la implementación del voto electrónico que ponía inquieto a más de uno en este país. Este año vimos en acción el “uso progresivo de la fuerza”.

La buena noticia es que la disposición transitoria de la enmienda sobre reelección indefinida para el 2017, de ser aplicada, inhabilita al Presidente de postularse nuevamente para el mismo cargo que ocupa hace 9 años. Ya se habla del poscorreismo y la necesidad masiva en nuestro país -vista en ejemplos como Argentina y Venezuela- de escoger un grupo que gobierne con sensatez, con dirección prudente basada en experiencia y habilidades y no con brújula ideológica. Y entonces llegó la Navidad con la oportunidad de pedirle a Papá Noel un saco de carbón para los que peor se portaron, abran las chimeneas.

Aún a quienes no nos gusta, Feliz Navidad.

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