Cómo es el Chiapas que visitará el papa Francisco

En esta imagen del 16 de enero de 2016, indígenas tzotzil participan en una procesión en honor del Cristo de las Esquípulas en Chajtoj, en el estado mexicano de Chiapas. (AP Foto/Eduardo Verdugo)

Cuando el papa Francisco oficie el lunes una misa con pueblos indígenas en San Cristóbal de las Casas en uno de los actos de mayor simbolismo de su visita a México, lo hará en una ciudad y un estado, Chiapas, de gran dinamismo religioso, resultado de procesos históricos que se remontan siglos atrás.

Chiapas, al igual que el resto de México, es predominantemente católico desde el periodo de la Colonia, cuando a partir del siglo XVI los misioneros españoles inculcaron la nueva fe a los pueblos originarios.

Si bien la religión en todo México exhibe diversos grados de sincretismo, en ninguna parte se manifiesta este fenómeno como en Chiapas, en el sureste, donde la fe católica se mezcló con un tenaz misticismo nativo que cedió mucho menos terreno que en otras regiones del país.

La combinación de creencias y rituales, cuyos practicantes son conocidos como «católicos tradicionalistas», encuentra su máxima expresión en el municipio de San Juan Chamula, cuyos habitantes oran en el templo de San Juan Bautista sobre un suelo cubierto por ramas de pino, pues no hay bancas, envueltos por humo de copal, una resina vegetal, y mutilan a las imágenes religiosas.

Curanderos diagnostican males de los fieles y prescriben remedios consistentes en ofrendas con velas de diferentes colores, un licor artesanal de caña o, en casos difíciles, una gallina para sacrificio.

Aunque la localidad es visitada por muchos turistas, los extraños son vistos con recelo, acaso como un reflejo heredado de los días en que misioneros protestantes procedentes de Estados Unidos llegaron a la región alrededor de 1960.

Muchos pobladores abandonaron la tradición local y adoptaron diversas denominaciones evangélicas, como la presbiteriana, la adventista y la pentecostal.

El avance del protestantismo fue considerado como una amenaza al status quo y dio origen a un conflicto sectario en que los conversos sufrieron diversos tipos de violencia, desde negación de servicios públicos hasta asesinatos.

A partir de la década de 1970 y durante tres decenios unos 35.000 residentes, la gran mayoría protestantes de la etnia tzotzil, fueron expulsados de Chamula, de acuerdo con cifras de grupos de derechos humanos.

Los desplazados se establecieron a las afueras de San Cristóbal de las Casas, unos 15 kilómetros al sureste, donde edificaron numerosos templos.

El 1 de enero de 1994, al tiempo que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio entre México, EE.UU. y Canadá, también estalló en Chiapas un efímero levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) contra la centenaria marginación de los indígenas.

Si bien las hostilidades duraron menos de dos semanas, la revuelta atrajo considerable atención internacional sobre la situación de los indígenas del sureste mexicano, y el lema del EZLN, «Un mundo donde quepan muchos mundos», fue un imán para multitud de organizaciones caritativas, políticas y religiosas de todo el planeta.

Entre los nuevos predicadores que convergieron en Chiapas figuraban misioneros musulmanes procedentes del mismo país que trajo el cristianismo a México: España.

Su mensaje encontró oídos dispuestos entre muchos indígenas, buena parte de ellos constituida por los refugiados protestantes de San Cristóbal.

Desde entonces se han producido escisiones entre los primeros conversos al islam, además de que han llegado misioneros de otros países, y a la fecha hay cuando menos tres mezquitas de corrientes diferentes en la periferia de la ciudad entre los también diversos templos protestantes.

En México están censadas apeans 3.760 personas como miembros de esa religión, una cantidad nimia en un país de 112,3 millones de habitantes.

La Ciudad de México tiene la mayor cantidad con 1.178, mientras Chiapas cuenta sólo con 110, pero con un incremento de 144,4 % respecto a los 45 del año 2000.

Sin embargo, la proliferación de mezquitas y las diversas actividades culturales y políticas en que participan los musulmanes chiapanecos desmienten las cifras oficiales y, según cálculos de expertos, hay más de medio millar solo en San Cristóbal, donde el 75 % de la población es indígena.

Es allí donde Francisco oficiará misa el lunes en un centro deportivo, evento para el que han sido repartidas 100.000 entradas gratuitas. El papa tiene previsto presidir la misa en tres idiomas nativos gracias a un nuevo decreto vaticano que aprobó su uso en la liturgia.

El primer papa latinoamericano de la historia ya ofreció una amplia disculpa por los crímenes de la Iglesia católica contra los indígenas del continente en la era colonial. El lunes irá más allá al rendir homenaje a su cultura en formas que la jerarquía local de la Iglesia a menudo ha intentado relegar, una clara demostración de la creencia del pontífice de que los indígenas deben jugar un importante papel en el México actual.

«Una mirada de singular delicadeza les pido para los pueblos indígenas y sus fascinantes y no pocas veces masacradas culturas», dijo Francisco el sábado en un discurso a los obispos mexicanos en el que les transmitió sus instrucciones. «Los indígenas de México aún esperan que se les reconozca efectivamente la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia», añadió.

La jerarquía mexicana ha chocado desde hace tiempo con la «Iglesia indígena» de la región, una mezcla de catolicismo y cultura indígena que incluye ramas de pino, huevos y referencias al «Dios del padre y la madre» en las ceremonias. Fue una tradición abrazada por el fallecido Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas y que en ocasiones se enfrentó con la Iglesia mexicana y el Vaticano por su empleo de las costumbres locales.

En esta imagen del 17 de enero de 2016, un hombre lee información bajo una foto del fallecido obispo Samuel Ruiz, colocada sobre la tumba de Ruiz en la catedral de San Cristóbal de Las Casas, en el estado sureño mexicano de Chiapas. Ruiz era apreciado por los indígenes y detestado entre las clases acomodadas y parte de la jerarquía eclesiástica. Muchos altos cargos acusaron a Ruiz de actuar en nombre de los rebeldes zapatistas en su alzamiento de 1994 por más derechos indígenas. (AP Foto/Eduardo Verdugo)
En esta imagen del 17 de enero de 2016, un hombre lee información bajo una foto del fallecido obispo Samuel Ruiz, colocada sobre la tumba de Ruiz en la catedral de San Cristóbal de Las Casas, en el estado sureño mexicano de Chiapas. Ruiz era apreciado por los indígenes y detestado entre las clases acomodadas y parte de la jerarquía eclesiástica. Muchos altos cargos acusaron a Ruiz de actuar en nombre de los rebeldes zapatistas en su alzamiento de 1994 por más derechos indígenas. (AP Foto/Eduardo Verdugo)

La misa del lunes incluirá lecturas, plegarias e himnos en los tres principales idiomas indígenas de Chiapas: tzeltal, tzotzil y chol, hablados por poco más de un millón de personas, según el último censo de México. El Vaticano ha señalado que el papa presentará el decreto oficial que autoriza el empleo de estas lenguas, unos 50 años después de que el Concilio Vaticano Segundo abriera camino para que la misa se celebrase en lenguas vernáculas en lugar de latín.

«El Vaticano II en liturgia llega por fin a Chiapas», dijo el reverendo Manuel Dorantes, portavoz asistente del Vaticano y nacido en México.

Pese a la apertura del papa, los vecinos en Chiapas dicen cree que Francisco llega sobre todo para confirmar su fe, no su status como indígenas.

«A mí me da igual por ser indígena, creo que es más por ser católico», dijo Emanuel Gómez, tzotzil de 22 años y que tenía previsto acudir a la misa. «El papa nos viene a animar el corazón y la fe, como católicos».

La visita, señaló, serviría para «levantarnos, no sentirnos despreciados por los poderosos y ricos».

Según estadísticas del gobierno, en torno al 46% de los mexicanos vivían en la pobreza en 2014. La cifra es más alta en Chiapas, donde el 76% vive en la pobreza, el 32% en la pobreza extrema.

Francisco ha insistido en que la suya es una «Iglesia pobre, para los pobres», y se esperaba que el lunes abordara los problemas de la pobreza y la marginalización. Después de la misa, estaba previsto que Francisco escuchara a un puñado de familias de Chiapas sobre las dificultades que afrontan.

«Viene a reivindicar toda una lucha de los pueblos», dijo el reverendo Marcelino Pérez, sacerdote indígena y que traducirá la homilía del papa a tzotzil durante la misa.

Consciente de la diversidad étnica y religiosa de Chiapas, donde la población católica representa 58 % del total frente al 83 % nacional, el Episcopado señaló que el papa «no viene a enfrentar a los grupos sociales, sino a tender puentes».

San Cristóbal es el hogar de dos de los defensores religiosos más importantes del pueblo indígena en la historia mexicana: los obispos Bartolomé de las Casas en el siglo XVI y Samuel Ruiz, que murió en 2011.

Ambos eran queridos por los indígenas y detestados entre las clases acomodadas y buena parte de la jerarquía de la Iglesia. Muchos cargos públicos acusaron a Ruiz de actuar en nombre de los rebeldes zapatistas en su alzamiento de 1994 para reclamar más derechos por los indígenas.

Ruiz, que formaba parte del movimiento de la teología de la liberación que barrió Latinoamérica tras el Concilio Vaticano II, intentó combatir el rápido avance de las congregaciones protestantes adaptándose a costumbres indígenas.

Una de sus medidas polémicas fue delegar mucho en trabajadores legos casados, porque la cultura local otorgaba más respeto a los hombres con hijos que a hombres célibes y sin hijos como los sacerdotes. Algunos en la Iglesia temían que los diáconos casados estuvieran asumiendo tareas sacerdotales.

En 2002, durante el papado de Juan Pablo II, el Vaticano pidió a la diócesis que dejara de ordenar diáconos. Pero con la llegada de Francisco, las ordenaciones se renovaron en 2014.

En un indicio de que Ruiz sigue siendo una figura polémica, el Vaticano declinó decir si Francisco oraría ante su tumba durante su visita a la catedral el lunes.

«Hay muchos que sienten que era más una figura política que una religiosa, a menudo ignorando que la motivación para todo lo que hizo era Jesucristo», dijo Dorantes.

  • Con textos de EFE y AP.  (I)
  • El papa Francisco se para delante de una imagen de la Virgen de Guadalupe en el comienzo de la misa en Ecatepec, México, el domingo 14 de febrero de 2016. (Foto AP/Darío López-Mills )
    El papa Francisco se para delante de una imagen de la Virgen de Guadalupe en el comienzo de la misa en Ecatepec, México, el domingo 14 de febrero de 2016. (Foto AP/Darío López-Mills )

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