El hombre que respondía cartas de Allende, historia detrás del Óscar chileno

SANTIAGO DE CHILE (CHILE), 29/02/2016.- Fotograma cedido por la productora Punkrobot Studio hoy, lunes 29 de febrero de 2016, del cortometraje de animación "Historia de un oso", del chileno Gabriel Osorio, que logró el primer "Oscar" conseguido anoche para Chile. EFE/PUNKROBOT STUDIO/NO VENTAS/SOLO USO EDITORIAL

Santiago de Chile, (EFE).- Se llama Leopoldo Osorio, tiene 86 años y, antes de exiliarse en el Reino Unido, fue el secretario privado de Salvador Allende. Su vida ha inspirado «Historia de un Oso», el corto chileno que se alzó con un Óscar tras vencer al gigante de Pixar.

El joven cineasta Gabriel Osorio, el nieto de Leopoldo, fue quien contó su vida a través de un poético cortometraje animado que relata la historia de un oso que es secuestrado para trabajar en un circo.

Hoy la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, tiene previsto recibir al ovacionado director en el Palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, para felicitarlo por haber logrado el primer Óscar del país austral.

«Quiero dedicar el premio a mi abuelo, quien inspiró esta historia. Y a todas las personas que sufrieron en el exilio», expresó la madrugada del lunes el cineasta, tras haber recibido el máximo galardón en Los Ángeles (EE.UU.).

Emocionado, Leopoldo siguió la gala desde su casa de Maipú, un municipio al suroeste de Santiago, y, con estupefacción, vio cómo su historia de destierro, que pocas veces pudo poner en palabras, daba la vuelta al mundo.

«Siento orgullo por Gabriel que pudo hacer esto», dijo a medios locales el abuelo, quien quiso alejarse del proceso de creación porque, a su parecer, «los jóvenes podían darle una mejor visión a los hechos».

Para entender el trasfondo de la cinta que emocionó a la Academia de Hollywood hay que remontarse a 1958, cuando un joven Leopoldo Osorio conoció a un carismático médico en una fábrica de Cerrillos. Se llamaba Salvador Allende y en ese entonces estaba postulando por segunda vez a la Presidencia de Chile.

Osorio trabó una fuerte amistad con quien es recordado por sus partidarios como el «Compañero Presidente», empezó a trabajar con él como secretario privado y, entre otras cosas, se dedicó a ayudarlo con la correspondencia.

«Al principio le mostraba mis respuestas para que las revisara pero un día me dijo ‘Compañero, yo confío en usted. Responda, no más», explicó en una entrevista con La Tercera.

De esa manera empezó a contestar las misivas del expresidente argentino Juan Domingo Perón o del expresidente mexicano Lázaro Cárdenas del Río, entre otros, primero con la firma de ‘senador Allende’ y luego como ‘presidente Allende’.

Un par de días después del bombardeo a La Moneda, en septiembre de 1973, Osorio fue detenido y llevado hasta la cárcel pública, un céntrico recinto penitenciario, cercano al río Mapocho, donde fueron recluidos muchos presos políticos durante los días posteriores al Golpe de Estado.

«Entraron a mi casa y empezaron a golpearme la espalda. Finalmente, un golpe en el estómago me hizo caer y me dejó inconsciente», explicó Osorio a los medios locales, subrayando la similitud del hecho real con el corto que creó su nieto, en el que se puede ver a unos uniformados apresando a animales y llevándolos al circo.

«Para mí el circo fue la Cárcel Pública de Santiago, en la que estuve preso dos años y tres meses», señaló.

Tras salir de la prisión, Osorio se exilió durante siete años en el Reino Unido, donde aprovechó para estudiar Administración Pública en la Universidad de Glasgow.

Fue ese periodo de destierro el que caló hondo en su joven nieto, Gabriel Osorio, quien vivió siempre en Chile y que en una entrevista con Efe explicó que, cuando era pequeño, tuvo que lidiar con la invisible presencia de un abuelo ausente, que sabía que no estaba muerto pero no que formaba parte de su día a día.

A su regreso al país austral tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, Leopoldo Osorio quiso pasar página y evitó compartir con su nieto los dolorosos pasajes de su encarcelamiento y exilio.

No obstante, como en la mayoría de los familiares de los 300.000 exiliados políticos chilenos durante la dictadura (1973-1990), el dramático episodio habían dejado una profunda huella en el cineasta que, en cuanto tuvo la oportunidad, se lanzó a convertir su historia en un sencillo pero sensible cortometraje animado.

La madrugada de este domingo la historia profundamente humana que marcó la historia de muchas familias chilenas trascendió fronteras y los 10 minutos de «Historia de un Oso» se transformaron, en boca de un emocionado Gabriel Osorio, en un rotundo «Nunca más» a las dictaduras. EFE (I)

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