
Barcelona (España), (EFE).- La Fundación Miró, como culminación de los actos de celebración de su 40 aniversario, ha reordenado y ampliado su colección permanente, que incluye un total de 150 piezas, con la intención de «crear una variedad de lecturas» sobre la obra de Joan Miró.
La directora de esta institución con sede en Barcelona (noreste de España), Rosa Maria Malet, junto con la responsable de conservación, Teresa Montaner, explicó hoy en rueda de prensa que la colección se ha enriquecido con la incorporación de nuevos depósitos de obras procedentes de la familia del artista y de la colección del japonés Kazumasa Katsuta.
Asimismo, se han recuperado algunas piezas clave de los fondos de la Fundación, como los trípticos «Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario», de 1968, y «La esperanza del condenado a muerte», de 1974, así como la serie de litografías «Barcelona».
La muestra se presenta en ocho ámbitos diferentes, que ponen de manifiesto la «complejidad creativa» del artista, así como los aspectos que marcaron sus investigaciones.
Se cierra, al final de una de las rampas del edificio de Josep Lluís Sert, con una nueva sala multimedia, en la que destaca un mural en forma de constelación conceptual con términos muy relacionados con Miró como tierra, París, guerra civil, Palma de Mallorca, Japón o surrealismo.
Malet considera que Miró «es un artista que identificamos de inmediato, pero requiere de un tiempo para conocerlo y ahora podremos hacerlo». En este sentido, la directora del centro dijo que espera que los visitantes descubran y sepan valorar a un «Miró nuevo» porque «siempre se pueden hacer lecturas nuevas de su obra».
La exposición, que ocupa una superficie de 1.558 metros cuadrados en las salas que el propio Miró y Sert proyectaron para acoger la colección, incluye pinturas, dibujos, esculturas, cerámica y obra textil.

Una de las ideas centrales del proyecto de reordenación es que se «restablezca» el diálogo entre las obras y el edificio proyectado para acogerlas, potenciándose la relación entre arte, arquitectura y paisaje.
«Autorretrato» (1937-1960), una obra en dos tiempos, abre la muestra, «sintetizando dos de los ejes de la nueva presentación: el paso del paisaje individual al símbolo universal y el proceso creativo del artista, que somete su trabajo a una revisión constante».
En este ámbito, «Tierra», destaca la obra «Mont-roig, la iglesia y el pueblo», de 1918-1919, enmarcada dentro del período detallista, pero también llama la atención «Mujer rodeada por una bandada de pájaros en la noche», de 1968, con un fondo que es una lona utilizada durante la vendimia para el transporte de la uva.
En «Más allá de la pintura» se exhiben diferentes obras de la época en la que el artista catalán se propone «asesinar» la pintura desde dentro como «Pintura», de 1925, o «Pintura», de 1927, donde se ponen en cuestión las convenciones y las tácticas de la representación.
Otro espacio destacado de esta reordenación es «Violencia, evasión», con obras realizadas en el exilio francés, durante la guerra civil española y, posteriormente, en 1940, al inicio de la Segunda Guerra Mundial con piezas como «La estrella matinal», de cuando el pintor experimenta un deseo de evasión de la realidad que se traduce en la serie «Constelaciones».
Los siguientes ámbitos son «Anonimato» y «Poesía y silencio», donde las obras que se exponen ponen de manifiesto la «depuración» del lenguaje de signos de Miró y su interés por la espiritualidad zen, sobresaliendo el tríptico «Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario I, II, III», que se ubica en lo que Miró y Sert denominaban una de las «capillas» del edificio.
También hay otras obras que atraen, como «Paisaje», de 1968, con un punto difuso como único elemento referencial.
Su anhelo por un arte colectivo y público se pone de manifiesto en el ámbito «Antipintura», en el que se recupera el tríptico «Mujer, pájaro I, II, III», de 1972-1973, de formato vertical e influencia japonesa.
En la última parte del recorrido, «Sobreteixims», se expone el tapiz de la Fundación, de 1979, y se pone énfasis en el interés de Joan Miró por la cultura y el arte popular, así como en la «dignidad aristocrática» que otorga a las herramientas del payés, como queda de manifiesto en «Su Majestad el Rey, Su Majestad la Reina y Su alteza el Príncipe», de 1974. EFE
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