El verdadero socialismo empresarial reconstruye Manabí

Martina Vera

Varias vidas perecieron tras el sismo y otras quedaron heridas física y moralmente. En Manta, se registra mayor movimiento pero el dolor desborda la zona cero que se halla aislada. Visitar ambas localidades propicia una mortificación palpable y genuina. ¿Cómo reconstruirán sus viviendas quienes lo perdieron todo? Nadie atina a comentar algo concreto y a tiempo; en el gobierno apenas se habla del tema esta semana. Son dos mujeres empresarias las que dieron respuestas tempranas a esa incertidumbre y a pesar de no pertenecer a la la administración ni a un partido político practican, sin saberlo, el verdadero socialismo. Aquel que dista del amorfo comunismo letárgico que destila el gobierno.

Ellas actuaron primero

Verónica Fernández conoce a los moradores de Bahía de Caráquez con memoria fotográfica y ya dispone de un censo que contempla sus necesidades tras el sismo. Es también la única que responde a mi pregunta a tiempo en esa ciudad. Ella ya coordina la construcción de viviendas en terrenos que debe conseguir a la mayor brevedad posible. Quienes se beneficien de aquello pagarán por su vivienda con términos benevolentes. En Manta, Lucía Fernández se encuentra constantemente al teléfono. Habla con instituciones, con particulares, con empresarios y con quien se le presente para idear planes de reconstrucción que amparen al informal y al pequeño comerciante.

Ambas son mujeres de empuje en una sociedad machista. Son industriales exitosas en un gobierno que ha aniquilado la competitividad. Son próximas al pueblo aunque el ejecutivo se ha empeñado en demonizar al empresario. Son también quienes reaccionaron a la necesidad de quienes yacen sin techo antes que el propio Estado. Pusieron en práctica los principios de un verdadero gobierno socialista funcional tras el terremoto: la inmediatez, la inclusión y la proximidad al pueblo. Así lo hizo también el gobierno Socialista en España tras el terremoto de Lorca en el 2011.

El verdadero socialismo

El socialismo genuino lo escenificó el Partido Socialista Obrero de España y se centró en la creación de un estado de bienestar donde la economía capitalista convive con la provisión estatal de servicios básicos gracias al apoyo del sector privado y la participación ciudadana. En el 2011, España ahondaba en la más dura crisis económica de su historia, encubierta parcialmente por el gobernante partido; el mismo que afrontó entonces el terremoto de Lorca del 5 de mayo del 2011 de forma eficiente y no de manera tardía como nuestro Ejecutivo.

El día en que la tierra sacudió Lorca, el gobierno español anunció que a través de un Decreto Ley se contemplarían ayudas de tipo personal de hasta 18.000 euros para las familias de los fallecidos y de los heridos graves. Se proporcionarían ayudas de hasta 6.671 euros al año para viviendas habituales inhabitables o que requirieran reparación. Así, desde la fecha en que se produjo el sismo, quienes perdieron su vivienda supieron exactamente qué alternativas les proporcionaba el Estado para recobrar su techo. En Ecuador, el gobierno se pronunció en esa materia apenas esta semana.

Respuesta tardía

Casi un mes después de que 28.711 personas se desplazaran a distintos albergues tras perder su vivienda, el Estado anunció medidas para facilitar la reconstrucción particular.  Quienes construyan casa en terreno propio recibirán hasta 10.000 dólares. El bono será de 9.000 dólares, siempre que se construya una vivienda que no rebase los 70.000. El estado apoyará con 4.000 dólares para el reacondicionamiento de viviendas habitables y facilitará la ínfima cuantía de 100 dólares mensuales por 3 meses para alimentación a familias damnificadas. En Lorca, ese rubro fue de 18.000 euros anuales, en crisis y en un país infinitamente más barato que el nuestro. A pesar de que esas medidas son bienvenidas, no son ideales ni llegaron a tiempo a causa de la inoperancia que genera el egocentrismo excluyente.

¿Garantías? ¡Ninguna!

Durante el excesivo lapso que tardó el gobierno en enunciar medidas, Verónica, Lucía y cientos de empresarios ya proporcionaban respuestas inmediatas a necesidades elementales. A pesar de ello, a su gremio no se lo incluyó en los equipos de reconstrucción y reactivación de las zonas afectadas por el sismo. Quienes actuaron primero no participan de manera directa en un proceso que controlan y conocen mejor que las autoridades. Aquello no solo aclara el por qué de la letárgica reacción institucional, sino que corrobora que un gobierno que excluye cuando es la vida misma la que pone en juego, no es ni será digno jamás de llamarse socialista. Así también, quedamos con escasas garantías de que el Ejecutivo no antepondrá su beneficio partidista a las necesidades de los manabitas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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