El silencio es apreciado en Cannes

Los actores Riley Keough, Sasha Lane, y la directora Andrea Arnold, Veronica Ezell, Raymond Coalson, Isaiah Stone, Mccaul Lombardi y Shia Labeouf, de izquierda a derecha, posan para un retrato a su llegada a una función de la película “American Honey” en a la 69ª edición del Festival de Cine de Cannes en Francia el domingo 15 de mayo de 2016. (Foto AP/Lionel Cironneau)

CANNES, Francia (AP) — Entre los críticos que abuchean, los fotógrafos que gritan y las ovaciones interminables, el Festival de Cine de Cannes es una cacofonía sin fin, interrumpida solo por las dos o tres horas de indulto entre el inicio de una película y los créditos de cierre.

Pero este año, en la 69 edición del festival, muchas de las cintas más memorables hicieron del silencio una virtud. La quietud no solo es omnipresente en la pantalla; es, en sí misma, un escape atesorado y deseado. La calma es el último grito.

Jim Jarmusch, un viejo proveedor de paciencia, calificó su película «Paterson» — en la que Adam Driver interpreta a un poeta que conduce un autobús en New Jersey — como «un antídoto al drama, la acción y la agitación». El filme está lleno de momentos para escuchar y de contemplación en medio del día a día de una semana promedio, y a pesar de todo esto es asombrosa.

Jeff Nichols, cuyo «Loving» (que se estrena en noviembre) presenta la historia de unos héroes modestos en la lucha por los derechos civiles, dijo que espera que el suyo sea «el filme discreto del año«. Su relato sobre Richard y Mildred Loving, una pareja de Virginia arrestada en 1957 y exiliada del estado, evita presentar un drama familiar inflado para acumular en vez, de a poco, su comedido poder.

La cinta «Red Turtle» del holandés Michael Dudok de Wit, coproducida por el famoso estudio de animación japonés Ghibli, es hipnótica con su meditación casi muda. Es una fábula mágica en la que un náufrago rumia por la vida de una isla tropical.

La ardiente aventura en carretera «American Honey» de Andrea Arnold, con la estrella en ascenso Sasha Lane y Shia LaBeouf en su mejor momento, contiene la estruendosa banda sonora y el desenfreno de la juventud. Pero el momento más revelador de la película, en la que una camioneta con adolescentes pobres recorre el centro de Estados Unidos, es un sueño de paz mientras se bañan en un lago.

Al igual que «American Honey», «Captain Fantastic» de Matt Ross (que se estrena el 8 de julio), con Viggo Mortensen en el papel un padre de seis hijos viviendo en la naturaleza salvaje del noroeste de Estados Unidos, tiene mucho que decir sobre la cultura contemporánea de este país. Su final también lleva a una pregunta: ¿Pueden ser más tranquilas nuestras vidas llenas de distracciones?

Estas cinco películas son de las mejores de Cannes este año y apuntan a nuestra profunda y persistente ansiedad.

El tema también es abordado en un filme fuera de Cannes, el documental «In Pursuit of Silence», que detalla cómo el silencio se ha convertido en un recurso precioso en peligro de extinción.

Volviendo a Cannes, claro que hubo otras películas ruidosas que se destacaron.

«Neruda» del chileno Pablo Larraín suena como una película biográfica tradicional. Luis Gnecco interpreta al gran poeta chileno en el filme, que se desarrolla a finales de la década de 1940, cuando Neruda se tuvo que ocultar por ridiculizar al gobierno. Este trasfondo es parte de la película, pero ocurre en realidad en el mundo romántico del film noir y en el reino elevado del mito. Un detective (Gael Garcia Bernal) busca a Neruda, pero la danza entre ambos podría ser producto de la propia creación del autor.

En «Hell or High Water», el director escocés David Mackenzie continúa la temática de su drama presidiario «Starred Up», pero con dos hermanos (Chris Pine, Ben Foster) que atracan bancos rurales de Texas con una misión bien intencionada. Un policía próximo a retirarse (Jeff Bridges) los sigue. El tema es familiar, pero la ejecución es excelente y el elenco estelar. Es un western moderno donde los bancos son los malos.

Nada captura el romance de las películas tanto como «Cinema Travelers», un documental sobre los cines ambulantes de India que llevan el séptimo arte a poblaciones remotas en carnavales de temporada. Es un negocio sórdido posible gracias a proyectores viejos que están perpetuamente en reparación y cintas enviadas de último momento. Pero incluso aquí, como lo muestran los directores Shirley Abraham y Amit Madheshiya, están cambiando tradiciones de hace décadas. Se pierde algo hermoso, pero el cine continúa.

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(F)

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