A veces hoy igual que ayer en América Latina

Martina Vera

Se dicta la primera condena a los responsables del Plan Cóndor, un conocido sistema de represión coordinado entre seis dictaduras militares, las de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay en los años 70 y 80. Un informe de la CIA revela que Ecuador también fue partícipe de ese complot a finales de los 80. Hoy, la herencia de aquellas dictaduras de extrema derecha fascista es pronunciada en el continente y con esta sentencia, Argentina busca pasar capítulo. ¿Ha pasado página el resto de América Latina o es el continente de hoy igual que el de ayer?

Las secuelas de las dictaduras

En América Latina, las dictaduras militares dejaron secuelas difíciles de borrar. Si bien la Argentina de Videla y el Chile de Pinochet vivieron dictaduras duraderas, sistemáticas y genocidas a diferencia de naciones como Ecuador o Perú, las dictaduras militares de todo el continente tienen puntos de encuentro. Sus lideres se auto-adjudicaron el poder ante la supuesta necesidad de imponer orden y progreso en naciones ingobernables y agitadas. Utilizaron un discurso de derecha fascista que secundó EEUU y mantuvieron una estrategia represiva hacia los “insurgentes de izquierda”. Perpetuaron también las marcadas diferencias sociales entre razas y clases que enfermaron al continente. Esos rasgos comunes dictan hoy el paso de las sociedades latinoamericanas. La pregunta es ¿cómo y hasta cuándo?

Un producto del pasado

En Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Chile y hasta hace poco Argentina, el legado de las dictaduras militares incubó gobiernos de extrema izquierda; algunos de esos, encabezados por exguerrilleros enfrentados a esos gobiernos como Michel Bachelet, Dilma Rousseff y Pepe Mujica. Otros, liderados por quienes querían seguir sus pasos en países que no padecieron dictaduras genocidas, pero sí represivas. Casualmente, pese a su rechazo a la dictadura y a las políticas de extrema derecha fascista, algunos de esos gobiernos de extrema izquierda –no todos- se convirtieron en el retrato contemporáneo de algunos de aquellos atributos que combatían. Ecuador, Brasil, Argentina y Bolivia reinstauraron la noción de que América Latina es ingobernable sin mano firme y control absoluto y explotaron el rechazo mutuo entre razas y clases sociales que fue otro fino producto del las dictaduras a las que aborrecieron. Sólo Ecuador y Argentina fueron más lejos y atacaron la libertad de expresión y la independencia de poderes del estado.

Si bien en Latinoamérica no estamos hoy igual que ayer económica, política y socialmente, no es prematuro admitir que la independencia de poderes de varios estados y la confrontación social a la que invitan sus gobiernos es más propia de las dictaduras de los 80 que algún día combatieron que de las democracias contemporáneas. Es en las urnas donde Ecuador decidirá próximamente hasta cuando esas secuelas seguirán formando parte de nuestro gobierno y si debemos o no pasar capítulo. Argentina ya lo hizo y decidió no ser igual que ayer.

 

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