
Fabián Pozo
Cuenca, Ecuador
La historia está llena de revoluciones, pues el conformismo nunca ha sido motor del progreso. La más famosa es quizá la Revolución Francesa que a grito de “Libertad, igualdad y fraternidad” terminó con el absolutismo monárquico.
Las contribuciones de la Revolución Francesa han sido ampliamente estudiadas y comentadas, pero poco se ha comentado sobre su caída, que en medio de diversos factores políticos y militares, tuvo causas esencialmente económicas: la emisión de moneda sin respaldo y los controles de precios.
Y es que las medidas económicas tomadas para enfrentar la crisis que azotaba a Francia tuvieron mucho en común con las de los gobiernos modernos: política tributaria y política monetaria agresivas.
En efecto, entre 1790 y 1793 en Francia se emitieron paralelamente a la moneda legal, 3.500 millones en papeles llamados “Asignats” –una especie de Bonos- que estaban respaldados en las propiedades que el Gobierno expropió al clero, pero que no eran líquidas, por lo que en poco tiempo perdieron el 95% de su valor.
Inicialmente, se debían emitir sólo 500 millones de libras francesas en Asignats, pero llegaron a circular cerca de 45.000 millones en pocos años. Cuando el gobierno empezó a utilizarlos como moneda para pagar proveedores y decretó su uso forzoso en 1792, se produjo una hiperinflación en los precios de los alimentos.
Para hacer frente a esto, el gobierno decidió imprimir más dinero mientras culpaba de la crisis a los comerciantes y tenderos por “acaparadores” y “especuladores”.
Inevitablemente, los precios continuaban subiendo ya que el dinero valía cada vez menos. La receta fue otra medida “moderna”, muy similar a lo que se ha aplicado en la Venezuela de Maduro: controles de precios, subir impuestos y confiscar los almacenes y propiedades de los comerciantes.
La máxima expresión de este control gubernamental fue la llamada “Ley del Máximo” que prohibía subir los precios y amenazaba con guillotinar a quienes se nieguen a aceptar el papel moneda como medio de pago.
Estas medidas únicamente consiguieron que se cierren las tiendas y que la escasez aumente, apareciendo las largas filas para conseguir alimentos. Los comerciantes prefirieron cerrar sus negocios, despedir a los trabajadores y dedicarse a otra cosa antes que recibir como pago papeles de colores sin valor.
Finalmente, los disturbios comenzaron y las revueltas por falta de alimentos acabaron con el gobierno revolucionario, pues hay leyes económicas que ningún decreto, ley ni consulta popular puede derogar.
Y el que no conoce la historia, está condenado a repetirla.