Un libro abre puertas hacia la ciencia y la tecnología a partir del arte

10 de Agosto de 2011. Joaquin Fargas durante su conferencia "La energia como motor del universo", organizada por la Fundacion YPF. Fotos: Laura Szenkierman/Tecnopolis.

Las obras del artista argentino Joaquín Fargas sirven de punto de partida hacia una exploración de diversos temas científicos y tecnológicos en un nuevo libro que acaba de editarse en Argentina y que propone la simbiosis entre arte y ciencia como puerta hacia el conocimiento.

Ya desde su portada, «Joaquín Fargas: con ciencia y arte» da muestras de estos cruces: una obra de arte basada en un código QR que, al ser activado con un móvil, remite al sitio web del propio artista, una innovación digital que se cuela en el mundo creativo.

Patricia Hakim, escritora y editora del libro, buscaba hace tres años cómo hacer una publicación sobre la obra de Fargas, que se destaca por integrar en su producción artística materiales biológicos, tecnologías digitales y elementos de robótica, entre otros.

Pero en su empresa, Hakim se topó con temas que, según contó a Efe, le resultaban «absolutamente lejanos», como la inteligencia artificial o la nanotecnología.

«Así surgió la idea de hacer un libro que apunta tanto al interesado en el arte como a aquel que tiene curiosidad por abordar los nuevos temas científicos. El arte es la llave para entrar a la ciencia y viceversa», señala Hakim.

Así, las obras de Fargas dan pie a textos donde científicos y técnicos abordan temas como el cambio climático, la biología humana, la nanotecnología o la complejidad de los archivos digitales.

Estos conocimientos fueron aportados por expertos argentinos como Luis Cappozzo (cambio climático) y Diego Golombek (cronobiología) y también por algunos extranjeros, como el físico español Pedro Serena y la alemana Karin Ohlenschläger, crítica especializada en arte y nuevas tecnologías residente en España.

«Mi arte está basado en preguntas trascendentes. ¿Qué va a pasar con la civilización humana? El arte puede tomar esa pregunta y plantear si la ciencia y la tecnología pueden ser herramientas para garantizar la supervivencia de la existencia humana», señala a Efe Fargas, cuyas obras enseñan, entre otras cosas, a comprender las propiedades de la naturaleza y a tomar conciencia de la necesidad de su cuidado.

Hakim define a Fargas, cuyas creaciones han sido expuestas en diversos países de América, Europa y Asia, como un «artista divulgador».

Fargas es ingeniero industrial y, antes de dar el salto al mundo del arte, se dedicó a la popularización de temas científicos y tecnológicos, actividad por la que ha sido reconocido por la Red de Popularización de la Ciencia y Tecnología para América Latina y el Caribe de Unesco, de la que fue director ejecutivo.

En 1990 fundó el Centro Tecnológico Interactivo Exploratorio, en la localidad bonaerense de San Isidro, para dar apoyo en la enseñanza de temas como la física, la química, la biología o la robótica de un modo creativo y participativo.

Hace ocho años creó en la Universidad Maimónides, de Buenos Aires, el primer laboratorio en Latinoamérica de Bioarte, que se define por la incorporación de «elementos vivos» a una obra, como plantas, y que incluso pueden llegar a ser modificados, mediante manipulación genética.

Es el caso de «Proyecto Inmortalidad», una obra de Fargas que utiliza células de corazón de ratón guardadas en laboratorio desde 1976 y que, gracias a la intervención de la ciencia, no envejecen, creación que en el libro da pie a un comentario científico sobre las posibilidades de que el hombre logre la inmortalidad gracias a la ciencia.

El artista reconoce que su obra no está exenta de polémicas, entre quienes afirman que eso no es arte y los que le acusan de «banalizar» la ciencia, un debate que Fargas, lejos de molestarle, le parece bueno.

«Lo mejor que le puede pasar a uno con una obra artística es que produzca algo, sea positivo o negativo, pero que no pase desapercibida», afirma.

Hakim apunta que también hay «prejuicios» respecto a la propia divulgación científica ya que hay mucha gente de ciencia que aún «mira de forma peyorativa al colega que se ocupa de la divulgación».

El libro incluye no sólo obras de Fargas ya exhibidas sino proyectos del artista que esperan ver la luz, como una curiosa «Nanogalería», una galería de arte con obras realizadas en unidades nanotecnológicas y, por tanto, imposibles de ver para el ojo humano y sólo apreciables a través de una tecnología sofisticada.

La idea es conseguir coleccionistas que en una subasta, poniendo en juego su «fe» en la ciencia, adquieran una obra de este tipo.

Fargas tiene otros desafíos en mente para plantear a la ciencia: pretende hacer una «agencia de viajes al futuro» de la mano de la investigación en crioconservación.

«Me gusta ir a esas fronteras», reconoce el artista divulgador, que avanza en su arte a base de demandar respuestas a la ciencia. EFE (I)

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