Pablo Montoya: exorcizando la violencia con literatura

Pablo Montoya, foto LaRepublica.ec

Guayaquil.- El escritor colombiano Pablo Montoya, (Barrancabermeja, 1963), ganador de la XIX Edición del Premio Rómulo Gallegos por su novela histórica «Tríptico de la Infamia», (Random House Mondadori, 2014), quien es el quinto colombiano en obtener dicho reconocimiento, junto con Gabriel García Márquez, Manuel Mejía Vallejo, Fernando Vallejo y William Ospina, asistió como invitado a la II Feria Internacional del Libro de Guayaquil: «Guayaquil es mi destino para leer y aprender» y La República tuvo la oportunidad de entrevistarlo.

Pablo es considerado uno los escritores colombianos más completos de su generación. Tiene estudios de música y de filosofía y letras, un doctorado en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos en la Universidad de la Nueva Sorbona-París. Ha recibido gran cantidad de premios y reconocimientos, como el Primer Premio del Concurso Nacional de Cuento “Germán Vargas”, la beca para escritores extranjeros otorgada por el Centro Nacional del Libro de Francia por su libro «Viajeros»; la beca de investigación en literatura otorgada por el Ministerio de Cultura que le permitió escribir «Novela histórica en Colombia, 1988-2008: entre la pompa y el fracaso». 

Su obra abarca los géneros de la novela, cuento, poema en prosa, ensayo y crítica. Su estilo se caracteriza por la sobriedad y la frase corta.

«Tríptico de la infamia» es una novela dividida en tres partes que narra la historia de tres pintores europeos: Jacques Le Moyne,  cartógrafo y pintor de Diepa; François Dubois, pintor de Amiens, y Théodore de Bry, grabador de Lieja, en los tiempos del descubrimiento de América.

Acudí con un poco de recelo a la cita con el erudito escritor. Pero, descubrí que es un hombre muy sencillo y simpático, con quien la conversación fluyó sin tropiezos, entre bromas y risas. Creó que también pesó el hecho de que  somos contemporáneos y de que sintonizamos muy bien.

MR: Usted ganó el Premio Rómulo Gallegos por «El Tríptico de la Infamia», ¿me puede contar un poco sobre eso?

PM: Esta novela comenzó hace 20 años cuando yo estudiaba en París, donde conocí a estos pintores mientras escribía el libro de prosa poética «Viajeros», y fui madurando con el tiempo a los personajes  gracias a mis visitas a las bibliotecas de Francia. Me parecía muy importante y atractivo la relación de estos pintores con la conquista de América y que era muy susceptible de ser trabajado en un libro, en una novela, en un cuento. Inicialmente pensé hacer un cuento sobre uno de los pintores, pero no lo hice, seguí consiguiendo información, leyendo sobre todo de los encuentros entre los franceses y América, porque conocemos la historia de la conquista española, pero menos la de Francia. Sobre todo, me interesaba uno de esos pintores, Jacques Le Moyne, porque había participado en una de esas expediciones de conquista, pero, su objetivo era pintar.

Él era quien hacía los mapas, él era el cartógrafo del grupo, y el que pintaba lo que veía, y me pareció muy simpático eso, porque generalmente estamos acostumbrados a pensar que los europeos venían a hacer la guerra, a conquistar, a evangelizar, y, en este caso, eran un grupo de protestantes, de hugonotes franceses que estaban siendo perseguidos en Francia y que  venían a observar un territorio donde hoy es la Florida, para ver si ahí se podían instalar y vivir tranquilamente, como en una especie de comunidad de paz, tenían un objetivo muy distinto al de los españoles que venían aquí a saquear, a arrasar.

Esta expedición francesa se instaló allí, estuvo como un año, y cuando Felipe II, que era el rey de entonces y el enemigo de los protestantes, se dio cuenta de que allí habían franceses protestantes les mandó una tropa multitudinaria y los exterminó a casi todos. Pero el pintor mío, el protagonista, Jack Le Moyne se salva. Ahora, yo recibí un correo de un señor que vive en la Florida, creo que es colombiano, que es pintor y hace tiempo que vive allá, que leyó la novela, y me dice que está muy impresionado y me pregunta que si yo vivo allá, que si no soy pintor…

MR: ¿Y no eres pintor, además de escritor, ensayista, músico y todo lo demás?

PM: No, no, no, yo no soy pintor, estudié música, pero lo dejé.

MR: Yo cuando leí tu biografía pensé sólo le falta médico y loco, porque es de todo.

PM: Yo estudié medicina cuatro semestres, luego me salí, estudié música y de la música llegué a la literatura, y dentro de la literatura, es verdad que practico varios géneros, escribo novelas, escribo cuentos, escribo ensayos, hago crítica literaria.. . A ver, yo soy un escritor que hasta hace un año era completamente desconocido…

MR: Hasta que te ganaste el premio Rómulo Gallegos en el 2015. Pero tu personalidad también es la de una persona reservada, discreta, por lo que he leído.

PM: Sí, la verdad, yo soy una persona como discreta, que no le gusta estar en los medios así como espectaculares, entonces, esto de los premios me ha hecho más visible y se están interesando por los libros pasados. «Tríptico de la Infamia» que se ganó el Rómulo Gallegos es mi libro número 20. Son cuatro novelas, siete libros de cuentos, libros de ensayo, de poesía, de crítica literaria, además soy profesor de investigación literaria en la Universidad de Antioquia.

Foto revistadiners.com.co
Foto revistadiners.com.co

PM: A fin de año va a volver a salir la primera novela mía que se llama «La Sed del ojo», que es la historia de un fotógrafo que existió en el siglo xix francés, quien al mismo tiempo que fotografiaba a la gran aristocracia francesa, y era un señor respetable, decente, por debajo de cuerdas, tenía una red de fotografías eróticas. Él era un fotógrafo muy importante para la historia de la fotografía, que descubrió muchas cosas de la fotografía, pero le interesaba ganar dinero, y se dedicó a fotografiar mujeres desnudas, y en 1860, más o menos, le hicieron un allanamiento a su laboratorio y le quemaron todas sus fotos, sólo se salvaron 22.

Y lo que propició la escritura de la novela fue que yo me encontré con un pequeño librito donde decía que ese laboratorio fue allanado y decomisaron cuatro mil fotografías y solamente existen 22. En este librito que yo vi están las 22 fotografías que se salvaron. En las viejas bibliotecas del mundo hay un lugar que se llama «El Infierno» donde están los documentos, los objetos tenebrosos, prohibidos, y en el Infierno de la Biblioteca Nacional de Francia estaban las 22 fotos. Son las primeras fotos en la historia de la fotografía que fotografían el sexo de la mujer, son fotos eróticas de modelos que abren las piernas, casi todas están vestidas, pero, se abren las faldas y el fotógrafo está fotografiando el sexo. Entonces yo me pregunté ¿porqué se salvaron estas fotos?

Y la novela intenta mostrar eso, la supuesta historia de este fotógrafo, de un policía que lo persigue. El libro es un trhiller, es un policíaco erótico donde no hay muertos, porque nadie muere, pero hay un gran crimen que es fotografiar la vagina. Es una novelita corta, tiene como 160 páginas, y tiene las 22 fotos que son a color. En esa época, los ayudantes del fotógrafo pintaban, o sea, retocaban las fotos, porque no había color, sino que las pintaban, entonces son «joyitas de la fotografía».  ¿Qué tiene que ver eso con Colombia? Porque la pregunta es esa: «¡ahy!, ¿porqué usted escribe esas guevonadas?»

MR: Pero, ¡¿quién te ha preguntado eso?!

PM: Ahhh… La gente me ha reprochado a mí en Colombia el que yo escriba sobre esas cosas. Tengo que escribir sobre sicarios, sobre narcos. Sobre lo que está de moda ¿no?

MR: Bueno, pero uno tiene que ser uno mismo. ¿Cómo quién va a escribir usted? ¿Como el vecino?

PM: Me voy a venir a vivir a Ecuador, porque si en Ecuador son más librepensadores que en Colombia... Ahora, con esto de los premios es que me están haciendo caso, pero antes decían «ese Pablo Montoya está en otro mundo», «este man escribiendo cosas sobre Francia, sobre Roma, esas novelas sobre Europa del siglo xvi»...

MR: (muerta de risa) Son unos comemierda, perdone que le diga. Entonces, es mejor que se mantenga así aparte, que sean sus libros los que hablen por usted.

PM: Sí, sí. A la gente le gusta mucho «La sed del ojo» porque están por un lado inquietos por lo que está pasando y por otro lado, con curiosidad por ver esas fotos. A mí me gusta mucho esta novela, es la primera novela que yo escribí. Yo comencé escribiendo cuentos, ensayos, y lo último que he trabajado es la novela, he escrito cuatro novelas en los últimos diez años, que son «La sed del ojo», «Lejos de Roma», que es de un poeta romano Ovidio y es sobre el exilio. Ahora, es un exiliado de hace 2.000 años, entonces en Medellín que está muy lleno de desplazados me preguntaban: ¿que tiene que ver Ovidio con Medellín y con nuestro problema? La otra novela es «Los derrotados», sobre el problema de la violencia última colombiana, y la última es «El tríptico de la infamia».

MR: Esos temas tan duros que usted toca, como en «Los derrotados», como lo del exterminio indígena, de la matanza de San Bartolomé… ¿son para exorcisar la violencia?

PM: Sí. Diste con la clave. Es como conjurar la violencia. Conjurarla, convocarla, recrearla, enfrentarla, pero, para superarla. No en todas mis novelas hay violencia, también tengo unos ensayos musicales. Digamos que mi mayor inquietud dentro de la literatura es tratar de unir la literatura con ciertos temas fundamentales, con el tema de la historia,  con el tema de la pintura, de la música, de la fotografía, con los temas de los viajes, y como se relacionan con la escritura.

MR: Creo que lo que tienes es un gran don, no es por adularte, pero me parece increíble que tengas esa capacidad para tratar tantos temas tan diversos y de una manera tan profunda, y  hacer una amalgama con ellos.

PM: Sí, y eso es lo que le ha interesado a los jurados que me han premiado. Y los jurados no son colombianos, son internacionales. En Colombia me han desdeñado de un modo impresionante, porque nunca me he ganado un gran concurso en Colombia.

MR; Acabas de ganar el Premio José Donoso, de Chile.

PM: Sí, es un premio que da la Universidad de Talca, en Chile, que lo da cada año a un escritor hispanoamericano por el conjunto de su obra, desde el 2001. Es un premio que se lo han ganado grandes escritores. Yo soy el primer colombiano que se lo gana.

MR: ¡Pero, si tú te has ganado  el Rómulo Gallegos que se lo han ganado  Vargas Llosa, García Márquez, Carlos Fuentes, Roberto Bolaño,  Elena Poniatowska, Ricardo Piglia!… 

PM: Imagínate me he ganado el premio más importante, o uno de los más importantes y en Colombia esa noticia pasó desapercibida. Ni la revista Semana ni el Espectador lo registraron.

MR: Nadie es profeta en su tierra.

PM: Como no se lo había ganado ningún escritor colombiano, como me lo gané yo, como no se lo ganó ningún escritor colombiano de esos que son como las vedettes, que ahí si les sacan completamente toda la publicidad, pero como yo soy un escritor que viene del mundo académico, del mundo universitario…

MR: Tú eres un nerd (riéndome).

PM: Yo soy un raro. ¿De dónde salió?… Cuando llegué a la Universidad de Antioquia, porque yo llegué a Medellín después de estar 20 años fuera, 11 de los cuales pasé en Paris, y como mi tesis de Doctorado era sobre  música y  literatura, los profesores decían entre ellos que yo era un músico extraviado en la literatura, decían «esos trabajos que él hace no son de literatura», después me enteré.

La universidad donde yo trabajo ahora me trata muy bien. Con todo lo que yo he ganado esos premios, la universidad me trata como a un rey. Me permite viajar por todas partes muy generosamente. Es una universidad pública, o sea que no hay que marcar tarjeta, aquí yo doy mis clases y voy a la universidad cuando quiero. Ese ambiente pesado fue cuando yo llegué, hace catorce años, pero poco a poco, uno se va acomodando y va siendo aceptado.

Nos anuncian que el tiempo se acabó y  que se tiene que ir. Yo digo que iba a hacer una pregunta más, pero él dice: » No, yo ya te conté todo, ahí resumido».

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María Rosa Jurado

 

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