Quiere encarcelar quince días al Vicealcalde de Quito por una declaración radial. René Ramírez enjuicia a Guillermo Lasso. No, el Gobierno no se volvió loco… aunque parezca. Lo que quiere es desviar la atención.
¿Pero de qué? Por ejemplo, de su propio Banco Central, que ya confirmó una severa recesión en Ecuador y predice que la economía caerá 1,7% este año. El Fondo Monetario prevé que 2017 será aún peor que 2016 y la crisis durará hasta el 2020. Los precios bajan, no porque el Gobierno redujo impuestos o salvaguardias —bueno fuera—, sino porque el ciudadano compra menos, está chiro, tiene miedo de quedarse sin trabajo. O ya se quedó. Eso provoca que los comercios vendan menos y despidan a más gente. Y esa gente a su vez deja de comprar. Y viceversa.
Sí, hoy sufrimos un círculo vicioso que el Gobierno no quiere romper, porque se niega a corregir su política económica. Y como no quiere romperlo, prefiere que no hablemos de él. Por eso monta agresiones contra militares y opositores, que son graves, pero poco preocupan al ciudadano que lo despidieron, que sufre problemas de droga con sus hijos, que le robaron hace dos días, que no consigue crédito para cultivar, que no puede pagar deudas y solo recibe Paracetamol en los centros de salud.
La realidad es testaruda: la única solución ante el círculo vicioso es romperlo. ¡Sí se puede! Pero la vía no es retroceder a recetas que causaron la crisis de 1999, sino mirar hacia adelante con una visión centrada que combine la inversión del Estado en lo social, no en la farra, y la inversión privada para emprender y generar empleo con libertad.