Javier Bozalongo: «No creo que pudiera sobrevivir mucho sin leer»

Javier Bozalongo, poeta español. Foto de La República.

Llegó a Quito para presentar su libro de relatos ‘Todos estaban vivos’ (Esdrújula Ediciones) y de poesía ‘Las raíces aéreas’ (El Ángel Editor). Javier Bozalongo (Tarragona, 1961) también es el editor y director de Valparaíso Ediciones.

Se trata de un hombre que inspira calma y que se emociona al escuchar el nombre de su maestro, Jaime Gil de Biedma. Es catalán y el independentismo no le afecta como creador de poesía. Habita el territorio del castellano y de la lengua catalana con absoluta naturalidad.

– Javier, yo tuve la oportunidad de leer ‘Las raíces aéreas’ y me dio la impresión de que en su poesía se establece un diálogo con Gil de Biedma y la Escuela de Barcelona.

– Has mencionado precisamente a uno de mis autores de cabecera que es Gil de Biedma. Yo creo que es un poeta que a pesar de que su obra es corta ha sido muy influyente en toda la poesía española a partir de la Generación del 50, que es la suya. Y también Ángel González. Yo creo que esas son dos influencias clarísimas. Ni de lejos me asomo a su maestría, pero son dos de mis autores principales. Yo vivía en Tarragona, una ciudad catalana en el noreste de España y me sentía muy atraído por todo lo que fue el movimiento de la otra sentimentalidad que luego fue la poesía de la experiencia, la que surgió en Granada. Con el tiempo tuve la fortuna de trasladarme a vivir a Granada, de conocer a esos poetas y sobre todo a Luis García Montero. Yo creo que la vida me deparó esa gran suerte de poder querer a los poetas que admiraba, ser amigo de ellos, especialmente de Luis. Me siento muy influenciado por esa corriente estética, hablando de esas generaciones anteriores. Después, he tenido mucha relación con los poetas más jóvenes de la ciudad y  de su festival de poesía, como Fernando Valverde y Daniel Rodríguez Moya. También los que nos abrieron las puertas a Latinoamérica. Creo que todos buscamos, desde distintas ópticas, una poesía que emocione, que trasmita cosas, en la que el lector se pueda sentir representado y que le hables con su mismo idioma y con un lenguaje claro y conciso. Al final de cuenta un poeta no es otra cosa que un ciudadano que mira a su alrededor o trata de ver de otra manera lo que le pasa.

– Respecto a la influencia de Granada, Luis García Montero decía que en su poesía pretende contribuir a su educación sentimental y de algún modo yo noto que a usted le interesa ese objetivo.

– Sí, claro, creo que la educación sentimental se forma tanto en lo que escribes, pero sobre todo en lo que lees y uno a través de sus lecturas va formando su personalidad, pero no sólo como lector, también como persona y como ciudadano. A mí me ha interesado mucho esa corriente, me interesa muchísimo la poesía de Luis García Montero y todo su grupo porque creo que es una estética que ha acercado la poesía a los lectores, que ha bajado a la calle con sus versos para hablarle de tú a tú a la gente, y eso, insisto, te forma no sólo como lector sino como persona. Nos han enseñado otra forma de escribir y otra forma de leer.

– Usted nació en Tarragona y vive en Granada. ¿Cómo es el proceso de la escritura para una persona que tiene dos lenguas maternas?

– El catalán es mi lengua de la infancia no es mi lengua materna porque mis padres no son catalanes de nacimiento, ellos venían de la Rioja, de otra zona de España. Pero es mi idioma de la infancia, el idioma de la escuela, el idioma con el que me relacioné con mis amigos. Y he escrito en catalán, tengo un libro de poemas prácticamente terminado de poemas escritos en catalán. Yo lo hago con naturalidad, no me afectan las cuestiones políticas que pueda haber. Cuando estoy en Tarragona hablo en catalán con mis amigos, cuando estoy en Granada hablo en castellano. Leo mucho en catalán, procuro estar al tanto más o menos de lo que va sucediendo en la literatura catalana y lo digo como algo natural.

– ¿Ha traducido sus libros al catalán?

– No, lo que he escrito lo he hecho directamente en castellano o en catalán. No he traducido de un idioma a otro. Todavía no.

– ¿Cómo es su relación con la poesía latinoamericana?

– Como editor, nos interesa muchísimo en Valparaíso. Desde el primer momento hemos apostado por la literatura latinoamericana, tanto poetas consagrados como poetas jóvenes que nos gustaban como lectores y que creíamos que debían tener representación en una editorial española. Creo que en Latinoamérica la poesía está muy viva y que hay muchos nombres por leer.

– ¿A qué poetas latinoamericanos lee?

– Entre los más clásicos, he leído mucho a José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra y Rubén Bonifaz, por hablar de los mexicanos;  a Piedad Bonnett de Colombia; Jorge Enrique Adoum de Ecuador. Hay muchos poetas. Y entre los más jóvenes, los poetas con los que me relaciono por una cuestión de proximidad y de amistad, Xavier Oquendo en Ecuador y el grupo que lo acompaña de poetas más jóvenes, Felipe Díaz Granados en Colombia, Jorge Galán en El Salvador, Ali Calderón en México, y muchísimos otros de los demás países que pienso que tienen un gran talento.

– Me preocupa la distancia que hay entre España y América Latina para difundir y consumir la poesía que se produce a ambos lados del océano.

– Yo creo que se nos vamos acercando, las redes han hecho mucho a favor de ese acercamiento, era más difícil que los libros circularan antes. A mí me da mucha alegría cuando vengo a cualquier ciudad latinoamericana, como Quito, voy a las librerías y encuentro libros españoles, pero también al revés, cuando voy a librerías en España y veo libros de autores hispanoamericanos. Creo que hemos vivido en cierto modo de espaldas y que solo los lectores muy interesados encontraban esos libros. Pero también hay grandes editores de poesía en España que viajan continuamente y se llevan libros y descubren otros valores. Siempre hay grandes nombres que son los que trascienden las fronteras con más facilidad, pero poco a poco vamos recortando las distancias. Como editor sí me preocupa este tema, que nuestros libros circulen aquí y que los de aquí circulen allí con la mayor fluidez posible.

– Me da la impresión de que vivimos una era dada a la rapidez, que no se detiene en la poesía. ¿En su labor de editor ve que la poesía sigue conquistando lectores?

– Nunca va a ser un género mayoritario, eso es evidente, y a lo mejor es bueno que así sea. Yo creo que hay lectores, cada vez hay más lectores. Yo soy un editor optimista por naturaleza y yo creo que sí, en España han surgido muchos poetas jóvenes que están atrayendo a muchos lectores, que compran libros, que llenan los recitales, y que han conseguido conectarse con ellos de otra manera, que a lo mejor lo poetas de más edad no habíamos conseguido. Yo sí creo que hay lectores, que son suficientes, nunca son demasiados, pero hay gente joven interesada por la poesía en España y distintos grupos de poetas en muchas ciudades que organizan muchas actividades, recitales continuos, y la gente acude a escucharlos y lee sus libros. Hay que ser optimista.

– ¿Cuando sintió la necesidad de escribir poesía?

– Yo creo que siempre he escrito poesía, desde muy pequeño, uno empieza ordenando papeles, imitando a otros de manera descarada. Son hojas que afortunadamente se van perdiendo para que nadie las use en tu contra. Lo que pasa es que publiqué tardíamente. No he sido un poeta precoz en cuanto a la publicación. Yo publiqué mi primer libro cerca de los cuarenta. En el momento que alguien me dijo que valía la pena. Ya estaba en Granada, ya me relacionaba con el grupo de poetas jóvenes de esa ciudad. Siempre me recuerdo leyendo y escribiendo.

– ¿Siempre hubo una cercanía a la poesía?

– Sí, siempre me intereso mucho como lector. Mi casa siempre estuvo llena de libros, mi padre era un gran lector, sobre todo de novela. No me resultaban extraños los libros, siempre estaban allí. No sabría decir un momento, pero creo que desde adolescente estaba tratando de escribir versos.

– ¿Cree que la poesía nos permite a los seres humanos sobrellevar mejor la vida?

– A sobrevivir te ayuda tener un buen trabajo y poder pagar las facturas. Pero sí es un punto de apoyo, pienso que la lectura en general de cualquier libro te ayuda a ver otras cosas, a vivir otras vidas, a mí siempre la lectura me ha acompañado. Creo que es una forma de evasión, pero también casi una forma de vida. No creo que pudiera sobrevivir mucho sin leer. Eso en cuanto a la lectura, la poesía como editor me ha ayudado muchísimo porque en un momento de mi vida cambié drásticamente mi forma de subsistencia para dedicarme solo a esto y entonces creo que estoy viviendo unos años muy intensos y muy felices gracias a la poesía, a la edición, a poder viajar y conocer muchísima gente, a encontrar libros que luego editamos. En ese sentido, sí me ha ayudado mucho.

– ¿Cuan fundamental es el papel de un editor en el ámbito de la producción?

– Valparaíso es una editorial muy joven, va a cumplir 5 años el próximo mes de febrero. Yo no sé cual sea el papel determinante del editor, supongo que el tiempo lo marcará pero uno cuando hace una colección y decide publicar unos libros sí y otros no, pues toma decisiones que luego somete a la opinión de los demás. Tratamos de acertar en la medida de lo posible con libros que creemos que pueden interesar a los lectores y en esas decisiones, que a veces son excluyentes, puedes acertar o no, pero un catálogo también es una forma de escritura. A través de un catálogo se marca una estética que puede interesar y si ves los catálogos de distintas editoriales ves un poco la tendencia, ves detrás al editor. Cinco años es muy poco, es una colección pequeña, lo hacemos con nuestra mejor voluntad, más pasión que acierto probablemente. (I)

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Por Miguel Molina Díaz

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