MOSCÚ (AP) — Para Alexis Rodzianko, es una fecha que a veces lo hace blanco de la ira de muchos rusos que no perdonan lo que su bisabuelo le hizo al zar.
Para los líderes políticos y religiosos, es un evento que hay que ignorar, si no condenar.
Y para las generaciones más jóvenes que nunca conocieron la Unión Soviética, es una parte del pasado cada vez más irrelevante, que se menciona al pasar en las clases de historia.
El torbellino que vivió Rusia en 1917 causó conmoción mundial. Su último zar, Nicolás II, abdicó y el poder terminó en manos de los bolcheviques de Vladimir Lenin. Un siglo después, casi no se conmemora el aniversario en el Kremlin.
«No le interesa a las autoridades. Se lo pasan de mano en mano, como una papa caliente», dijo el historiador Lev Lurie en San Petersburgo.
La victoria bolchevique fue celebrada anualmente por la Unión Soviética con desfiles y un feriado nacional, pero las cosas han cambiado tras la caída del comunismo.
Si bien algunos grupos de base exploran el legado de 1917, el aniversario es una situación incómoda para el Kremlin, que prefiere un relato histórico enfocado en los triunfos del país. La derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial reemplazó a la revolución como el evento histórico más relevante del calendario.
El prominente historiador británico Simon Sebag Montefiore dijo que, junto con las dos guerras mundiales, la revolución fue uno de los grandes acontecimientos históricos del siglo XX.
«Fue algo que sacudió al mundo en el plano político, cultural, artístico y geoestratégico», expresó, acotando que los excesos del stalinismo le costaron la vida a millones de personas.
«Fue una catástrofe para el pueblo ruso», dijo Montefiore.
El primer gran remezón de 1917 fue la revolución de febrero, un popular alzamiento que hizo abdicar a Nicolás II (la fecha cae en marzo desde que se abandonó el viejo calendario zarista).
El bisabuelo de Alexisi Rodzianko, Mijaíl Rodzinanko, fue un abogado de San Petersburgo –por entonces llamada Petrogrado– que ayudó a promover la renuncia de Nicolás el 15 de marzo de 1917, provocando el enojo de realistas y nacionalistas, el cual dura hasta nuestros días.
«Hay gente que considera nuestra familia algo inaceptable», dijo Alexis Rodzianko, cuyos familiares huyeron de Rusia en 1920. Él regresó para dirigir la Cámara de Comercio Estadounidense en Moscú.
Dice que todavía recibe comentarios hostiles en la internet. «La gente sigue viviendo ese momento», afirmó.
Tras la abdicación, hubo un período en el que el Imperio Ruso estuvo gobernado simultáneamente por un gobierno provisional y por el Soviet de Petrogrado, un organismo revolucionario integrado por soldados y trabajadores elegidos. Este arreglo caótico se desmoronó el 25 de octubre de 1917 (7 de noviembre del calendario actual), cuando el Partido Bolchevique de Lenin tomó las riendas del gobierno en lo que muchos describen como un violento golpe de estado.
Una fuerza política menor durante la mayor parte de 1917, los bolcheviques lograron crear un estado comunista que duró hasta 1991.
Uno de los pocos esfuerzos por conmemorar el centenario de la revolución es 1917.ru, un proyecto online del periodista liberal Mijaíl Zygar que usa las redes sociales para contar la historia de ese período en tiempo real a través de diarios, libros y cartas.
Zygar opina que celebrar el derrocamiento de la monarquía rusa es algo incómodo para un Kremlin cada vez más autoritario.
«A título retrospectivo, parece una tragedia, el fin del Imperio Ruso. Pero si analizamos a fondo lo sucedido, vemos que para la gente ese fue un año de esperanza, de creatividad», manifestó. «El de 1917 fue el año en que la historia fue escrita por la sociedad rusa».
El presidente Vladimir Putin, que acusó a Lenin de «colocar una bomba» en el estado ruso, no ha hecho muchos comentarios público sobre el tema. En diciembre advirtió que no se debía explotar políticamente el centenario.
«No podemos permitir que las divisiones, la animosidad, los insultos y las amarguras del pasado afecten nuestras vidas hoy», declaró.
La desintegración del Imperio Ruso en 1917 no encaja con la actual ideología del Kremlin, según el historiador Montefiore, porque Putin siempre contrastó la estabilidad y el crecimiento económico bajo su gobierno con la turbulencia de los años 90.
«Lo único que les interesa es el poder del estado», dijo Montefiore, aludiendo a la actual conducción del Kremlin. «En 1917 no hay nada que permita promover el estado ruso».
La Iglesia Ortodoxa Rusa, que fue reprimida violentamente durante la era soviética, tiene una postura más firme hacia lo ocurrido en 1917.
«La revolución fue un gran crimen», sostuvo el patriarca Kirill, estrecho aliado de Putin, durante un sermón en la Iglesia de Cristo el Salvador de Moscú el mes pasado. «¿Cuántas víctimas inocentes hubo? ¿Cuánto dolor?».
Las conmemoraciones oficiales del centenario están siendo coordinadas por una comisión creada por Putin, que se reunió por primera vez en enero.
Su coordinador, Anatoly Torkunov, director del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, declinó hacer declaraciones. El portal de la comisión lista 101 actos dentro y fuera del país.
Los jóvenes rusos estudian la revolución dos veces en la escuela secundaria, pero importancia de ese tema ha ido disminuyendo.
«En los últimos 30 años se ha puesto más énfasis en el estudio de la Segunda Guerra Mundial y el papel de Rusia en ella», expresó el profesor de historia moscovita Denis Lyubushkin.
Olga Gref, otra profesora de historia, dice que la revolución es cada vez más irrelevante para la juventud, que no conoció la Unión Soviética ni vio las protestas que acompañaron su caída en 1991.
«Las generaciones más jóvenes no miden su vida por los eventos de 1917. Es mi generación, y la anterior, la que lo hace», indicó Gref.
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Ekaterina Chernyaeva colaboró en este despacho desde San Petersburgo.