Carlos Figueroa: el paisaje psicológico y la desaparición de los personajes

"El señor nos ve", parque Alameda, Madrid, España

Guayaquil.- La idea «Días de 1999», la exposición de Carlos Figueroa (Guayaquil, 1992) que se exhibe en Galería DPM, nace «porque en ese año mis padres se fueron a vivir a España,  y yo trato de apropiarme de todas las experiencias de ellos para reinterpretarlas en la actualidad, no con la idea de la melancolía ni con tristeza, sino más bien, con el ánimo de activar historias en el presente».

«Reinterpretar el recuerdo es buscar al espectador, no darle un recuerdo íntimo, sino la posibilidad de que al momento de ver la obra sea como un detective que investigue la relación entre un candelabro con una cadena, o que se pregunte ¿porqué un charco de miel?», señala Figueroa, «las interrogantes que pueda propiciar son las que me interesan, el recuerdo personal es la partida para buscar, y pongo estos temas familiares más bien porque los conozco y los logro trasformar y no hacerlo cruel ni triste, sino más bien como una especia de tributo a esos «Días de 1999.»

El texto curatorial se encarga de resaltar esto: Jorge Aycart ha escrito: » (…)  Soñar acá es recordar, y recordar, en este escenario, no es dibujar los detalles precisos del acontecimiento sino salir a buscar los rastros salvajes de misteriosos personajes que, en algún momento, fueron presencia familiar y hoy son la densa desaparición que alimenta el espíritu detectivesco de quien ve e interroga”.

«El primer acercamiento que hago es a las fotos familiares con la obra `Ruinas Circulares», dice Carlos, «Muchas de las fotos que mis padres enviaron al Ecuador tenían escrito unos textos de lo que ellos estaban haciendo, en qué lugar se encontraban, qué actividades hacían, y todas estas historias yo las veía como una especie de texto y lo que hice fue empezar a acumular estas fotos que tenían estos textos y a hacer un texto ilegible, hice un paquete más o menos con 60 fotos y las escaneé y al sobreponerlas sólo quedaba el texto y se hacía algo ilegible, y este paquete lo envío a la dirección donde vivieron mis padres en España,  y lo que me interesaba era ver como yo al enviar este paquete, se pegaba todo un viaje por muchas partes. Me puse en contacto con las personas que viven ahora en la dirección que fue de mis padres, les cuento de qué va mi proyecto,  les cuento que mi intención es que todas estas historias o anécdotas regresen a su lugar de origen, como en un gesto de devolverle todas estas experiencias a España».

«Al ponerme en contacto con estas personas, a ellos les interesa el proyecto y me dicen que no quieren que quede esto en que yo les envíe algo, sino que ellos también me envíen algo a mí, y ellos me envían una cajita musical, y eso me da la posibilidad de seguir investigando y poder crear otra obra a futuro»

«Me interesa esta idea de ruina, de desecho que regresa de un pasado a un presente y en vez de darte melancolía, es algo que te ayuda a mirar al futuro. La obra se llama «Ruinas Circulares» porque veo que las ruinas de esta historia regresan a su lugar de origen.»

«Margarita y José Luis» es una obra que tiene que ver con la idea del pasaje y de que éste pueda absorber a las personas de modo que terminan desapareciendo. «Cuando mi mamá, que se llama Margarita, va a España la recibe un señor llamado  José Luis», cuenta Carlos, «quien a futuro va a ser el padrino de mi hermano. Cuando ella regresa a Ecuador pierde contacto con él, pero luego se entera de que José Luis se ha suicidado luego de que perdiera a su mujer y a su hijo en un accidente. En la obra me interesaba reemplazar a las personas con objetos, a José Luis lo reemplazo con este candelabro caído y con una cadena que es el regalo que José Luis a hizo mi hermano. Estos objetos terminan siendo como la última huella de este señor, las pinturas y los objetos ayudan a que esta historia tenga más sentido, a complementar la historia, y le pongo estos escombros, porque reflejan el dolor, la tristeza de esta persona que termina con su vida».

Sobre la siguiente obra «La tierra prometida». que consiste en pruebas de fotos y en charcos de leche y miel en el piso dice: «Estas fotos yo las veo que son como las pruebas que uno hace antes de capturar el momento de la foto, o el recuerdo de estas personas abrazadas, o haciendo algo. Con las cámaras analógicas tú primero probabas a ver si valía la cámara y luego tomabas la foto, pero como eran rollos tú  no veías las fotos, en cambio en las digitales tú puedes eliminar las fotos, pero en las análogas tú podías desecharlas, pero ellas seguían existiendo. Esas fotos físicas son las que yo comienzo a sobreponer unas sobre otras,  y las que se contraponen con las fotos, porque esas ya son los recuerdos en sí. Y lo demás es el pre-recuerdo de los recuerdos».

«Esta obra tienen que ver con la frase bíblica en la que Dios le promete a Moisés una tierra que mana leche y miel. Me interesa esta idea de que mis padres viajan a España a buscar esta tierra prometida, que les va a ayudar a conseguir leche y miel para mejores días, y me parece que los insectos que están ahí también hacen su recorrido para llegar al sitio donde está la leche y la miel. Lo que está aquí en el charco vienen a ser los residuos de los insectos, que vienen a reemplazar a las personas y tienen que ver con la idea de traslado, de búsqueda y quería que estuvieran en el piso estos charcos».

Carlos Figueroa en DPM, foto María Jurado larepublica.ec

La obra llamada «Estación Plaza España 8:45 am» alude al momento exacto del atentado terrorista que sufrió esa estación.

Carlos cuenta sobre la obra de la Estación que: «Un tío mío se reunió con sus compañeros de trabajo una tarde y se tomaron una foto al pie de la Estación España con el tren atrás, y sucede que al día siguiente mi tío no fue a trabajar y se entera por las noticias que ha ocurrido un atentado en el tren que él debía tomar y que tomaron sus amigos, muriendo dos de ellos.  Esa foto de mi tío con sus amigos es el último recuerdo de esas personas. Y me parece muy interesante la idea de lo efímero que puede ser un momento, y a las personas las termino reemplazando por objetos, como la lámpara rota, o esas nubes, que pueden señalar también humo, me interesaban estos recuerdos para alterarlos o agredirlos por el color, o por otros elementos, porque es como yo logro entender estos acontecimientos, es como la melancolía de un momento que se logra activar quince años después y termina siendo como que pasó ayer».

«El señor nos ve» es una obra realizada a partir de una  foto del parque Alameda, que es un parque madrileño donde se juntan muchos ecuatorianos. En este caso al artista no le interesa la mirada de alguien hacia el parque,  sino la mirada de alguien que está en el parque hacia el exterior. Es un extranjero que está en un parque y termina siendo absorbido por los ecuatorianos que están allí. Es la mirada de alguien extraño hacia un contexto extraño, y tiene en cuenta el paisaje psicológico y la desaparición de los personajes, porque si bien es cierto hay un silueta, no se distingue quien es y el paisaje termina siendo más importante que la persona. Le gusta agregar nuevas capas a la historia ya existente, por eso a veces recorta tela y se la pega, agrega manchas o burbujas a las obras para provocar curiosidad y dar lugar a nuevas lecturas.

Plaza España 8h45 am momento de la tragedia.

«Silvia 2000-2016 Perpetuo» es una obra sobre una amiga de su mamá en España, una joven llamada Silvia, quien un día recibe una llamada de Ecuador diciéndole que su madre ha muerto, ella quiere regresarse,  pero no puede por razones económicas, y mi mama termina tomando la postura de tutora, cuidándola, consolándola. Mi mamá regresa y pierde contacto con ella, y en noviembre del año pasado, mi abuelita tiene un accidente y fallece, y mi mamá recibe una llamada para decirle  que vaya a reconocer el cadáver al Hospital Universitario y con quien se encuentra allí es con Silvia que está trabajando de enfermera, y la recibe con esta noticia trágica y es como que los papeles se invierten después de quince años. Y me interesa como se cierra el círculo, y ahora es ella quien la cuida a mi mamá. Esto lo relaciono con este video de una vela que está encendida y otra vela que se está queriendo apagar y empieza a gotear a la que está abajo, entonces es como un juego de supervivencia, la vela trata de no ser apagada y de prender otra que está por apagarse».

 

La obra «Días de 1999» es la última que hizo, utiliza imágenes fotográficas y las va tratando de asociar con elementos que va encontrando a la mano, «es como una especie de burla, como una ironía respecto al mismo recuerdo, acá ya se trata de querer experimentar con las imágenes, en este estudio trato de buscar otras posibilidades, lo que buscaba era que se viera atractivo sin encontrarle un porqué, o también pretendo confundir, en los otros cuadros hay pistas que te dan algún sentido, en esta obra sólo están para despistarte más. Quiero alejarme de todas estas historias de fondo. Y los temas son más alegres. Las historias tristes tienen colores alegres, la de acá no, fue como sacarme el chip que tenía en la cabeza y pintar por intuición, por observación. Esta obra cierra un ciclo de muchos meses de investigación, pero a la vez me la posibilidad de encontrar otro proyecto».

María Rosa Jurado/Fotos larepublica.ec y dpmgallery.com

 

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