Maríasol Pons presenta novela «El libro de Olga» en el MAAC

Luis Fernando Ayala y María Sol Pons en la presentación de "El libro de Olga", el 15 de junio de 2017, foto larepublica.ec

Guyaquil.- Maríasol Pons Cruz realizó el lanzamiento de su novela «El libro de Olga», de Editorial El Conejo, el jueves 15 de junio a las 20h00 en el Museo Antropológico y arte Contemporáneo, MAAC.

Luis Fernando Ayala leyó las palabras de presentación del periodista Carlos Jijón, quien no pudo llegar al evento.

Jijón dice: «En Valiente Mundo Nuevo, su ensayo sobre la literatura latinoamericana, Carlos Fuentes planteó una equivalencia entre los mitos de la antigüedad y las novelas. Los mitos, decía Fuentes, nos cuentan, en medio de la penumbra del tiempo, la historia que vivieron unos pueblos, y cómo estos la transmitían a la posteridad. Gilgamesh nos cuenta la historia del pueblo sumerio. Hércules existió realmente, y su epopeya nos narra la dureza de la sociedad espartana. Aquiles y Héctor se enfrentaron una vez al frente de las murallas de Troya, de la misma manera que una tarde José Aracadio Buendía mató de un lanzazo a su compadre Prudencio Aguilar porque adivinó que su mujer Úrsula Iguarán era todavía virgen tras un año de matrimonio en el naciente Macondo por temor a que los hijos les nazcan con colas de cerdo».

«En ‘Cien años de soledad‘, Gabriel García Márquez nos explica la historia de Colombia, y la de América Latina, la guerra civil entre conservadores y liberales, la hojarasca de los gringos y su compañía bananera, de una manera que nunca podremos olvidar. Como en la “Guerra del Fin del Mundo”, Mario Vargas Llosa, nos recuerda la rebelión de Canudos contra la naciente república del Brasil, y por qué los más pobres se levantaron contra la modernidad, con una lucidez que nos permite entender el populismo».

(…) “El libro de Olga”, la segunda novela de Maríasol Pons, a mi entender se inscribe en esa dinámica de llegar a la novela como una manera de perennizar lo que piensan, sienten, viven los hombres en un momento determinado».

«Mariasol Pons lo hace de manera particular. Se trata de la novela de una guayaquileña sobre la vida de una mujer bajo la dictadura de los Ceaucescu, en Rumanía, antes de la caída del Muro de Berlín. Aunque empieza después del año 2.000 con un joven rumano que regresa de un fin de semana de marcha en Madrid, y termina en el mismo escenario, la novela nos cuenta la vida de Olga, desde que nace, en la opresiva dictadura del matrimonio Ceaucescu, y cómo crece, conoce el amor y el desamor, descubre el sexo y se desarrolla vitalmente en una sociedad en que expresar lo que se piensa puede significar la ruina, y cómo los ciudadanos pueden amoldarse y acostumbrarse a vivir sin libertad, aunque añorándola siempre».

(…) Pero sobre todo nos describe el ambiente asfixiante de una sociedad en la que para mantener un empleo, y sobrevivir, hay que callar, y rendir pleitesía a un tirano representado por unos rumanos que no tienen otro camino que hacer suya la representación de la tiranía. 

 “El libro de Olga” es una metáfora de los días de hoy. Puede ser una metáfora esperanzadora, si uno considera que los amigos de Olga logran ver la democracia en su país, aunque ella la ve de lejos, porque ha logrado ya huir a España. Pero, esas son las novelas, como las concibió Carlos Fuentes. Mitos modernos, ficciones que transmiten verdades, como teorizó Vargas Llosa. Incluso en el relato de una novelista guayaquileña sobre la vida de una rumana».

Ante la pregunta de ¿porqué Rumanía? Mariasol contesta que es fanática de Drácula, que Drácula la llevó a Transilvania, y a conocer la opresiva sociedad rumana que inspiró su novela.

«La opresión convierte a la masa en autómata», dice Mariasol, «el aparato estatal manipulador crea mecanismos de distracción para que los individuos nos desconectemos los unos de los otros y abandonemos el pensamiento crítico. Esa es la mayor amenaza de un opresor: el querernos alejar de nuestras ideas y el querer adoctrinar a los más jóvenes para robarse el futuro. Es importante reconocer que si los individuos no resaltamos nuestra humanidad, esta puede ser fácilmente vulnerada por las presiones externas, lo vemos en la historia de la humanidad y los vemos también en los experimentos de obediencia de Stanley Milgram, así como en otros experimentos psicosociales que demuestran que cuando el ser humano distrae la atención de sus convicciones,  puede ser capaz de decir y hacer cualquier cosa».

«Escribir sobre el proceso individual de Olga me llevó al proceso de pensar sobre la vida que se quiere vivir y la vida que se puede vivir, así también sobre los sacrificios que requiere la lucha por el respeto de la libertades y el orden de la escala de valores, la frecuente distorsión de los principios así como el frecuente uso de palabras vacías, puede desorientarnos acerca de lo fundamental del respeto mutuo y el valor de la vida, ningún estado debe perseguir a sus ciudadanos, y eso es fundamental».

«Agradecer que la autoridad de un gobierno y su cuerpo legal reconozca derechos mínimos, ya es una señal de que algo anda mal, la autocensura ya es enfermedad. El libro de Olga me acompañó cerca de tres años, cuando lo termine viví una especie de duelo no solo porque extrañaba a sus personajes que ya de alguna manera formaban parte de mi vida, sino por que me dejó un sabor muy agridulce acerca de las lecciones que nos deja la historia y que mucha veces escogemos no recordar. El drama de fondo es que la creatividad y el mundo de las ideas se van apagando en los entornos opresivos, y eso se refleja en el espíritu del ser humano que cada vez se acostumbra a menos. Lo increíblemente admirable son los personajes de la historia que aún en la mayor opresión, no se dejan silenciar y buscan la forma de hacerse escuchar. Creo sinceramente que el ser humano debe brillar para crear para pensar para sentir pero sobre todo para ser por sí mismo, y jamás ser controlado por otro», concluye Mariasol.

 mrjc

(G)

Más relacionadas