El 2018 promete

Después de un 2015 sin casi crecimiento, un 2016 de contracción y un 2017 de lenta recuperación, podemos esperar que el 2018 se acerque a los niveles de crecimiento que vimos hace algunos años.

¿Qué es lo que invita al optimismo? Pues varias cosas, la primera es el mayor crecimiento de la economía mundial desde antes de la crisis del 2007, el FMI pronostica que la economía del mundo va a crecer a un 3.9% y lo que es aún más importante, que en ese crecimiento van a estar alineados los países desarrollados y en vías de desarrollo, pues prácticamente se espera que todos las naciones crezcan, con algunas excepciones como Venezuela.

La segunda causa para el optimismo en el caso ecuatoriano es la devaluación del dólar, medido contra una canasta de monedas relevantes este perdió un 10% de su valor durante el 2017 y en lo que vamos del 2018 ha bajado otro 3%, con previsiones de que baje aún más. Esto está relacionado con el buen desempeño de la economía global, el dólar estadounidense es considerado como un refugio al que acuden los inversionistas cuando están asustados; en momentos de crecimiento por el contrario los inversionistas prefieren activos con más riesgo y por ende lo dejan. ¿Por qué nos beneficia una moneda menos fuerte? Pues porque nuestras exportaciones bajan de precio relativo y el país se vuelve más barato para visitar y para invertir.

El otro aspecto favorable que podemos esperar durante 2018 es un buen precio para varios de nuestros productos de exportaciones; empezando con el petróleo, gracias al acuerdo para reducir la producción alcanzado por la OPEP y algunos otros productores, vemos que el precio se ha recuperado hasta niveles que son razonables, no se puede esperar un barril de petróleo a más de 100 dólares como en la época de Correa pero un rango de 60-65 dólares igual sería suficientemente bueno para el país dado que el presupuesto del 2018 se lo hizo con un precio de 42 dólares. Otros productos importantes como banano, camarón, cacao o atún tienen buenas perspectivas de precio de cara al resto del año.

Esto no quiere decir que no haya nubes en el cielo, conflictos bélicos que se salgan de control, riesgo político en varios países y una administración como la de Trump que resulta impredecible, son todos problemas que el mundo debe afrontar. El otro aspecto que tendrá un impacto en todas las economías (y Ecuador no es la excepción), es la subida de los tipos de interés en varios países: EEUU planea tres subidas durante el 2018, Reino Unido una cantidad similar y posiblemente también veremos subidas en la Unión Europea y Japón. Esto significa que será más caro endeudarse, lo que nos lleva al principal problema de la economía ecuatoriana, su persistente déficit fiscal. Aunque el actual gobierno ha hablado de austeridad y de reducir el déficit, por ahora no ha mostrado resultados y continúa con una política de endeudamiento agresivo. Parte de este endeudamiento está relacionado con la inminente subida de los tipos de interés en los países desarrollados, es por eso que en enero de este año Ecuador emitió $3.000 millones en bonos, pensando en que en el futuro será más caro hacerlo.

Dado que el entorno externo parece favorable para el crecimiento económico del país, la pregunta es que está haciendo el gobierno para aprovecharla. Los primeros meses del gobierno de Lenín Moreno hemos visto una continuación del modelo insostenible de Rafael Correa, donde la coyuntura política primó sobre el pragmatismo económico. El escenario post consulta permite al gobierno alejarse de la política económica del pasado y empezar a tomar medidas serias para reducir el déficit y realmente convertir al sector privado en el motor de crecimiento del país.

El único aspecto donde la política económica actual difiere de la anterior es en materia de comercio exterior, con un ministro que es claramente contrario a ciertos funcionarios del gobierno anterior que permanecen en sus puestos. Con una economía mundial en crecimiento, los acuerdos comerciales que debimos haber firmado se vuelven más importantes, con inversionistas dispuestos a asumir más riesgos y un dólar más barato deberíamos ver crecer la inversión extranjera y el flujo de turistas, sí somos capaces de atraerlos.

El gobierno de Moreno es por ahora una especie de Frankenstein formado por elementos que claramente tienen visiones opuestas en materia económica. El reciente triunfo político de la consulta popular y el buen entorno externo parecen ser el momento ideal para que el presidente reorganice su equipo y se enfoque en desechar políticas que fracasaron bajo el correísmo y adopte medida que nos permitan aprovechar el buen momento de la economía mundial.

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