El Foro Económico Mundial se cita en Sao Paulo con una América Latina cada vez más favorable al mercado y que en los últimos años ha ido escorando hacia una derecha que empieza a abandonar el proteccionismo de inicios del siglo XXI.
Nacido en 1971 en Davos, al pie de los Alpes suizos, la edición latinoamericana del foro se celebrará por tercera vez en Brasil, donde ya se había reunido en 2006 (Sao Paulo) y 2011 (Río de Janeiro), pero encontrará al país en una situación completamente distinta, que de alguna manera refleja lo sucedido en la región desde entonces.
El Brasil de 2006, gobernado por Luiz Inácio Lula da Silva, y el de 2011, que presidía la luego destituida Dilma Rousseff, dejó atrás la búsqueda de un socialismo democrático y hoy está en manos de una centroderecha encarnada por el mandatario Michel Temer y favorable a los postulados del Foro Económico.
En la nueva agenda brasileña priman la búsqueda de una economía más liberal, con reformas que han acabado con el proteccionismo en el mercado laboral y limitado el gasto público, y apuntan a reducir la presencia del Estado en la actividad económica.
En ese mismo camino, que incluye planes de privatizaciones y una mayor apertura a los capitales extranjeros, se encuentran varias de las economías más importantes de América Latina, como Argentina, Perú, México y ahora Chile, con el presidente Sebastián Piñera, quien sucede por segunda vez a la socialista Michelle Bachelet.
Esa nueva alternativa ha encontrado la resistencia de sindicatos, movimientos sociales y la izquierda en general, que tanto en Brasil como en Argentina se han plantado contra esas reformas, que aún así se han impuesto en medio de cuadros sociales altamente conflictivos.
Al mismo tiempo, el llamado «eje bolivariano» ha perdido peso en los últimos años y hoy se limita a Bolivia, Nicaragua, Cuba y Venezuela, esta última en medio de una creciente crisis política, social y económica.
A la izquierda siguen también encuadrados Ecuador y Uruguay, aunque con posiciones más moderadas y un coqueteo con los mercados que también mantiene el Gobierno boliviano.
El cuadro regional para fines de este año pudiera verse alterado con las elecciones en Costa Rica, Paraguay, Cuba, Colombia, México, Brasil y Venezuela.
En Costa Rica, habrá una segunda vuelta el 1 de abril y los sondeos otorgan ventaja al predicador evangélico Fabricio Alvarado, representante del conservadurismo religioso que ya se impuso en la primera consulta.
En Paraguay, que irá a las urnas el 22 de abril, el favorito es el conservador Mario Abdo Benítez, candidato del gobernante Partido Colorado, que desde hace décadas domina la política de ese país.
Colombia tendrá en mayo a unas elecciones con un fuerte impacto regional, pues muchos analistas políticos sostienen que de ellas pudiera depender el futuro de los acuerdos de paz alcanzados con la guerrilla de las FARC.
En julio le tocará el turno a México, que según la mayoría de los sondeos iniciales puede llevar al poder al izquierdista Andrés Manuel López Obrador, lo cual añade un punto de incertidumbre a la región y sobre todo a la relación de ese país con el Estados Unidos que preside Donald Trump.
En octubre, Brasil celebrará sus primeras elecciones desde la destitución de Rousseff y bajo la sombra de los graves escándalos de corrupción de los últimos años, que pueden llevar a la cárcel antes al favorito Luiz Inácio Lula da Silva.
Las dudas sobre la situación jurídica del líder más popular que tiene el país ya planean sobre estos comicios, que según muchos analistas pueden ser los más inciertos de las últimas décadas en la primera economía regional.
Los casos de Cuba y Venezuela tienen sus propias peculiaridades. En la isla, será elegido en abril el sucesor de Raúl Castro, lo cual no reducirá el poder de un Partido Comunista que controla todos los resortes del poder desde la revolución de 1959.
En Venezuela, principal aliado estratégico e ideológico de Cuba, habrá nuevas elecciones en mayo, pero nada hace suponer que haya cambios y el presidente, Nicolás Maduro, se perfila como claro favorito para unos comicios a los que la oposición no se presentará, por una alegada falta de garantías democráticas. EFE