«Espacios Particulares» confluyen en espacio «Violenta»

Guayaquil.- Espacio cultural «Violenta» exhibe en estos momentos la muestra de 9 artistas quiteños denominada «Espacios Particulares«, en la calles Villavicencio 609 entre Maldonado y Gómez Rendón.

Francisco Suárez, director de  «No Lugar» le explica La República que las obras que se encuentran expuestas «son las obras terminadas que ya exhibieron en Quito, en diciembre del 2017, en la Galería +  Arte, de Gabriela Moyano, la misma que exhibe el trabajo de artistas emergentes en la capital.

«Espacios particulares», continúa Francisco, «fue una muestra de cierre que se realizó en el marco del «Programa Nodo», que es un programa de artistas realizado por «No Lugar» en su Primera Edición. L0 que hicimos fue una convocatoria pública en la cual seleccionamos a un total de 9 artistas de artistas para que tengan una casa de taller donde pudieran desarrollar sus proyectos de investigación y producción artística, durante ocho meses. La casa está ubicada en el centro de la ciudad, en el barrio América que es un barrio Art Deco donde anteriormente funcionaba la residencia del No Lugar, pero en el 2017 dio paso al programa «Nodo».

«En dichos meses, se realizaron diferentes actividades como forma de acompañamiento, seguimiento y curaduría de las obras de los artistas, como talleres en los que se invitaba a artistas de mayor trayectoria, o a gente relacionado al campo del arte como desde la museología, o desde la curaduría, etc. Aparte de eso, se hicieron talleres de lectura en los cuales  se debatía sobre diferentes textos de arte contemporáneo de manera colectiva. Nosotros nos encargamos de dar algunos talleres como coordinadores del «Programa Nodo»,  y también en el marco del programa se realizó un Simposio Cultural de Curaduría, en el cual se invitaron a cuatro curadores internacionales para dar una charla en la Universidad San Francisco y aparte hacer sesiones individuales con los artistas, para que les dieran un feed back sobre su trabajo».

«Durante este tiempo se vio una fuerte evolución del trabajo de los artistas y diferentes cuestionamientos en cuanto a los proyectos que tenían y con los que aplicaron para el programa  y una vez que se cerró con eso la Primera Edición del programa se habló con «Violenta» para itinerar la muestra a Guayaquil».

Paula Arias, foto larepublica.ec

Paula Arias se presenta como una artista visual y plástica, con estudios en Buenos Aries, Argentina, quien desde el año 2010 que regresó a Ecuador, empezó a llevar su carrera desde quito, su ciudad natal, «comencé haciendo una clínica de obra con la Galería «No Lugar» y seguimos trabajando y luego participé cuando abrieron la convocatoria del «Programa Nodo». Ya habíamos trabajado con el colectivo «Los Chivox» desde «No Lugar» en otra ocasión,  y hubo la apertura para que se pudiera traer la muestra. Mi obra se llama «Fuego interior» y habla de cómo comunicamos con nuestro interior, cuáles son nuestros diálogos, y lo que quiere es, a través del color, de una forma muy amorosa y sutil, entrar en el interior de los espectadores y darles un punto de encuentro, que tenga comunicación con ellos. La investigación sigue todavía en desarrollo, lleva un año y medio todavía está en curso, es una investigación que pasó del estudio del color y ahora al estudio de la forma. De a poquito está también pasando de la Bidimensión a la Tridimensión, salir del despliegue de color a la forma, vamos a comenzar a percibir la tercera dimensión y como somos seres tridimensionales, que nunca empiezan y nunca terminan».

La artista Brenda Vega nos muestra su obra que se llama «El ser digital», y nos dice que: «Este es como el final de la otra obra del mismo nombre que hice antes en video dentro de la residencia que tuvimos el año pasado con el «Programa Nodo», que empezó con un manifiesto. Eran como palabras dispersas y como una exploración primera, y esto fue el final que tiene una seudo conclusión, que es que el ser digital convive en el mundo material, pero sigue dejando rastros en el mundo digital, entonces, oscila, entre este mundo donde nosotros habitamos y el mundo digital, por eso,  estos autorretratos tienen estas fragmentaciones, porque quiero convivir en los dos mundo, la obra rosada es un autorretrato tejido a mano, y luego enmarcado, esto porque de alguna manera quiero convivir en los dos mundos, la otra que tiene el lienzo partido, es así porque no quiero que mi rostro se vea cien por ciento, hay una idea de mi ser digital, de mi mundo material, y luego la verde que es lino que está cosido a mano, entonces es dejar rastros de este ser que no sabe donde está parado, estamos mucho tiempo conectados, pero a la vez como que queremos conectarnos con la naturaleza, aquí hay menos naturaleza, hay más narcisismo, más autorretrato, más conceptualización hacia uno mismo, como preguntarse ¿quién es uno?, y eso no tiene un cierre».

 

 

María Rosa Juado, fotos larepublica.ec

 

 

 

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