Reajuste mental

Pareciera que no percibimos la influencia de la tecnología presente y futura.   No destruirá empleos, pero sí los cambiará.  Pronto podremos imprimir lo que queramos comprar desde nuestras casas en impresoras 3D.  Las cirugías se ejecutarán a control remoto y nos transportaremos en vehículos eléctricos que se conducen solos.  Innovaciones como estas, transformarán el comercio.

No podemos continuar discutiendo si se requieren flexibilizar las modalidades de contrato de trabajo en un mundo en el que las empresas más importantes ya no requieren que sus trabajadores asistan a laborar a un sitio específico.  Las fábricas no son como las del siglo XIX.  La mayor parte de la fuerza laboral se orienta al servicio al cliente.  Las habilidades más requeridas en este momento son las tecnológicas y la resiliencia.

Unas mil millones de personas cubren sus necesidades básicas de alimentación gracias al comercio internacional.  América Latina genera los productos agroalimentarios que el mundo requiere.  Por eso nos ha resultado provechoso el acuerdo con la Unión Europea.

Vivimos un mundo globalizado en el que las fronteras están desapareciendo.  Si queremos comer de ese pastel, debemos poder sentarnos en la mesa de los grandes, estructurando un ecosistema amigable para los negocios de la próxima década.  Eso significa firmar nuevos acuerdos comerciales para venderle más a otras naciones y modernizar el software de comercio exterior para agilitar los trámites aduaneros.   También bajar a los aranceles.  Los tenemos en un promedio superior al de la región.

En ese ecosistema debe haber respeto al derecho a la propiedad, la propiedad intelectual y a los derechos humanos.  En definitiva: seguridad jurídica.  Sin cambios constantes en las reglas del juego la que permitirá la innovación. No estupideces como Yachay (con tufo a corrupción) o la Ley de Comunicación promulgada para reprimir la verdad sobre la corrupción.

La seguridad jurídica evita que fuguen los cerebros que preparamos.  Para que no se muden a los países que sí respetan los derechos de la sociedad civil, permitiéndoles a los ciudadanos trabajar e innovar.  El respeto al Derecho también atrae cerebros.

Vivimos la cuarta revolución industrial.  Deberíamos estar más interconectados entre los países de la región a través de banda ancha y sistemas de itinerancia (roaming) que no sean costosos.  Para facilitar los negocios.

Así mismo la tecnología nos debe servir para una mejor rendición de cuentas que permita una gobernabilidad democrática sin corrupción, narco dictaduras o cleptocracias; posibilitando la transparencia y a la persecución a nivel internacional de los delitos del crimen organizado.

El comercio es sinónimo de paz.  Cuando hay comercio se soluciona la pobreza y los consecuentes problemas que tenemos en la frontera norte.

Latinoamérica es el futuro, pero somos inflexibles.  Tenemos todo para prosperar.  Es necesario abandonar la mentalidad de las instituciones públicas extractivas administradas por corruptos o negligentes que evitan el desarrollo del individuo para mantener el control totalitario sobre él.  Requerimos pasar a las instituciones inclusivas, que no exploten al ciudadano en beneficio del gobernante de turno.  Inmediatamente.  De ello depende nuestro futuro a corto plazo.

Más relacionadas