La motivación

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

En todas los países en las que no existen estímulos para trabajar, se promueve la ociosidad.  Ejemplos actuales: Cuba y Venezuela.  Ejemplos del pasado: Unión Soviética.

La falta de incentivos asesina la innovación. Si el empleado de una fábrica de propiedad social soviética proponía una forma de mejorar la producción existían dos posibilidades: que su idea falle, en cuyo caso lo enviaban a Siberia; y si la invención funcionaba, no pasaba nada.  El empleado ni su familia prosperaban a menos que hicieran méritos en el partido comunista.  La motivación para progresar produciendo era inexistente.   Esa es la causa por la que el modelo de la propiedad social de los medios de producción colapsó en todos los países en el que se lo aplicó.

Analicemos a la mayoría de las empresas públicas del Ecuador.  Como nadie es el propietario, no existe motivación para que los servidores públicos las administren correctamente.  Su mentalidad es que si los números siguen en rojo, siempre se les podrá pedir a los contribuyentes que paguen más impuestos.

Adam Smith mencionaba en su libro La Riqueza de las Naciones que “en las ciudades comerciales e industriales, donde las clases más bajas del pueblo son mantenidas esencialmente por la inversión del capital, son en general laboriosas, sobrias y prosperas…En la ciudades que viven del gobierno y en las que las gentes modestas son mantenidas por su gasto, resultan por lo general perezosas.”

Cuando predomina el capital, prevalece el trabajo; cuando lo hace el ingreso, se impone la pereza.  Los capitales crecen con la moderación y disminuyen con el despilfarro y el desorden.

El capital de una persona solamente puede incrementarse con el ahorro.  Todo lo que ahorre, lo añade a su capital.  Lo puede reinvertir en su negocio para que sea más productivo o lo puede invertir en el emprendimiento de otra persona a cambio de rentabilidad.  Los dos casos crean empleos adecuados.

Si la conducta de la sociedad es castigar el ahorro y alimentar al perezoso con el dinero del trabajador, no solamente tiende a empobrecerlo a él, sino al país.  Por eso es que el bono al desarrollo humano nos perjudica a todos.

Si en un país se fomenta la improductividad, el dinero saldrá en dirección a lugares donde el capital sea rentable, a pesar de cualquier restricción para evitar su salida.

Buena parte del ingreso del sector público del Ecuador se dedica a mantener trabajadores improductivos.  Como esas personas no producen, viven del trabajo de otras personas.  Si se multiplican innecesariamente, consumirán vía impuestos una cuota tan importante del capital de los contribuyentes, que terminarán haciendo desparecer a los trabajadores productivos.

Motivar la productividad, competitividad y el ahorro es el reto actual.

 

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