El reino del Prohibido Olvidar

María Alejandra Cevallos
Quito, Ecuador

Se han cumplido ya ocho años desde que el Presidente de la República Rafael Correa, junto a su equipo de asesores, decidieron contar una historia como nunca antes se había contado.

Era el 30 de septiembre de 2010 y un sector de la población estaba inconforme con el veto presidencial sobre una ley que les regulaba. Rumores iban y venían. Deciden hacer una protesta nacional generalizada. El Presidente de la República sale a “apaciguarlos” y como resultado de sus acciones, se terminó provocando una “revuelta armada”.

Días después, esta “revuelta” se convertiría, según la versión oficial, en un golpe de Estado armado, que con el paso de las semanas terminaría siendo un golpe de Estado blando.

Existieron factores decisivos que influirían en la necesidad de contar una historia. Se veía en las encuestas y sondeos de opinión que la popularidad del Presidente y su nivel de aceptación descendía, era urgente tomar acciones que permitan generar un sentimiento de empatía y solidaridad hacia el Presidente. Su equipo se habrá roto la cabeza pensando en qué hacer.

De repente se da el contexto político-social que se necesitaba. El clima de opinión estaba en su punto. Se iba a ensayar una obra nunca antes preparada.

– Para aquellos que no han oído antes hablar del storytelling, esta es una técnica del Marketing en la que se cuenta una historia, ésta debe generar un enganche con el personaje que la narra y sus espectadores. La historia debe lograr una conexión emocional, de manera tal que te llegue al corazón y a la cabeza. Trata de conectar lo racional con lo instintivo. Así las decisiones que la audiencia tome, las hará con el corazón a través del sentimiento, y no con la cabeza.

Volviendo a nuestra historia, se inicia el show: Llega el Presidente al recinto de los servidores públicos inconformes donde los confronta. Después de todo, él es su superior al que le deben obediencia y respeto. Además, debían agradecerle por todo lo que ha hecho por su institución.

Este libreto se repite más de una vez en diferentes escenarios, con diferentes actores, en grupos pequeños y grandes. El Presidente recibe pifias, insultos, golpes y gas. Sin embargo, no podía darse por vencido. Tenía que volverlo a intentar, debía imponer su visión.

En un siguiente intento, llega a un segundo piso de un edificio aledaño, un escenario alto y elevado donde todos podían verlo y escucharlo. El guion debía repetirse, esta vez fue televisado y por ende, mucho más teatral. Un Presidente frenético, colérico y enfurecido, reta a sus subordinados a disparar a matar si tenían las agallas. Nadie se atreve.

El resultado no fue el esperado, vuelve a salir para confrontarse con sus subordinados, recibe más insultos, golpes y gas. Esta vez decide internarse en el hospital vecino. Ya no podía con los golpes y la falta de aire. Recibe atención médica y se recupera, pero ya no quiso salir. Simplemente decide encerrarse y apostarse ahí con sus hombres hasta que lo rescaten del castillo enemigo.

El apoyo armado llega, el Presidente lo comandaba y a la nación también. Toman la decisión de ingresar a un hospital, todavía con pacientes y personal dentro, los cuales no son evacuados. Sólo se trataba de un simple rescate, ¿no?

Balas van y vienen, nadie sabe quién empezó el tiroteo. Sin embargo, así como las balas se iban, también lo hacían las vidas de personal civil, policial y militar. No importaba, la magnificencia de la Presidencia estaba en riesgo.

El Presidente fue rescatado y llevado a su castillo a festejar que ellos eran más y también que había nacido la Megan, junto a una nueva democracia.

A la final, después de esto ¿adivinen qué terminó sucediendo?

No se equivocan, las encuestas subieron estrepitosamente. La popularidad y aceptación del Presidente creció de manera tal, que ahora no sólo que era un héroe, sino que tenía el apoyo y la excusa perfecta para reformar la Constitución de la República en el 2011, sin que la gente lea lo que estaba reformando, guiados únicamente por el sentimiento de solidaridad y empatía hacia “su” Presidente –sentimiento que el storytelling provocó-. La audiencia le dio carta blanca al “héroe” de tomar cualquier decisión que sea necesaria para hacer respetar su voluntad. Había sido tan valiente… aquél que aguantó durante todo un día, enfermo, golpeado y humillado hasta que un grupo de aliados lo rescatasen del castillo enemigo y lo lleven a festejar el Triunfo de la Democracia.

Los ecuatorianos celebramos durante 7 años la puesta en marcha de un gobierno autoritario, aplaudimos al héroe de esta historia, aquél que rescató la democracia, además que festejamos la segregación de los ciudadanos de segunda categoría: “los opositores”, aquellos que ni siquiera merecían que se respetaran sus derechos, pues habían ofendido a nuestro héroe.

Ustedes pongan los nombres a los personajes de esta historia, yo solo les cuento que sucedió en una República Bananera.

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