El cine del futuro homenajea a Martin Scorsese en España

Martin Scorsese

Oviedo (España), (EFE).- Profesionales del sector audiovisual español y alumnos de ocho escuelas de cine homenajearon hoy a Martin Scorsese durante la lección técnica que hoy le ofreció en la ciudad española de Oviedo (norte), donde mañana recibirá el Premio Princesa de Asturias de las Artes.

El encuentro tuvo lugar en uno de las pabellones de la antigua Fábrica de Armas de Oviedo, cerrada en 2012 tras más de un siglo y medio de actividad, y convertido desde hace una semana en la ‘Fábrica Scorsese’, un recinto que ha acogido debates, música, montajes artísticos y la reproducción de algunos escenarios de películas del cineasta estadounidense.

Los más de doscientos asistentes, entre los que figuraban jóvenes directores españoles, ovacionaron a Scorsese, sobre cuya influencia el conductor del acto y cineasta español Rodrigo Cortés despejó cualquier duda desde el inicio: «Usted es el motivo por el que yo hago cine».

El cineasta estadounidense de 75 años hizo un recorrido por su vida, su obra y su forma de trabajar en la que da una enorme importancia al montaje de sus películas, esas que imaginaba mediante dibujos a sus ocho años en las horas de «quietud» antes de que sus padres volvieran del trabajo a su casa del barrio de Queens neoyorquino.

De esos dibujos surgió una carrera en la que consigue su experiencia cinematográfica «ahí, en la sala de montaje» tras una infancia marcada por el asma, que le obligó desde niño a «actuar para sobrevivir» en unas calles donde su condición física no le permitía mostrar actitudes demasiado viriles.

Si el montaje es una de las características de sus cintas, también lo es, recordó Scorsese, un tipo de cine pensado para grandes pantallas, las de su infancia, y condicionado por las limitaciones que imponen los estudios para la duración de los rodajes.

«Eso es el final de la voz individual, es seleccionar tomas, no dirigir, seleccionar tomas, pero el truco es introducir el estilo en el tiempo y el equipo que tienes», apuntó Scorsese.

El director de cine rememoró además el respeto que le impuso trabajar «por primera vez» con una estrella de cine que había visto en la pantalla con doce años cuando rodó con Paul Newman «El color del dinero» en 1986.

La experiencia, «tras una cierta transición» para sentirse a gusto, resultó positiva al descubrir que ese intérprete que tutelaba a un joven Tom Cruise no era la «estrella de cine» que él había imaginado sino «un actor de teatro de Nueva York».

Tampoco sabía nada de boxeo, salvo los combates que veía en casa en una televisión tan pequeña que no se enteraba de quien ganaba, cuando afrontó el rodaje de «Toro salvaje» y acudió, junto a Brian de Palma, a una velada de la que recuerda el «terrible» sonido de los golpes y las esponjas que, al exprimirlas, manaban la misma sangre que goteaba de las cuerdas del ring entre aplausos y risas.

«El único boxeo que tenía sentido para mi era Buster Keaton recogiendo un taburete para pegar a otro o el de Chaplin, pero, en última instancia, la película no trata de boxeo sino de una parte de mí mismo de la que intentaba escapar», dijo.

Tras rememorar fracasos de crítica como «El rey de la comedia», Scorsese confensó haber descubierto «un mundo nuevo» cuando vio «La ley del silencio», de Elia Kazan, o «Sombras», de John Cassavetes, que reflejaban personas «que eran como aquellas con las que crecí«. EFE

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