El Gobierno brasileño no ejercerá el poder de veto que ostenta en el proceso de fusión entre la aeronáutica brasileña Embraer y la estadounidense Boeing, al considerar que la «soberanía e intereses de la Nación están preservados».
«Quedó claro que la soberanía y los intereses de la Nación están preservados. El Estado no se opone al avance del proceso», señaló el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, a través de Twitter.
Bolsonaro se pronunció tras reunirse hoy con el ministro de Defensa, el general Fernando Azevedo e Silva; el titular de Ciencia y Tecnología, Marcos Pontes; el canciller, Ernesto Araújo, y el titular de Economía, Paulo Guedes, para analizar la alianza entre los dos gigantes aeronáuticos.
Según un comunicado del Gobierno, fueron analizados los diversos escenarios que podría generar la fusión y la propuesta final, pendiente de aprobación final por parte del Ejecutivo brasileño, «preserva la soberanía y los intereses nacionales».
Tras ser investido, Bolsonaro reiteró que es favorable a la alianza que han acordado entre ambas compañías, pero aclaró que el negocio deberá «garantizar» que el país mantenga el «patrimonio» que representa Embraer y que no lo «vaya a perder dentro de cinco años».
Según el acuerdo, Boeing será la controladora con el 80 % de la participación, mientras Embraer queda con el 20 % restante de una tercera empresa que crearán fruto de su acuerdo.
La alianza necesita el aval del Gobierno, pues ostenta una «acción dorada» con derecho a veto que se guardó cuando en 1994 privatizó Embraer, que hoy es el tercer mayor fabricante de aviones del mundo y líder en el segmento de aeronaves para vuelos regionales.
Con la luz verde del Gobierno brasileño, la «asociación estratégica» será sometida a la aprobación de los accionistas, de las autoridades reguladoras, así como a «otras condiciones pertinentes a la conclusión de una transacción de esta clase», según se recogió en el acuerdo.
La nueva compañía está valuada en unos 5.260 millones de dólares y, según analistas, su creación puede contrarrestar de alguna forma la asociación entre la empresa canadiense Bombardier y el gigante aeronáutico europeo Airbus. EFE