La Academia Sueca recibió este lunes la confirmación de la Fundación Nobel para poder entregar en 2019 dos premios de Literatura, el de este año y el del anterior, aplazado por un escándalo de filtraciones y abusos que ha puesto en jaque esta institución.
El anuncio resuelve el único conflicto de peso que le faltaba por cerrar a la Academia que cada año falla el premio, desde que la pasada primavera estalló una crisis que ha provocado la salida de media docena de miembros y que obligó a aplazar el Nobel de Literatura, por primera vez en siete décadas.
«La directiva de la Fundación Nobel considera que las medidas que la Academia Sueca ha adoptado y ha anunciado crean buenas posibilidades para restaurar la confianza en ella como institución que otorga el premio», consta en un comunicado difundido este martes.
El organismo encargado de velar por la integridad de los centenarios premios, que había exigido reformas a la Academia, se mostró satisfecho con los cambios introducidos en los últimos meses en los estatutos y en la composición del comité que falla el Nobel de Literatura, así como con la elección de nuevos miembros.
Ambas instituciones confirmaron que en el comité que elegirá a los ganadores de 2018 y 2019 no figurará «ningún miembro vinculado a los acontecimientos del año pasado», lo que afecta al exsecretario Horace Engdahl, cabeza visible de uno de los dos grupos enfrentados en el seno de la Academia Sueca.
Engdahl, que continuará siendo académico, señaló en un comunicado que deja el comité «a iniciativa propia» y para no poner en riesgo el futuro del premio «dificultando la relación» entre la Academia y la Fundación.
Cuando la academia había anunciado en mayo el aplazamiento del Nobel por la pérdida de «confianza» exterior en la institución, ya había mostrado su intención de otorgar dos premios en 2019, aunque la Fundación había vinculado su visto bueno a que impulsase varias reformas para mejorar su funcionamiento y su imagen.
La Academia ya había cerrado en las últimas semanas acuerdos, que incluyen compensación económica, con otras dos de las personas centrales en la crisis para forzar su renuncia completa: la exsecretaria Sara Danius y la poetisa Katarina Frostenson, esposa del artista francés Jean-Claude Arnault, el causante del escándalo.
Danius, primera mujer en ocupar el puesto más importante de la academia, había dimitido en abril al perder el pulso interno.
Su salida provocó manifestaciones y campañas en redes sociales, señalándola como supuesta víctima del machismo de la Academia y en el contexto de la campaña de denuncias de abusos #MeToo (Yo también), que había desencadenado meses atrás la crisis.
Dieciocho mujeres denunciaron en noviembre de 2017 en el diario Dagens Nyheter haber sufrido abusos de una «personalidad cultural» próxima a la Academia Sueca, luego identificada como Arnault.
La institución cortó la relación y encargó una auditoría, que concluyó que se habían producido filtraciones sobre los ganadores y que el apoyo económico recibido por el club literario que dirigía Arnault incumplía las reglas de imparcialidad al ser su esposa copropietaria.
El desacuerdo sobre las medidas que debían tomarse y la situación de Frostenson desencadenaron una oleada de renuncias, que dejaron a la institución temporalmente sin el cuórum necesario para tomar decisiones, un intercambio de acusaciones entre los bandos enfrentados y el aplazamiento del Nobel de Literatura.
La Academia Sueca ha elegido desde octubre a cuatro nuevos miembros, incluido un jurista, y otros dos que la habían abandonado temporalmente han regresado, por lo que ahora están ocupados quince de los dieciocho asientos.
Arnault fue condenado en diciembre por el Tribunal de Apelación de Estocolmo a dos años y medio de cárcel por dos casos de violación de una mujer en octubre de 2011, sentencia contra la que ha presentado recurso ante el Supremo. EFE