¿Sigue o sale?

Raúl Andrade Gándara
Rochester, Estados Unidos

Al más puro estilo de «la hora sabrosa», la justicia ecuatoriana y el ministerio del Interior han añadido una joya más al inagotable repertorio de «cachos» que el gobierno nos entrega cada semana.

Esta semana el ganador es el inefable Ricardo Patiño, que luego de pasearse por medios nacionales e internacionales declarándose perseguido, decidió poner pies en polvorosa gracias al oportuno aviso de sus colegas de AP sobre su detención para «investigación». En la tarea colaboraron jueces, fiscales, medios de comunicación, hackers y comedidos, que se dieron el lujo de informar hasta su destino de salida, como para ratificar que este era un tema ya sabido, tolerado y ratificado desde las más altas esferas.

Si hacemos entonces una sumatoria de los elegidos como ganadores de la semana, veremos que del círculo íntimo del infalible todos gozan de libertad y buena salud, excepto los segundones y los ingenuos. Todos salieron al primer aviso, protegidos y resguardados por la inacción de sus «captores», demasiado coidearios como para ser verdugos.

El único lento resultó Don Vidrio, que se dejó convencer por la verborrea de Don Correone, que dejó todo amarrado para que el encubrimiento y los «acuerdos entre privados» sigan eternamente.

Pero no contaban con la astucia del lcdo, que conocedor de que no hay honor entre ladrones, prefirió quitarse de encima al incómodo compañero de fórmula, demasiado cercano al padrino como para plegar hacia su lado. Pero más allá de las declaraciones de honradez y asepsia, la cirugía mayor es otro de los ganadores de esta «hora sabrosa» que, de lo ridícula y burlesca que resulta, termina arrancando una gran carcajada a un público indignado.

Porque más allá de los que se contentan con las apariencias, el fondo de la corrupción sigue incólume, los autores intocados y el dinero desaparecido.

Porque más allá de la indignación del lcdo, los grilletes se abren solos, las fronteras no se cierran nunca y los pícaros se escurren por los inmensos vacíos que deja la inoperancia de los funcionarios encargados de perseguir a esta pestilencia que ahoga al país a lo largo y ancho.

Porque más allá del relumbrón internacional que tanto gusta al lcdo., los ecuatorianos vemos con frustración creciente a los pícaros salirse con la suya, soportamos a unas autoridades incapaces de comprobar, detener y juzgar con eficacia a los culpables de un sinnúmero de abusos en todos los frentes, de una burla diaria a todos los valores de la decencia y el decoro, que solamente demuestran el deterioro de nuestra institucionalidad.

Mientras los acuciosos investigadores tratan de establecer vínculos entre un hacker y Patiño, que seguramente los mantuvo muy ocupados mientras el segundo escapaba, lo que queda en la retina del público es el funcionario cuestionado en todos y cada uno de los cargos que ejerció, su servilismo con Correone, y su fuga poco decorosa y muy demostrativa. Ninguno de los gallitos de ayer se ha quedado a enfrentar los cargos que se les imputa. Ninguno de los juzgadores y moralistas de ayer hace escuchar su voz para defender los asertos de hoy.

Es hora ya de reconocer que no somos sino una audiencia de un programa de chistes, incapaces de entrar a detener la burla, y únicamente capaces de registrar la salida de quienes, sainetes sangrientos a parte, han vejado el país con su cinismo, codicia y mala fe.

Lo dije hace ya varios meses y lo repito hoy: no recuperaremos ni las migajas de lo que se robaron, y en pocos años estos «pseudo perseguidos», aval del actual gobierno mediante, podrán y tratarán de ser candidatos a regresar al país para volver a asaltarlo, para gusto y disfrute de sus partidarios.

¿Culpa de quién? De todos los que asisten impasibles a esta zarzuela, sin dolerse ni entender la magnitud del daño realizado, ni lo hondo que ha calado la impunidad y la mentira en nuestras juventudes, acorazadas por un manto de quemeimportismo e indiferencia que solo provoca dolor y rechazo en quienes aún creen en un país mejor.

Amén.

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