El día que encarcelen a Guaidó

Jovel Álvarez
Ciudad de México, México

«Juan Guaidó está protegido por la comunidad internacional que lo respalda, lo reconoce y, naturalmente, cualquier cosa que llegue a sucederle a Guaidó será atribuible al régimen de Maduro y generará una gran reacción por parte de la comunidad internacional», dice desde Medellín el canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo.

El político colombiano, consciente de su facilidad de palabra y de la voz potente y persuasiva que posee, trata de blindar —nuevamente— a Juan Guaidó, quien esta semana salió al rescate de su equipo tras un intento de secuestro en la autopista Francisco Fajardo.

Escuchar al canciller Holmes, en quien Guaidó ha tenido un aliado inamovible a pesar de los errores, me hace recordar aquellos días de entusiasmo. Gente en las calles. Banderas ondeando mientras el mundo aguardaba lo inminente.

Fue un tiempo breve pero provechoso. Un enamoramiento súbito y esperanzador que empezó a experimentar problemas y desencantos después del 23 de febrero.

En esa época —hablamos de hace casi seis meses— pensábamos que la detención de Juan Guaidó podría ser el detonante para una intervención militar que pondría fin a esta prolongada tragedia. El tirano no era tan estúpido. Guaidó estaba blindado.

Una vez ocurrido el doloroso episodio de Cúcuta fue detenido Roberto Marrero, la mano derecha de Guaidó. En aquellos días, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) lanzó una pregunta que hoy vuelve a resonar en nuestras mentes: “Cuando se lleven preso a Guaidó, ¿qué hacemos? ¿otro comunicado de condena?”.

Pasaron los días, allanaron la inmunidad del presidente, arrestaron al vicepresidente y tumbaron quince inmunidades más. Amenazaron con adelantar elecciones y pusieron en jaque a la Asamblea Nacional. Pese a ello, el régimen parecía no querer tocar directamente al presidente, cuya integridad, dijo Mike Pence, era “prioridad para el gobierno de los Estados Unidos”.

El pasado viernes, en entrevista con EVtv, el enviado del presidente Trump para el asunto venezolano, Elliott Abrams, aseguraba que muchos países europeos y latinoamericanos “han enviado mensajes al régimen en privado diciendo que la detención de Juan Guaidó sería un momento de gran importancia para el futuro del régimen. Por ejemplo, no hay muchas sanciones económicas europeas hoy en día, pero la detención de Juan Guaidó cambiaría todo del punto de vista europeo. Yo creo que temen detener a Juan Guaidó”.

¿Entendió usted lo mismo que yo? El peor de los escenarios, la detención del presidente constitucional, comportaría solamente una cosa: más sanciones.

¿Es suficiente sancionar a quien está programado para resistir cualquier tempestad? La respuesta me parece tan obvia que dudo si gastar caracteres escribiéndola –No–.

Tal vez el régimen escuchó esas declaraciones que, como tantas otras de Abrams, han llegado en el momento menos oportuno. Quizás entendieron lo mismo que yo y han decidido dar un paso más hacia la neutralización del líder de este proceso que algunos perciben en agonía.

No, presidente, no quiero que lo encarcelen. Es lo último que querría. No solo porque el resultado sería nulo, sino porque solo usted puede guiar este proceso. Espero que se dé cuenta de que la fórmula actual no está funcionando y tenga el valor de dar los pasos necesarios para enmendar un camino en el que le seguimos cada vez menos.

  • Jovel Álvarez Solís es periodista costarricense. Ha trabajado como articulista y entrevistador en Rolling Stone México donde se convirtió en el reportero más joven en firmar la sección de Asuntos Internos, la de mayor prestigio sobre política en dicha publicación. Su texto ha sido publicado originalmente en Panampost. Síguelo en @Jovel_Alvarez

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