Contecon, la empresa concesionaria del Puerto Marítimo “Libertador Simón Bolívar”, en Guayaquil, ha anunciado la decisión de apadrinar 10.000 hectáreas de mangle rojo, una especie silvestre a lo largo de la zona costera del Ecuador.
“Hemos dado un paso importante para conocer cómo se va desarrollando sustentablemente la comunidad de Cerrito de los Morreños, junto a ustedes vamos a trabajar por la conservación”, dijo José Antonio Contreras, Gerente General de Contecon Guayaquil S.A., en un recorrido en Cerrito de los Morreños, junto al Ministro del Ambiente, Marcelo Mata y la Directora Provincial del Desarrollo Comunitario de la Prefectura del Guayas, Cecilia Honce.
El ministro Marcelo Mata resaltó que “en el Ecuador 161.000 hectáreas de ecosistema de manglar se encuentran protegidas por la Constitución”. Además, pidió a esta comunidad, adherirse al Programa Socio Manglar, que generará un pago por los resultados de la conservación.
El programa realizado por Contecon se enfoca en la conservación de espacios ubicados en bosques nativos. A más del apadrinamiento de la Reserva Cerrito de los Morreños (Guayas), también se ha preocupado por el área de bosque nativo Reserva Limón Indanza, (Morona Santiago), en donde hasta el momento ha apadrinado 4.600 hectáreas, buscando el mantenimiento, reforestación y cuidado de la zona.
Durante este año, se generarán visitas programadas a las dos zonas, con el objetivo de verificar el estado de las áreas protegidas y realizar el monitoreo, seguimiento y control del plan estratégico planteado dentro del marco referencial de conservación para ambos bosques nativos.
Contecon promulga los valores que le otorgaron ser el único puerto de América y segunda en el mundo con la certificación “Carbono Neutro”, desarrollando programas de esta envergadura, cuyo fin es el cuidado de la naturaleza y su manejo sostenible.
Los manglares son ecosistemas muy importantes, que proporcionan un ambiente propicio para la vida de moluscos, peces, crustáceos, reptiles, mamíferos, insectos, aves, entre otros. A más de actuar como una barrera frente al cambio climático y desastres naturales, su biodiversidad es aprovechada por comunidades que habitan en la zona.