El primer ministro de Rusia, Dmitri Medvédev, reafirmó este jueves en La Habana el apoyo de su país a Cuba en plena fase de tensión con EE.UU., aunque no se comprometió por el momento a solucionar con envíos adicionales de crudo u otras medidas la grave crisis de combustible que sufre la isla.
Medvédev y el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, mantuvieron un encuentro de unas dos horas en el emblemático Palacio de la Revolución habanero y presidieron la firma de ocho convenios en los ámbitos de industria, aduanas, transporte e innovación.
«Hemos acordado reforzar nuestra asociación estratégica», resumió el jefe de Gobierno ruso en una comparecencia sin preguntas, en la que aseguró que tanto el Estado como los empresarios rusos están dispuestos a respaldar proyectos en materia de energía, agricultura, altas tecnologías y desarrollo digital en Cuba.
Un acuerdo de cooperación científica e innovación fue el primero de los ocho instrumentos jurídicos suscritos hoy, seguido por un contrato para la rehabilitación y modernización de infraestructura ferroviaria en Cuba, ámbito en el que Rusia ya participa con la aportación de locomotoras y otros materiales en los últimos años.
Los dos líderes también presenciaron la rúbrica de documentos para crear un centro de irradiación en la isla, producir y ensamblar medios automotores, asegurar las aduanas de los aeropuertos, mejorar la producción de acero y financiar el mantenimiento de los aviones rusos que se usan en el país.
El presidente cubano aprovechó para anunciar que visitará Rusia a finales de este mes, once meses después de su primer viaje a Moscú en el cargo, y reiteró su invitación a su homólogo ruso, Vladímir Putin, cuya última visita a La Habana data de 2014.
Después destacó el «desarrollo creciente de los vínculos bilaterales en todas las esferas» este año, en el que Rusia ha estrechado su relación con Cuba al tiempo que la Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, ha ampliado sus sanciones contra La Habana.
«Rusia respalda las demandas de Cuba de que cese el bloqueo», expresó Medvédev, en referencia al embargo comercial y financiero que EE.UU. impone a Cuba desde hace seis décadas y que Trump ha endurecido recientemente con nuevas medidas, entre ellas presionar y multar a navieras para tratar de impedir la llegada de buques petroleros al país.
Esto ha causado una severa crisis por la escasez de combustible en la isla, con efectos visibles como gasolineras vacías o con largas colas, restricciones de transporte por carretera y ferroviario o modificación de horarios escolares y laborales, así como diversas medidas para reducir el consumo eléctrico.
Washington ha justificado su presión a Cuba en el supuesto apoyo político y militar de La Habana al Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, un régimen que también tiene el respaldo de Moscú.
Los problemas de combustible en la isla agudizan una situación ya previamente complicada por la drástica reducción en los últimos años, a causa de la crisis venezolana, de los envíos de petróleo subsidiado de Caracas al país caribeño, su mayor aliado regional.
A pesar de este complicado escenario, que Díaz-Canel aseguró haber transmitido a Medvédev en sus conversaciones, los líderes no mencionaron acuerdo alguno por el cual Rusia, a corto plazo, vaya a aportar petróleo adicional a Cuba para solucionar la intermitencia del suministro de combustible.
Moscú sí se comprometió, sin embargo, a poner en marcha a través de la empresa petrolera estatal Zarubezhneft un proyecto para promover la sostenibilidad energética más a largo plazo: el nuevo complejo de producción de petróleo de Boca de Jaruco, situado en la vecina provincia de Mayabeque, unos 43 kilómetros de distancia de La Habana.
Medvédev, que visitará el viernes las instalaciones de este pozo horizontal, aseguró que la comunidad empresarial de su país también está dispuesta a participar en proyectos como este «en el contexto de la modernización impulsada por el liderazgo cubano», en referencia a la apuesta de La Habana por la inversión extranjera en la última década.
Con la llegada al poder de Raúl Castro en 2008 -aunque era presidente interino desde 2006 por la enfermedad de su hermano Fidel-, Cuba y Rusia imprimieron nuevos bríos a su relación bilateral para restablecer la estrecha cooperación que mantenían antes de la desaparición de la URSS en 1991, con la firma de nuevos acuerdos de cooperación económica.
Rusia es hoy uno de los diez primeros socios comerciales de Cuba, con un aumento de los intercambios de un 34 % en 2018 y una estimación de 500 millones de dólares este año, cifra récord que sin embargo queda aún muy lejos de las ingentes ayudas que durante décadas envió a La Habana la hoy extinta Unión Soviética. EFE