Phoenix .- Pingüinos que se mimetizan con cactus, peces que cuelgan del techo, un cocodrilo llorón por la humanidad, conejos y elefantes gigantes son esculturas reciclables expuestas desde este sábado en el Jardín Botánico de Arizona para alertar sobre el cambio climático y en pos del cuidado de animales.
Llegada desde Milán (Italia) a Phoenix (Arizona), la muestra «Wild Rising» (invasión salvaje) alberga 1.000 esculturas de llamativos colores y algunas de gran escala, instaladas por el colectivo Cracking Art desde este sábado para que el público las pueda contemplar durante seis meses.
«Lo interesante de esta exhibición es que siempre se transforma, el material que usamos para hacer estas esculturas (plástico) lo regeneramos para crear otros animales que se exhiban en otros espacios a nivel mundial», dijo a Efe uno de los expositores y creadores, conocido artísticamente como Kicco.
Cracking Art tiene cinco miembros que se especializan en el trabajo con el plástico con la intención de cambiar radicalmente la historia del arte a través de un fuerte compromiso social y ambiental.
«Estos pingüinos que ves aquí luego serán ranas, y así pasará con otros animales; en lugar de tirar lo que no utilizamos, lo volvemos a usar y transformar en algo diferente. Es una forma de trabajar en la conservación del medioambiente», comentó el artista milanés.
Durante la exposición se pueden apreciar 20 pingüinos posando entre los cactus y 40 lobos grises como custodios; un gran caracol con 100 kilos de peso, un conejo de 3 metros de altura, 300 peces pendiendo del techo, un cocodrilo de 5 metros de largo, así como osos, ranas, pájaros, un enorme elefante blanco dentro de una galería y los simpáticos suricatos de los desiertos africanos.
«Este elefante es una alusión a la frase americana ‘elephant in the room’, refiriéndose a lo que en ocasiones la humanidad prefiere ignorar sobre el cambio climático, los plásticos en los océanos y la importancia del reciclaje», comentó Kicco.
El italiano asegura que «Wild Rising» se puede considerar una instalación artística, pero también a veces es definida como una «invasión» por los plásticos que, cuando se producen en grandes cantidades, tienen el efecto de ocupar grandes espacios.
«Nuestro deseo es darle al término ‘invasión’ una connotación positiva de oportunidad y colaborar con un cambio, es más que nada una denuncia», expresó.
Kicco explicó que la razón por la que vuelven a reciclar el plástico es demostrar cómo la naturaleza se transforma constantemente.
«Es así como un cocodrilo luego se convierte en lobo; es una manera de enseñar cómo la naturaleza se adapta, ya que no muere, sino que cambia y sobrevive», indicó.
Cracking Art se creó en los años 90 y cada proyecto del grupo es nuevo, por lo que sus creadores analizan las características típicas del lugar donde se van a exhibir las esculturas.
De esta manera, capturan la singularidad del sitio para que pueda existir una interacción del espacio con los visitantes.
«Elegimos las obras de arte y los colores basados en la arquitectura, el paisaje y el resultado que queremos lograr. Cada lugar es diferente, puede ser desde un centro comercial hasta el Jardín Botánico de Arizona», señaló Kicco.
Según detalló, parte del material les llega de proveedores externos, mientras que el otro es de trabajos anteriores que han sido regenerados y cubiertos con pintura orgánica.
«El interés en este sistema, además de nuestro deseo de sostenibilidad medioambiental, se deriva del pensamiento filosófico sobre un universo infinito, donde ‘infinito’ indica vida que se está regenerando constantemente», sostuvo.
Su próxima instalación incluirá animales domésticos como perros y gatos para crear conciencia sobre el cuidado animal dentro de los hogares. No únicamente en los bosques o las áreas silvestres, anunció a Efe el director ejecutivo de Crackin Art, Paolo Bettinardi.
«Es una forma de preservar la naturaleza dentro de nuestras casas. Buscamos promover la adopción en vez de la compra de mascotas», comentó Bettinardi y adelantó que están trabajando en instalaciones tridimensionales.
Los visitantes podrán «sacar a su niño interno» e interactuar con las figuras «vibrantes» y descubrir sus mensajes de preservación para el medioambiente, auguró Bettinardi. EFE
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