La doctrina Estrada y el asilo de Evo en México

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

La política exterior de México tiene como pilar la doctrina Estrada desde su redacción en 1930. Los principios de este sistema parten de que, en temas de coyuntura internacional, el gobierno mexicano no debe tomar parte y mantenerse neutral ante todas las costas. Su principal idea es defender la soberanía y no intervenir en temas extranjeros.

El presidente López Obrador desde que asumió el poder no ha hecho más que bastardear esta doctrina, dándole asilo a prófugos de la justicia como Ricardo Patiño, dando refugio en sus embajadas a desestabilizadores, permitiendo que dirigentes chavistas envíen a sus hijos a estudiar a México ignorando las sanciones estadounidenses y ahora, utilizando recursos de la nación para ‘rescatar’ al expresidente Evo Morales y brindarle el estatus de huésped distinguido en el país. Para López Obrador, la doctrina Estrada solo aplica cuando los que están en conflicto no son sus socios ideológicos.

Andrés Manuel López Obrador llega a la presidencia con un plan de austeridad, con la promesa de vender el costoso avión presidencial utilizado por la administración anterior. “Ese avión no lo tiene ni Obama” decía, y desde que asumió su cargo realiza sus viajes en vuelos comerciales o por tierra. Pero ahora, cuando su estimado aliado ideológico se vio en problemas en Bolivia, le ofreció asilo y envió uno de los aviones de propiedad pública a buscarlo, pidió permiso a los países de la zona para que permitieran el uso de su espacio aéreo y cargó con toda la logística del ‘rescate’ de Evo.

Si es para criticar a sus predecesores, AMLO no ha dudado en vociferar sus inconformidades sobre la cantidad de aeronaves que posee el Estado mexicano y el uso que se les daba, pero cuando utiliza esas propiedades y los recursos de la nación para dar asilo a un criminal confeso se excusa diciendo que México es un país de “puertas abiertas”.

El cinismo al decir que México es un país de puertas abiertas no tiene límites. México es uno de los países que más ha negado la entrada a ciudadanos venezolanos, haciéndolo de manera arbitraria y sometiéndolos a vivir en condiciones infrahumanas mientras esperan para ser deportados. Son hostigados e incluso ridiculizados por venir de un país en crisis, cuando su único crimen es tener un pasaporte venezolano.

No distinguen entre turistas y asilados, simplemente le impiden la entrada a cualquiera si les place, así tengan sus papeles en regla. “En materia de migrantes vamos requete bien” dijo Obrador, pero no habló de como su país le niega la posibilidad de una vida estable y de un nuevo comienzo a todos los que escapan del régimen chavista de Nicolás Maduro, curiosamente, otro de los aliados ideológicos de AMLO. También sorprende que Morales no haya buscado asilo en Venezuela, cuando le juró su eterna lealtad al golpista Hugo Chávez y banalizaba el conflicto interno del país.

Volviendo a la doctrina Estrada, ¿no es parcializarse también decir que lo de Bolivia es un golpe militar? Así ha calificado el Estado mexicano la situación actual en Bolivia, cuando incluso en el Congreso ya se ha llegado a un acuerdo entre el partido de Morales y las demás partes. Cuando le preguntan a AMLO sobre la coyuntura venezolana, se niega a tomar partido y dice que es una situación complicada, pero no dudó en invitar al dictador Nicolás Maduro a su toma de posesión.

Esas antiguas alianzas implícitas, que ahora son más que evidentes, muestran la hipocresía de un gobierno socialista que hará lo que sea por dar un espaldarazo a los que comparten sus ideologías, por más que sean líderes autoritarios o dictadores. La misma narrativa que la izquierda lleva años repitiéndose, si alguien sale a protestar contra un gobierno socialista, los protestantes son pagados por la CIA o son fascistas, pero si alguien sale a protestar contra un gobierno de derecha, son los pueblos levantándose en la lucha por la justicia social.

Al ver el surgimiento de esta campaña que plantea eximir de culpabilidad a Evo Morales y prepararlo para un potencial regreso, recuerdo con claridad cuando años atrás, cuando era solo un dirigente cocalero, Morales le admitía a Martín Caparrós que sus producciones terminaban en el mercado de las drogas. “Nosotros producimos nuestra coca, la llevamos a los mercados primarios, la vendemos y ahí termina nuestra responsabilidad. Sabemos que nuestra coca va al problema ilegal, pero estamos obligados a sobrevivir” decía Morales.

En ese momento Samuel Doria Medina denunciaba la infiltración de narcotraficantes en los sindicatos cocaleros y mientras tanto, Morales gozaba de mucha prensa de manera inorgánica y empezaba a construir lo que terminaría siendo su inminente llegada al poder, construida con base en su falso indigenismo y múltiples capas de resentimiento social. Un narcotraficante confeso es ahora un huésped distinguido en México.

No sorprende la blandeza y la colaboración de López Obrador al lidiar con narcotraficantes, si tan solo semanas antes liberaban al hijo del Chapo Guzmán luego de tenerlo retenido por solo un par de horas. Cuando le cuestionaron si esa no era una oportunidad de dar un golpe al mercado de la droga, AMLO dijo “si, pero a qué coste” y aplaudió la decisión de liberarlo en una de sus largas charlas sabatinas, que no hacen más que recordarme a un par de los programas propagandísticos que tuvo la región: Aló Presidente de Chávez y al Enlace Ciudadano de Correa.  Cambian las épocas, pero no los métodos.

Doctrinas como la Doctrina Betancourt en Venezuela si mantienen vigencia, no se pueden tener relaciones diplomáticas con gobiernos sin origen democrático y/o dictatoriales. Esa neutralidad que AMLO dice defender es inalcanzable, si se es neutral en situaciones de injusticia nos estamos posicionando del lado del opresor.

Ahora México será el país adoptivo de todos los corruptos y criminales de la región, porque López Obrador prefirió ser parte del problema y no de la solución. Que no nos sorprenda ver como se les asignan recursos y plataformas del Estado mexicano a personajes como Evo para que continúen haciendo su sucia política desde la distancia, apadrinados por el nuevo padrote socialista de América. AMLO es el mayor peligro que tiene México en este momento y a menos de que cambie su modelo de gobierno lo antes posible, no hará más que socavar aún más las ya débiles instituciones mexicanas.

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