El sueldo

Juan Carlos Díaz Granados

Guayaquil, Ecuador

Si bien es cierto, la presión tributaria crece como consecuencia de que permitimos que el socialismo construya un Estado demasiado grande en relación al PIB, cometemos un error cada vez que pedimos que reduzcan el sueldo a los funcionarios públicos que tienen responsabilidades trascendentes.

Desde el punto de vista estratégico, lo acertado es lo contrario. El Estado requiere talentos probados que lo puedan reestructurar, convirtiéndolo en una organización más pequeña y eficiente. Por ejemplo: es inconveniente que existan unidades completas de trabajo con financieros, gerentes, contraloría, etcétera, en cada uno de los lugares donde opera cada institución pública, cuando solamente debería a haber un grupo de mandos altos con esas responsabilidades en una sede que controle las operaciones macro de todas las sucursales ubicadas en los diferentes cantones.

Para poder conquistar a ese tipo de talentos honrados, se deben ofrecer sueldos competitivos, que permitan que las personas de cualquier provincia puedan vivir en Quito, mientras mantienen a sus familias en su ciudad de origen, por ser puestos temporales.

Al que va a robar, no le interesa el salario de servidor público. Esta dispuesto a no cobrar, pero terminamos pagando más como consecuencia de la corrupción. Según datos del BID, el dinero perdido por la corrupción del Gobierno pasado fue de 70.000 millones de dólares.

A veces sentimos que ciertos puestos públicos son ocupados por inexpertos o personas que se deslumbran por el poder y se olvidan de cumplir con objetivos que beneficien al sector público y a los contribuyentes. Es mejor contratar profesionales experimentados con mejores remuneraciones. La sociedad civil se va a ahorrar los perjuicios que causen aquellos que vayan a trabajar al sector público para cometer delitos penales contra la eficiencia de la administración pública.

Siempre se ha separado el ámbito de la mente en tres componentes: información, conocimiento y sabiduría. En la época de Internet nos enfocamos en el reino de la información. Requerimos funcionarios que tengan los tres componentes. Estamos llenos de funcionarios que se dedican a googlear para elaborar su estrategia o que creen que una serie de maestrías y PhDs los hacen mejores que los que ejecutan con sentido común.

La reestructura tiene que venir desde el fondo, o este hermano dilapidador que es el Estado, siempre nos seguirá pidiendo más. Hasta eso, conviviremos con este monstruo de siete cabezas que se nutre de la tramitología que beneficia a unos pocos y nos encarece la vida a los demás.

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