George Steiner: Europa y cultura

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

En plenos inicios del 2020 falleció un genio de la literatura que se dedicó a analizar las letras anglosajonas (mayormente traducidas) y las francesas. Mientras Harold Bloom, otro gran crítico literario, fue un hombre puramente norteamericano nacido en la ciudad de Nueva York, George Steiner tuvo una educación trilingüe siendo sus lenguas maternas el inglés, el francés y el alemán. No es que anteponga la lúcida pluma de Steiner a la de Bloom, pero Steiner tenía algo de lo que Bloom carecía y era su estilo de escritura —muy narrativo que lo alejaba de un estilo seco y puramente académico de Bloom–.

George Steiner era muy conocedor de la cultura europea, su obra eleva no solo la intelectualidad de quien la lee sino que tiene un fuerte código moral. Decía que “ser un buen crítico significa ser capaz de establecer diferencias.” No se puede estar más de acuerdo. En su gran libro titulado La idea de Europa, narra que las Dos Guerras Mundiales no fueron más que conflictos civiles europeos. Lo que realmente carcome Europa son los odios étnicos, las reivindicaciones nacionalistas y los nacionalismos chovinistas. 

Es difícil que nos separemos de Europa, a diferencia de lo que muchos sectores sociales creen, ya que sin la influencia española y francesa no hubiera existido el Boom Latinoamericano cuyo seno se dio en las ciudades de Madrid, Barcelona, Sevilla y Navarra, sin los cafés de las calles de París, Gertrude Stein no podría haber tenido el tiempo de conversar con Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald, John Dos Passos y Ezra Pound (la Generación Perdida), sin el aroma de un té servido en las calles del Londres victoriano, ni Watson ni Holmes hubieran podido darse un respiro para hallar la solución a un crimen cuyo autor resulta escurridizo y bastante ingenioso.

Steiner es un romántico de la literatura que sabía el verdadero concepto de cultura. Su idea central era que la cultura habla en susurros pronunciando Du sollst dein Leben ändern [Deberías cambiar tu vida]. Esto quiere decir que los pensamientos deben volverse pragmáticos. La cultura, en palabras de Rob Riemen, es una invitación a elevar el espíritu, ser «culto» es más que ser un buen lector o conocedor del arte, más que nada significa tener respeto y cortesía.

Hay que apostar por la educación liberal, por la excelencia y por buscar la cima de la sabiduría. No importa aquello a lo que llaman “elitismo”. La buena literatura es elitista, así como la buena música y el arte de mejor calidad y eso está bien.

Estamos atravesando tiempos no sólo de crisis económicas sino morales. La literatura no puede volverse populista a pesar de que existe un  discursillo que se ha vuelto tendencia: “Todo debe ser inclusivo, feminista” lo que esté fuera de ese statu quo es xenófobo, racista, homófobo y discriminatorio, no existe mayor falsedad. Hay que entender, en las ideas de Steiner, el concepto de lo que representa ser un verdadero personaje de cultura: no es más que aquel que busca la excelencia. Entender aquello es de vital importancia porque de eso depende la dignidad humana.

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