Cuarenta años de «la movida» cultural que alumbró a Almodóvar

Madrid.- España se encontraba en plena transición de la dictadura a la democracia cuando Madrid vivió una explosión cultural que marcó un punto de inflexión en la sociedad española y alumbró a rostros internacionalmente reconocidos del panorama artístico, como el director de cine Pedro Almodóvar o la cantante hispano-mexicana Olvido Gara, «Alaska».

Esa etapa de la historia de España, que comenzó a principios de los 80 y quedó grabada con el nombre de «movida madrileña» celebra su cuarenta aniversario, sin que el paso del tiempo la haya borrado del imaginario colectivo y mucho menos del recuerdo de los que la vivieron intensamente.

La «movida» cambió las pautas artísticas y sociales de un país que durante 36 años – los que duró la dictadura de Francisco Franco – había vivido en blanco y negro y que descubrió el color de mano de las nuevas tendencias musicales, del cine, la moda, la fotografía, la pintura, los ilustradores e incluso de la nueva clase política.

Los españoles de la época recordarán el papel del entonces alcalde de Madrid, el socialista Enrique Tierno Galván, regidor de la capital española de 1979 a 1986 , quien apoyó e impulsó el movimiento, que puso de nuevo en la esfera internacional a España.

LOS INICIOS

Los estudiosos de «la movida» marcan su inicio en el concierto que tuvo lugar el 9 de febrero de 1980 en un concierto de homenaje a José Enrique Cano Leal, alias Canito, batería de la banda de pop Tos que impregnada de las primeras grabaciones anglosajonas que se filtraron a la España posfranquista comenzaba a componer sus propios temas en castellano.

La muerte en accidente de tráfico de Canito, el 3 de enero de 1980, reunió en ese concierto a diversas bandas del momento, como Nacha Pop o Alaska y Los Pegamoides, y lo que comenzó siendo prácticamente una reunión de amigos acabó haciendo historia y recuperó la imagen que España había adquirido a lo largo de cuatro décadas de dictadura.

BARES Y UN BARRIO EMBLEMÁTICO

A partir de entonces la «movida» encontró en los bares madrileños su punto de expansión, y situó su sede en la histórica sala RockOla, en el que tocaron su música artistas como Loquillo y los Trogloditas, Alaska y Nacha Pop, pero también del ámbito internacional como Iggy Pop.

RockOla, la sala Sol, la Vía Láctea, fueron claves en la «movida madrileña», que puso en el mapa de España un barrio madrileño en particular: Malasaña.

Allí se espera que abra sus puertas el museo dedicado a rememorar aquellos años, con fotos originales, letreros diseñados por artistas del momento, muebles, fanzines y joyas, piezas que ya están catalogadas y cuyo dueño quiere permanecer de momento en el anonimato.

Pero de momento no se ha podido localizar el lugar adecuado, por falta de espacios grandes, según explicó la consejera de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz.

La idea es que el museo no se limite a ser un espacio que acoja exposiciones sino que sea un lugar emblemático donde haya «un relato de la movida» y acoja simposios, reuniones, proyecciones etcétera.

«El problema es que se están acabando las generaciones que conocimos ‘la movida’ y dentro de 30 años, si no mantenemos viva esa llama, nadie se acordará de un fenómeno transversal que fue la transición del arte, de la cultura, que anunciaba que un país que había vivido en blanco y negreo de repente se abría al mundo», dijo.

NOMBRES PARA LA HISTORIA Y RECUERDOS

Entre los nombres que surgieron en la «movida madrileña» y que acabaron ocupando números unos en sus respectivos territorios está Almodóvar y Alaska, pero también diseñadores reconocidos en la actualidad como Ágata Ruíz de la Prada, Guillermo Montesinos o el fallecido Jesús el Pozo.

Quizá el sector musical fue el que más personas lanzó al estrellato, como a Nacha Pop, Santiago Auserón y su Radio Futura, Manolo Tena, Mecano y Gabinete Caligari, entre otros que tuvieron como trampolín «la movida».

En el ámbito artístico, los fotógrafos Ouka Lele y Sergio García Alix o el pintor y escultor Antonio López, quienes, en menor medida, dieron un foco diferente a sus áreas.

A estos nombres se suma ahora el de Eduardo Cimadevila, que cargado con cámaras y carretes acudía a decenas de conciertos, subido en una furgoneta, por los pueblos y capitales de España para retratar a artistas de «la movida».

Y eso lo ha recogido en un libro, «La movida madrileña», que se adentra en el mundo de los bares de Malasaña o en los camerinos para plasmar «el puro trabajo de los músicos de la época subidos en el escenario», como dijo en una entrevista con Efe.

LA CARA OSCURA DE LA MOVIDA

Pero la «movida madrileña» tuvo también una parte oscura, la de los que perdieron sus vidas en manos de las drogas, fundamentalmente de la heroína.

Muchos de sus exponentes, como Enrique Urquijo, del grupo Los Secretos, Julián Infante, de los argentinos Tequila, o Antonio Vega, conocido internacionalmente por su canción «La chica de ayer», murieron bajo los efectos, momentáneos o en el tiempo, de las drogas.

El consumo de drogas marcó esa década y trajo consigo la aparición de enfermedades como el VIH, la tuberculosis o la extensión de la hepatitis, enfermedades que fueron muy frecuentes entre los usuarios de heroína callejera. EFE

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