Quo vadis, Ecuador?

Juan José Pons

Guayaquil, Ecuador

Hace casi dos años escribí un artículo con este mismo título y con las mismas inquietudes que el titular sugiere.

En el tiempo transcurrido nuestro país ha sido sometido a una serie de medidas y eventos coyunturales que culminaron los actos de vandalismo de Octubre, encubiertos por una marcha indígena de supuesta protesta por la eliminación del subsidio a los combustibles.

Ninguno de esos eventos coyunturales- acompañados de declaraciones y acciones altisonantes- ha logrado detener el deterioro de la situación del país y de la calidad de vida de los ecuatorianos, más bien esta se ha agravado.

Se han dado y escuchado múltiples voces de alerta de ciudadanos probos y capaces alertando de las consecuencias de la inacción, de la demagogia de la retórica insulsa y trivial sobre los graves problemas que aquejan a la nación, del llamamiento a la reflexión y acción por parte de los políticos en funciones y dirigentes aspirantes a estar en funciones para que se cambie el sentido, la dirección al abismo político, económico y social al que conducen al país, pero estos llamados han caído en oídos sordos y seguimos, a toda velocidad, conduciendo en la misma senda al barranco de la ceguera irresponsable y del discurso populista y demagógico que destruye a nuestro pueblo.

Lamentablemente, estos llamados responsables son leídos u oídos por muy pocos y a a la gran mayoría no le importa, es tan grave la situación que tampoco les importan los escándalos de corrupción; como el Caso Sobornos o Arroz Verde, como lo quieran llamar, o el incremento del narcotráfico y de la violencia de la delincuencia o del abandono del sistema penitenciario, etc, etc, etc.

Se habla y plantean medidas coyunturales para enfrentar la crisis económica que vive el país producto de mas de 12años de irresponsabilidad y corrupción. Se pretende solucionar los problemas cotidianos con discursos, slogans y campañas de propaganda vacuas, pero el escenario, el sistema el entorno se sigue deteriorando hasta que el país no de más y la situación explote; primero, por la economía y luego, por las consecuencias sociales y políticas del desastre económico.

La crisis del Ecuador ya está más allá de soluciones tibias coyunturales, de reformas cosméticas de promesas incumplidas y de discursos populistas. La crisis del Ecuador exige de una  reforma estructural profunda al modelo de país que se necesita tener para enfrentar las exigencias del ecuatoriano del siglo XXI en un mundo supremamente competitivo con una dinámica de cambio violenta por las nuevas tecnologías, que no tiene espacio para ineficacias, ni paciencia para la incompetencia.

El Ecuador requiere de una nueva Constitución que reemplace el mamotreto de Montecristi y que diseñe la nueva  República Liberal con una  verdadera democracia representativa y participativa que libere las iniciativas y creatividad de los ciudadanos dándoles igualdad de oportunidades y premiando al esfuerzo y la iniciativa de cada uno de ellos, que garantice una  educación moderna tecnológica, productiva, solidaria  no sectaria y dogmática, que garantice  los verdaderos derechos humanos de tener un empleo digno y que garantice la defensa del medio ambiente, una sociedad sostenible, responsable por conciencia y no por imposición. Se requiere de un modelo político transparente, que castigue la corrupción, con una justicia proba y eficaz.

Si las élites de nuestro país y sus dirigentes políticos no logran entender esto y transmitirlo a la gran mayoría de ecuatorianos, entonces seguiremos, a toda velocidad, avanzando al barranco del desastre- con la presión social creciendo hasta que explote- y entonces los resultados de esa explosión pueden ser devastadores y todos los ciudadanos sufriremos las consecuencias .

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