Ecuatorianos acatan plan anticoronavirus con temor por tiempo de aislamiento

Los ecuatorianos han ido acatando, de forma progresiva y masiva el riguroso y complicado plan contra el coronavirus planteado por las autoridades, con la preocupación por el tiempo que esta medida tomará ante una enfermedad desconocida y peligrosa.

El Gobierno de Ecuador decretó desde hoy un estado de excepción, que implica restricciones al tránsito de vehículos y la idea de autoaislamiento voluntario para evitar el contagio del COVID-19, que duplicó los casos positivos hasta 111 en las últimas horas.

MILITARES Y POLICÍAS VIGILAN EL AUTOAISLAMIENTO

Piquetes de militares y policías han salido hoy a las calles de Quito para persuadir a decenas de transeúntes a que regresen a casa y se recluyan voluntariamente, como ha ordenado la autoridad.

Y han recordado que en el caso de Quito, la capital, la medida incluye también sanciones de multa por hasta 6.000 dólares a quienes la incumplan y pongan a riesgo a los demás.

Los militares, como los demás, han ido a la calle con mascarillas y guantes de látex para evitar el contagio, mientras que los ciudadanos, pocos, caminan ataviados de la misma manera hacia farmacias o tiendas de alimentos para abastecerse.

«Y ¿cuánto mismo va a durar este encierro?», preguntó una compradora en una bodega de una popular cadena de supermercados, cuyas perchas lucían semivacías ante la alta demanda de las últimas horas.

Algunos advertían de que durará sesenta días, como dispone un decreto de excepción del Ejecutivo, mientras que otros alentaban a un pronto descubrimiento de la vacuna que acabaría con la enfermedad y sus consecuencias sociales.

«Ya mismo encontrarán la cura. ¿Cuánto costará?», se preguntaba otro señor que esperaba en la caja a ser despachado por la dependienta que ofrecía gel desinfectante a todos los de la fila.

Algunas vendedoras se quejaron de una aparente especulación de precios, que las autoridades han dicho que controlarán de manera contundente.

MERCADOS Y FARMACIAS ABIERTOS DURANTE ESTADO DE EXCEPCIÓN

En el mercado de Iñaquito, pocas vendedoras de frutas y hortalizas, también protegidas de mascarillas y guantes, ofrecían sus productos a los pocos compradores que habían acudido por la mañana para abastecerse, aunque la bajada de la demanda no las preocupaba debido a que en días anteriores la venta había sido «extraordinaria», según comentaron.

En varios centros de salud de la capital la atención fue restringida y sólo se aceptaba a personas que acudían en busca de atención de emergencia o que requerían medicamentos por enfermedades crónicas.

En una de las tiendas de insumos farmacéuticos, un dependiente aseguró que el gel de alcohol, cuyo uso se ha masificado, se había agotado y que esperaba que la próxima remesa llegara en una semana o dos.

Algo similar contó que ocurría con las botellas de alcohol desinfectante y con los jabones líquidos para los pisos.

TODO ESTÁ CERRADO

«Todo lo demás está cerrado», indicó un señor mayor que recorría una de las avenidas de Quito en busca de prendas de vestir abrigadas para superar las bajas temperaturas de las noches andinas.

También se han observado a personas indigentes deambular por las calles sin un rumbo fijo y, aparentemente, desorientados por la situación.

Y pese a que este es el primer día de lo que podría constituirse una larga cuarentena, en Ecuador la mayoría de su población parece haberse acostumbrado a la idea de permanecer en casa por un largo tiempo.

El lunes en la noche, el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, decretó el estado de excepción en todo el país y un toque de queda en las madrugadas, que arrancará hoy mismo.

El decreto ordena la suspensión de todos los servicios públicos, pero exceptúa a los de salud, seguridad y atención de riesgos, entre algunos más.

«¡Quédate en casa, trabaja desde casa!», sugirió el mandatario en una decisión que intenta plantar cara a un virus que ha puesto de cabeza a la humanidad. EFE

Más relacionadas