Un virus de doble filo

Eduardo Herdocia Pazos

Guayaquil, Ecuador

El saldo real del daño del coronavirus está bajo la mesa. Los datos oficiales están subestimados. Las cifras mantienen un crecimiento homogéneo de pacientes confirmados. Sin embargo, vemos los laboratorios privados llenarse de filas interminables de carros de pacientes desesperados, en búsqueda de un diagnóstico confirmatorio, porque las pruebas han sido escasas.

Noticieros que reportan varios fallecidos en domicilio cuyos familiares deben de esperar horas a que las autoridades levanten el féretro; o incluso otros que son encontrados en completa soledad, reportados por vecinos. Ellos ni siquiera tuvieron la oportunidad de tener un acceso a los servicios de salud, garantizados en papel en una Constitución totalmente violentada.

Los casos como ellos empezarán a incrementarse. El sistema de salud del país se está colapsando y las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) quedándose sin espacios para recibir a más pacientes. Todas ellas ocupadas por pacientes con diagnósticos de insuficiencia respiratoria aguda severa, muchos de ellos con diagnóstico de neumonía no especificada, o mejor dicho “no diagnosticada”. El diagnóstico confirmatorio de la presencia de COVID-19 en un paciente quedó ya en segundo plano. La curva no muestra los datos reales de infectados. Se le ha perdido el rastro al crecimiento epidemiológico del virus. ¿Fase 4?

Mi preocupación también se enfoca, en este momento de crisis, en el estado de salud de aquellos pacientes que por lo general requerían el ingreso a una UCI. Es decir fuera de una situación pandémica como la que estamos atravesando. La calidad de los servicios de salud que el sistema puede ofrecerles a ellos en ahora se encuentra en la cuerda floja. La realidad antes del estado de emergencia era que las salas de cuidados críticos en el país presentaban una alta demanda de pacientes. En estos días, con el colapso de los hospitales generado a causa de los pacientes infectados con coronavirus agrava exponencialmente esta situación.

Entonces, ¿qué será de la vida de aquel paciente infartado, de aquel paciente con una hemorragia cerebral, con aquel paciente de un postoperatorio de alto riesgo, con aquel paciente diabético o renal descompensado? Todos ellos quedarán pues sin un espacio en los hospitales para poder ser atendidos. La tasa de mortalidad de aquellos se disparará enormemente. No estamos contabilizando entonces el número total real de fallecimientos a causa del coronavirus. El saldo colateral de fallecidos a causa de la pandemia también está siendo subestimado. ¿Acaso ellos no cuentan? ¿Acaso no son ellos también víctimas de esta pandemia? Al responder estas preguntas podemos definir entonces al coronavirus como un virus de doble filo.

¡Podemos frenar algo el daño colateral ya existente! Si en lugar de pensar en adquirir únicamente insumos de protección, tanto para población como para aquellos que se encuentran aun laborando en estos tiempos de cuarentena, sobre todo el personal profesional de la salud y otros miles de colaboradores de este sector y pruebas diagnósticas, quizás ya extemporáneas; pensamos mejor en mitigar el daño que ya está hecho. Si en lugar de llorar sobre leche derramada, pensamos en aquellos que sin pandemia necesitaban un ventilador, y que el día de hoy ese escaso ventilador está siendo ocupado. Señor Ministro, ¡necesitamos ventiladores mecánicos!

  • El Dr. Eduardo Herdocia Pazos es médico, investigador asociado de la Fundación Ecuador Libre.

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