«La casa de Riverton»

María Rosa Jurado.

María Rosa Jurado

Guayaquil, Ecuador

Encontré “La casa de Riverton” en la última feria del libro de Guayaquil, cuando rondando por los pasillos  me sentí atraída por un libro con la portada de una mujer con un sombrero negro con flores, junto a una mansión amarilla.

La autora,  Kate Morton, (Berri, Australia, 1976), era una total desconocida para mí. Despues me enteré que “La casa de Riverton” (2006)  vendió ocho millones de ejemplares en 38 países. Morton es una escritora graduada  con honores de primera clase en literatura inglesa en  la Universidad de Queensland.

En 2006 publicó su primera novela, “la casa de Riverton”, la siguieron “El jardín olvidado”, “Las horas distantes”, “El cumpleaños secreto”, “El último adiós y “La hija del relojero”.

Mi literatura bebe de las fuentes góticas”, ha confesado al diario “El País”, “de aquello que bebí en mis lecturas juveniles, que solían ser Enid Blyton, las hermanas Brontë, Dickens, Daphne Du Maurier, Poe, o Lucy Clifford, por poner ejemplos de la literatura victoriana que estudié. La estrecha relación entre el ayer y el hoy, y también Inglaterra, con sus sagas familiares, sus casas antiguas, sus libros centenarios, con ese sentido de continuidad histórica».

Ya lo decía Faulkner: “El pasado nunca muere, ni siquiera es pasado”

“Con razón que me gustó tanto”, pensé cuando leí eso. Adoro a las escritoras inglesas, desde que conocí a Enid Blyton  siendo una niña en la biblioteca del colegio La Asunción, en Guayaquil, donde estudié la primaria. Luego  descubrí  a Agatha Christie y perdí la cabeza. Me fascinó la “reina del crimen”,  intercambiaba sus novelas con una amiga de mi hermana María y con mi tía Cecilia. A los 11 años me había leído todos sus libros.

Luego llegaron a mi vida las adorables hermanas Brontë, y eso fue la locura, para terminar amando a J.K. Rowland, lo que me convierte, a mi juicio, en un alma afín a Kate Morton: ambas tenemos solo hermanas mujeres, compartimos la pasión por Inglaterra y sus novelistas, así como el sentimiento de lo gótico y la atracción por la flema inglesa, que tan a menudo oculta intensas pasiones.

Tal como lo describe la contraportada de la novela, “Kate Morton retrata los últimos esplendores de la aristocracia inglesa, un mundo  de convenciones y secretos atravesado por vehementes pasiones y terribles desengaños”.

La novela  juega con los tiempos, saltando del pasado al presente  al compás de los recuerdos de Grace Bradley, la anciana ex doncella de “Riverton Manor”, la histórica mansión de la familia Hartford en Saffron Green, Essex, Inglaterra, quien es a la vez narradora y protagonista, a quien la importuna una directora de cine estadounidense pidiéndole que la ayude con la revisión de la escenografía y contexto histórico de la película que va a rodar sobre el poeta R. S. Hunter, su relación con las hermanas Hanna y Emmeline Hartford y el suicidio del poeta.

Una tragedia que Grace no quiere recordar.

Es tan detallada y perfeccionista Morton en su exquisita narración que uno puede  “ver” en su mente, claramente, el cuarto de juegos de los tres niños Hartford, la biblioteca con sus cuadros famosos, la fría e inhóspita habitación donde dormía Grace, el lago y la rosaleda.

La historia comienza cuando los hermanos son niños y los acompañamos a través de los recuerdos de Grace, en su crecimiento y adultez, conociendo sus costumbres, personalidades, peleas,  reconciliaciones, romances, matrimonios,  pasiones, celos entre hermanos, momentos felices,  y esperando, con el aliento contenido, el descubrimiento de la verdad de la tragedia.  

Grace nos revela desde el principio que ella sabe cual es el secreto detrás del suicidio del poeta inglés, pero no permite que lo descubramos hasta el último momento. Me jacto de ser intuitiva, pero nunca me imaginé el final.

Como Miss Marple, la inofensiva viejecita del campo de Inglaterra, protagonista de muchas de las novelas de Ágatha Christie, o como la propia Ágatha, Kate Morton luce como la clásica madre abnegada de Brisbane, Australia, dedicada a su hogar y a su familia,  pero en sus ratos libres, se sienta en alguna habitación a escribir  novelas góticas plagada de oscuros secretos y horrendos crímenes sin resolver que nos hipnotizarán a todos.

Esta historia de amor trágica me ha recordado  la obra teatral “Bodas de Sangre” del poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, quien afirmaba que las fuerzas telúricas de la naturaleza, como el amor y la pasión, siempre triunfan sobre los convencionalismos, los prejuicios, los sacramentos, pero no sin pagar un tributo de sangre.

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