John Bolton y los secretos de Donald Trump

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

John Bolton, diplomático estadounidense y exasesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, escribió un libro llamado “The Room Where It Happened” que revela sustanciosos detalles sobre Trump y la política exterior de su administración. El libro se filtró antes de su lanzamiento a través de las redes sociales y ha dado mucho de qué hablar. Allí, se describe la cercanía de Trump con líderes autoritarios como Xi Jinping, Recep Erdoğan, Vladimir Putin, su ambivalente relación con Kim Jong Un y también, enumera los verdaderos pensamientos del presidente sobre Venezuela, Maduro y Juan Guaidó.

La Casa Blanca niega rotundamente lo dicho en el libro, que deja mal parado al presidente, y ha intentado detener la salida del libro a través de una resolución judicial, calificando a Bolton de mentiroso y traidor.

Existe una mínima posibilidad de que lo dicho en el libro sea toda una falsedad inventada por un exempleado rencoroso, tomando que Bolton fue despedido por Trump en septiembre del 2019, pero dudo que alguien con su perfil y trayectoria tenga tan infantil comportamiento. El libro hace ver a Trump como un ignorante, ya que Bolton revisita conversaciones donde el presidente desconocía que Reino Unido fuera un poder nuclear, o donde preguntaba si Finlandia era parte de Rusia.

Entremos en detalle. Bolton comenta en su libro de un favor que le hizo Trump al dictador turco Erdoğan, interfiriendo en una investigación que una corte local hacia a un banco de Turquía por violar las sanciones estadounidenses a Irán. El presidente ya había dejado en claro cual era su relación con Erdoğan, al decir en noviembre del año pasado que era un “gran fan” del presidente turco. Lo importante de este dato dado en el libro es que la afición de Trump por Erdoğan—un hombre con un plan de exterminar al pueblo kurdo, entre muchas de sus numerables violaciones a los derechos humanos— se tradujo a una posible injerencia del presidente en el poder judicial para proteger los intereses de Turquía.

A Xi Jinping, de acuerdo con Bolton, Donald Trump le pidió que lo ayudara a ganar la reelección durante una reunión del G20 en Japón en junio del pasado año. Esto, aludiendo a la capacidad económica de China e invitándole a aumentar su inversión en la agricultura estadounidense ubicada en el Medio Oeste, sector electoral clave. De igual manera, en la misma conversación, el presidente Trump dijo estar de acuerdo con la iniciativa de China de construir campos de concentración para las etnias minoritarias, especialmente a la etnia musulmana uigur. Claramente la relación entre Jinping y Trump ha cambiado radicalmente, sobre todo en el contexto de la pandemia donde todo apunta al inicio de una nueva guerra fría, pero es curioso como hace tan solo un año Trump veía en el Partido Comunista de China un aliado para ganar las elecciones, y ahora dicho partido es el enemigo externo a quien derrotar.

El libro dedica un capítulo completo a Venezuela, titulado ‘Venezuela libre’. Bolton allí refleja el enfoque dado desde la Casa Blanca a la juramentación de Guaidó como presidente interino el 23 de enero del 2019. Tan solo 30 horas después de los hechos, según Bolton, Trump ya estaba arrepentido de haber reconocido a Guaidó como presidente, ya que éste se veía débil a comparación del ‘fuerte’ Maduro.

En una conversación telefónica de Trump con su homólogo ruso Vladimir Putin, en lo que Bolton califica como una brillante demostración de propaganda soviética, Putin comparó a Guaidó con Hillary Clinton, lo que persuadió a Trump y le hizo perder confianza en el interinato. La cercanía de Trump con Putin es un tema del que se habla desde el día en que éste ganó las elecciones, pero interacciones como esta reflejan la clara capacidad que tiene Putin para manejar a Trump a su antojo. Tras esa conversación, Trump llamaba a Guaidó, en charlas dentro de la Casa Blanca, “el Beto O’ Rourke de Venezuela”, en referencia al para entonces congresista demócrata que ha sido objeto de burla por Trump desde hace un par de años.

Al abordar la posibilidad de una intervención militar en Venezuela, Trump dijo que, citado por Bolton, “invadir Venezuela sería genial”, como si hablara de visitar un parque por la tarde. También, se refería a Venezuela como parte de Estados Unidos, como si fuera su posesión. El presidente fue instruido por sus asesores a no llevar a cabo tal operación por el escándalo diplomático que desencadenaría y la oposición del Congreso controlado por los demócratas. A sugerencia del Bolton, se apostó por un quiebre militar interno en Venezuela, donde Estados Unidos construiría las condiciones para proteger a los disidentes. Esto debió haber ocurrido en el fallido levantamiento militar-civil del 30 de abril, pero quienes debieron retirar apoyo al régimen no lo hicieron.

He visto una gimnasia mental en distintos analistas que hablan de que la culpa cae en Guaidó por no pedir una intervención militar estadounidense, cuando el libro de Bolton refleja la inmadurez de Trump con respecto al tema, su pérdida de interés por Venezuela y la negativa de sus asesores a cualquier intento de esfuerzos bélicos en el país caribeño. Más adelante en el capítulo, se ve el cambio de opinión de Trump sobre la intervención militar, luego de que Rusia enviara un comunicado dando su firme apoyo al dictador Maduro y también distintos actores del alto mando militar dieran su respaldo al chavismo. En un texto que refleja la cercanía de Trump (para la época) con los principales aliados de la dictadura de Nicolás Maduro, consiguen darle piruetas a lo dicho por Bolton y opacar esos datos para culpar al interinato por algo de lo que nunca tuvieron control.

Venezuela fue tan solo un pequeño proyecto para Trump que abandonó cuando vio que no obtendría resultados fáciles y que habría un conflicto de intereses por la injerencia china y rusa en el país. El propio Bolton es autocrítico y reconoce las falencias de Estados Unidos en el tema Venezuela. La insuficiencia en las sanciones, la ausencia de cooperación internacional y la pobre diplomacia con la que el tema ha sido abordado.

Bolton no profundiza en lo que dice sobre las fallas en las sanciones, pero esto se puede demostrar en distintos casos. Por ejemplo, PDVSA fue sancionado por Estados Unidos y todo país o empresa que haga negocios con la estatal petrolera será objeto de represalias. Eso es en la teoría, pero en la práctica, PDVSA tiene una filial en Ecuador, llamada PDV Ecuador, que funciona con total impunidad. En 2018 dicha filial ingresó más de 150 millones de dólares y tienen múltiples estaciones de servicio en el país, mientras que en Venezuela abastecerse de combustible es un calvario. Si no hay una cooperación para que Lenin Moreno y otros líderes del mundo apliquen las sanciones estadounidenses a Venezuela en su propia legislación, entonces Ecuador y demás países de Latinoamérica son el destino perfecto para que los chavistas encuentren ingresos y continúen financiando su represiva maquinaria que lleva más de 20 años azotando al pueblo venezolano. Y las sanciones quedan tan solo como un instrumento simbólico que funciona para que Maduro denuncie persecución y justifique su inoperancia bajo la falacia de un “bloqueo”.

El libro de Bolton sale al público en su totalidad el 23 de junio, y será el detonante de un montón de conversaciones que señalarán al ya arrinconado Donald Trump en vísperas de las elecciones presidenciales de noviembre. No se debe tomar todo lo dicho por el libro como cierto y el sesgo de Bolton debe ser considerado, pero estoy seguro de que los esfuerzos de la Casa Blanca por suspender la distribución del libro no fueron porque el libro está lleno de mentiras.

¿Son recreaciones de conversaciones que se dieron de manera confidencial dentro de un gobierno? Eso sí es debatible, y Bolton será el encargado de aclarar tales cuestionamientos.

Mientras tanto, habrá que estar atentos al zaperoco que traerá el lanzamiento del libro.

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