![juan josé pons](https://www.larepublica.ec/wp-content/uploads/2018/02/juan-josé-pons.jpg)
Juan José Pons
Guayaquil, Ecuador
Esta calificación generalizada de los políticos se ha difundido durante muchos años y particularmente en los últimos días en los que la pandemia desnudó las más miserables de las corrupciones que es jugar con la vida de los más desfavorecidos y vulnerables.
Lo que sucede es que este enmarcamiento se convierte en un escudo para esconder la corrupción generalizada que existe en el país debido a que supera los círculos políticos y tiene contaminada a la sociedad; solapa de muchas formas los terribles hechos que se han puesto en evidencia, en gran parte, por las denuncias de la prensa libre y periodistas con portales digitales. Algunos de los periodistas han sido acusados de corrupción por el hecho de denunciar, llevando implícita las acusaciones de chantaje o mal reparto.
Esta línea de comunicación contamina todos los procesos e inhibe que se llegue a descubrir la verdad para identificar a los culpables. Así mismo, disuade o limita la intervención de personas honestas sea en la actividad política o en la actividad pública general dejando el espacio abierto para que lo ocupen los cínicos, audaces corruptos a quienes les sobre cancha y concha.
El sistema de partidos políticos en nuestro país se destruyó por esta práctica descalificadora generalizada de comunicación. Se perdieron las ideologías, los programas, la capacitación y el verdadero tratamiento de la políticas públicas para darle paso al nacimiento de movimientos, organizaciones sociales, etc., cuyo único argumento es y será el caudillismo populista, demagógico, visceral y emotivo que atrae a las masas con pan y circo. Muchos de esos movimientos han logrado que se elijan a ciudadanos descalificados a ocupar posiciones en las que su incapacidad evidente ha llevado a esos municipios o concejos provinciales a situaciones peores que las de administraciones anteriores o, lo que es peor, destruyendo el buen trabajo de otras administraciones.
Estamos en un año electoral y considero necesario publicar en esta columna un texto anónimo que circula en las redes:
EL PAIS NO SE ARREGLA HABLANDO MAL DE LOS POLÍTICOS CORRUPTOS, SINO DEJANDO DE VOTAR POR ELLOS.
Por eso una invocación a los comunicadores: NO generalicen, sean específicos en sus acusaciones y denuncias y otra a los ciudadanos: investiguen, estudien, reflexionen sobre los candidatos a los que van a favorecer con su voto. NO se dejen engañar por falsas promesas y propuestas demagógicas y NO DESPERDICIEN SU VOTO, solo así el país podrá salir adelante y su familia tendrá un futuro en un marco de igualdad de oportunidades.