El efecto psicosomático de los autos sin aranceles

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

En Ecuador, se ha descubierto que los autos importados con exención de aranceles ayudan a las personas que sufren de sordera. No importa el modelo del auto. Sirve igual una camioneta 4×4 que un lujoso Camaro.
El primero de julio de este año, el asambleísta Fabricio Villamar reconoció, ante una periodista de Teleamazonas, que por el nivel de su discapacidad auditiva no necesitaba usar audífonos. Pero, al parecer, sí la camioneta 4×4, que importó con rebajas, gracias al carné de discapacitado que le otorgó el Ministerio de Salud.

Lo ocurrido con el asambleísta Villamar es un ejemplo del famoso “efecto psicosomático” que, con la pandemia de la Covid 19, se ha difundido en el país, y que se presentó en Daniel Salcedo y en otras personas de su círculo de amigos con discapacidad. Puesto que el asambleísta vive en la Sierra, y Salcedo y sus amigos, en la Costa, es muy probable que el clima nada tenga que ver con el asunto. Tampoco la profesión o la actividad física.

Christian Cruz, presidente del CPCCS y practicante de TaeKwondo, tiene una discapacidad del 81%, que, según el Servicio Nacional de Aduana, le permite una exoneración de tributos del 80%. Pese a ello, hay personas que aseguran haberlo visto levantar el pie derecho, y hasta el izquierdo, por encima de su cabeza.

Se sabe de la existencia de autos especialmente diseñados para personas que han perdido la movilidad de sus piernas o de sus extremidades superiores. No se conoce, sin embargo, que haya autos que mitiguen o anulen los efectos de la sordera en la conducción. Descontado el efecto psicosomático, los audífonos siguen siendo más útiles que los autos para ayudar a alguien a oír mejor.

Antes de que se presentaran los casos del efecto psicosomático en personas como Daniel Salcedo o el asambleísta Villamar, el exvicepresidente de la república, Jorge Glas, sufrió una extraña enfermedad que le producía ilusiones visuales, y que le costó 1600 millones de dólares al país. Él veía una refinería donde todo el mundo solo alcanzaba a ver un campo aplanado. Un campo en el que, sin que se percataran las autoridades, durante mucho tiempo aterrizaron y despegaron avionetas utilizadas para el narcotráfico.

Estar atentos a la ocasión propicia. Buscar el resquicio, la ventana, la puerta trasera, el lugar menos iluminado. En suma, sacar ventaja y medrar es el imperativo categórico de quienes importan, con exención de aranceles, artículos que nada tienen que ver con su real o supuesta discapacidad. Y no solo de ellos. Me atrevería a decir que el sacar ventaja se ha convertido en un valor nacional. Y que quienes lo utilizan como guía de conducta no son casos aislados. El mal es general.

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