Quito, Ecuador
Se viene el proceso electoral y aparecen mensajes, rumores y encuestas con resultados extraños. Es imperioso conocer el autor de estos pronósticos y verificar su calidad técnica antes de su difusión. No pocas veces quienes los promueven son personas, que por ausencia del apoyo popular acuden a encuestas falsas que los colocan como candidatos favoritos.
Está muy fresco un episodio protagonizado por quien decide no participar en las próximas elecciones “a pesar de que las encuestas más serias lo colocan en primer lugar”; o sea subestimó la opinión ciudadana. La fuente era una encuesta nacional, pero solo levantada endos ciudades; hecha cara a cara en hogares, cuando era imposible realizarla durante el
confinamiento. Un engaño.
El país atraviesa una crisis no registrada en más de 50 años; la población está más preocupada en cómo superar su difícil situación económica familiar. No interesa la política a los electores, solo un 15% dice haber decidido por quién votaría para presidente; su mayor preocupación y
molestia es la corrupción y cómo acabar con ella.
La pandemia está destrozando la economía familiar. No son 8 ni 10, sino más de 12 millones las personas que viven en pobreza. Su trabajo y fuente de ingresos prácticamente ha desaparecido. Los pequeños negocios y pequeñas empresas no pueden cubrir los sueldos de sus colaboradores y su afiliación al IESS, pagar impuestos, los servicios básicos, arriendos y
créditos vencidos. Según el Comité Empresarial del Ecuador, se han perdido $17.000 millones con ventas que no se van a recuperar y, si la recesión se prolonga, más de 450 mil personas se quedarían sin empleo o migrarían de trabajos formales a informales.
El desempleo y el trabajo informal pasó de 5.3 millones en enero de 2020 a más de 6.3 millones en junio de 2020. Son dramáticas las imágenes de miles de puestos de venta sin productos ni compradores, playas desiertas y locales de todo tipo cerrados.
A los robos, contratos falsos, desfalcos de cada día ahora se suman sordos, ciegos, cojos habilísimos para conseguir un carnet de discapacitados, volverse poderosos e importar con certificados falsos, vehículos que los millones de pobres no los ven ni en pantalla. Y pensar que el pueblo votó por ellos. Miseria infame!!!
Quienes aparecen tras de esta putrefacción no son los millones de empleados públicos y privados que en su mayoría vive con sueldos insuficientes, sino los grandes jefes, asambleístas, funcionarios de alcaldías, prefecturas, ministerios, empresas públicas y privadas dirigidas o
manipuladas por políticos inmorales que rompen las reglas y dirigen grupos conformados por delincuentes sabios en la astucia. No les importa la salud, edad y el dolor ajeno.
Y hay encuestas que se venden para colocar en los primeros puestos a elementos perniciosos, poniendo sobre los hombros de los ecuatorianos la decisión de elegir como sus futuros mandatarios a gente descalificada que solo busca el poder por el poder para beneficio propio y el de sus agnados y cognados.
Al haber trabajado en este campo, previa formación profesional, durante más de 45 años y entrevistado a varios millones de personas, nos sentimos obligados a defender el valor de la fuerza de la opinión pública, a denunciar la mala práctica de sondeos y hacer que ahora más que nunca se respete la voluntad popular.
El país debe estar gobernado por personas comprometidas con el cambio hacia la prosperidad de la patria, no por personas que al sentirse vacíos del apoyo popular incluyen sus listas a figuras del deporte y la farándula. Por esta razón los partidos y movimientos políticos son rechazados por más del 70% de los electores, quienes, en un 57%, afirman, que de no ser el
voto obligatorio, no acudirían a sufragar. Lo que se viene es muy difícil y si no se ceden puestos y se escogen a líderes honestos capaces de gobernar al país en épocas de crisis, los “revolucionarios” pescarán a río revuelto y se reinstalarán para proseguir con la corrupción.
El riesgo país electoral es muy alto.