Gracias, Maestro

Maríasol Pons

Guayaquil, Ecuador

Murió Ennio Morricone, Il Maestro, de la composición de la “música absoluta”, como él le llamaba. Me sentí ridícula de escribir un artículo sobre un genio de la música siendo yo una simple fanática de lo que él producía, no sé nada de composición, no leo música, pero la oigo el 80% de mi tiempo. La música es vida y la música es magia.

No intento abarcar la parte técnica del éxito del Maestro porque lo honro reconociendo la fuerza de dejarme llevar por la música que me mueve y que me inspira, más allá de las complejidades técnicas y el conocimiento de los  estudiosos de quien su opinión respeto. La música de Morricone me ha movido el corazón desde que la conocí en la película La Misión cuando tenía 9 años. Hace algunos años visité las cataratas de Iguazú y las ruinas jesuitas en Paraguay donde se filmó parte de la película y con mis audífonos yo llevaba la creación de Morricone conmigo.

Ni qué decir de Cinema Paradiso; Toto, Alfredo, Elena, la madre, la música. Cómo no rendir tributo a la insoportable conexión que transmite la escena final de una proyección individual para un Toto adulto; allí hay amor, vocación, nostalgia, en fin. Esa escena se te mete en el alma y no se va jamás. La magia de la música y la magia del cine.

El maestro compuso más de 500 temas para cine y tv, además de 100 piezas clásicas. No alcanzo a mencionar todos sus éxitos, pero resalto: Chi Mai, Lo bueno lo malo y lo feo, Los Intocables, sus colaboraciones con Yo-yo Ma y Dulce Pontes. Admiro su capacidad de crear saliéndose del rito estricto del cómo y de la crítica, su talento para transmitir belleza y emociones, su amor por Roma. Me pegué a su música desde que la conocí y desde que hay Spotify es mi número uno. Mis novelas y sus personajes todos han conocido de este gran ser humano porque su música siempre acompaña el tiempo que les dedico.

En los días más duros de la pandemia, cuando el miedo nos paralizó, la tristeza nos inundó y la incertidumbre evocaba el peor tipo de pesimismo, Jacopo Mastrangelo de 19 años se filmó tocando en su guitarra notas del maestro Morricone sobre el tejado de su casa con vista a la plaza Navona. El video invadió las redes, el joven dijo que quiso enviar “un bálsamo para el corazón” y así llegó para acompañarnos. Hablar de personas así nos hace creer en la capacidad de los individuos de hacer un mundo más bonito, más sensible y completo. Es por eso que tengo que dedicarle este artículo a un ser humano que desde muy lejos ha llenado mi vida de belleza sin saberlo. Gracias, Maestro.

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