La ortiga y el saxofón

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

¿Qué ha heredado la revuelta de octubre de 2019 al país?

Tres precandidatos presidenciales: el furibundo Iza, el cauteloso Quishpe, el amable y sonriente Pérez Guartambel.

Tres caracteres distintos y el mismo gusto por el poder.

Con la llegada de la Covid 19, los pequeños empresarios urbanos, ya medio moribundos por los golpes económicos que les asestó la revuelta de octubre, han recibido el tiro de gracia.

Pero eso no tiene por qué inquietarles a Iza, a Quishpe ni a Pérez Guartambel. Ellos no son responsables de los daños ocasionados en octubre a miles de pequeños empresarios. La defensa de los intereses del pueblo está por encima de los intereses particulares. Y si ha habido gente que perdió su trabajo o cerró su negocio o no pudo cancelar sus deudas, pues, bueno, son los costos que deben pagarse por el bien de una causa superior.

No se olvide que vivimos en el país del revés. Aquí, si usted se apropia de unos cuatrocientos dólares del dinero público, recibirá una pena de ocho años de cárcel. Y si roba millones, gracias a contratos fraudulentos con entidades públicas, con la venia de jueces y fiscales podrá salir en avión o en avioneta privada del país.

En el país del revés hacer daño es un mérito. Y si a la justicia se le ocurre pedirle cuentas a un político por el daño causado, en la práctica, le estará dando una oportunidad inmejorable para aumentar su prestigio, con el argumento de que es objeto de persecución política.

Si usted es político, siga las enseñanzas de Iza, Quishpe y Pérez Guartambel. Cierre carreteras, queme edificios públicos, inste a formar un parlamento de los pueblos, arruine a los pequeños comerciantes y diga, en voz alta, con ademanes combativos, que lo está haciendo por el bien de los excluidos.

Debe aprender a sacar partido del resentimiento. Así lo hizo Correa, así lo viene haciendo Trump. Nada mejor, en períodos de crisis, que apelar a la política del desquite. Solo que, si esta puede servir para alcanzar el poder y mantenerse en él por un tiempo, no alcanza para manejarlo bien. Pasado el gusto por las ejecuciones públicas (virtuales, aunque sea), si el público no recibe los beneficios que espera de la acción de los gobernantes, el resentimiento los puede golpear como un bumerán.

Los comandantes del caos, esos que supieron usar el resentimiento de las masas para destacar políticamente, no suelen ser los mejores administradores de sus consecuencias. Iza tiene debilidad por las ortigas y el agua helada, y Pérez, por el saxofón. Obligado a decidir entre ellos, Pachakutik se ha decidido por el saxofón. Piensa, atinadamente, que, en la situación de desastre que vivimos, las personas estarán más dispuestas a escuchar unas cuantas notas discordantes que a sufrir la urticaria de una buena “ortigueada”.

Más relacionadas